La pesadilla para una de las atletas con mayor proyección para el deporte de Japón comenzó en febrero de 2019. En esa época, la pandemia de coronavirus no se había esparcido por todo el planeta, pero para Rikako Ikee, saber que había contraído una enfermedad potencialmente mortal, le provocó un impacto personal que nunca había sentido.
Después de haber compartido una concentración en Australia con otros nadadores japoneses, un análisis médico confirmó que tenía leucemia. Así fue que, a poco más de un año para el comienzo de los Juegos Olímpicos en casa, su gran anhelo, Rikako tuvo que mentalizarse en recuperarse de este tipo de cáncer que afecta a los tejidos sanguíneos. Y así lo hizo. Porque a casi 10 meses del diagnóstico inicial le confirmaron que estaba curada.
Subida a ese nuevo escenario de su vida, la nadadora de 20 años, que venía de ganar seis medallas de oro en los Juegos Asiáticos 2018 en Yakarta, Indonesia, festejó el año nuevo con la idea de volver, lentamente, a entrenarse. Lo hizo en febrero de 2020, a un año de habérsele detectado la enfermedad, y ya en marzo volvió a tocar el agua con el sólo objetivo de volver a su lugar en el mundo. Rikako sabía que la posibilidad de competir en Tokio 2020 había quedado frustrada, pero ella no renegó de eso. Hasta que una noticia volvió a generar un vuelco para su futuro.
El mundo del deporte quedó paralizado el pasado 24 de marzo del año pasado con la confirmación de que los Juegos Olímpicos eran pospuestos. El por entonces Premier japonés Shinzo Abe anunció que el presidente del COI Thomas Bach estuvo de acuerdo con la medida que le modificó los planes a miles de deportistas de todo el planeta, pero que para Rikako se convirtió en una llama de esperanza.
El 23 de julio del 2020, justo cuando se reactivó la cuenta regresiva y el reloj marcó que restaban 365 días para la ceremonia de apertura en el reconstruido estadio Olímpico de Tokio, el comité organizador de la cita olímpica no tuvo mejor idea que elegir a Ikee para ser la protagonista central de una ceremonia que duró tan sólo 10 minutos, pero que generó un impacto global por el mensaje que repartió al mundo la nadadora especialista en el estilo mariposa.
Con la llama olímpica en su manos, en la pasividad de un estadio vacío, la atleta vestida de blanco miró a la cámara de la transmisión oficial que la tomó en primer plano y emitió un discurso de buscó transmitir esperanza para aquellos que habían quedado golpeados por la pandemia y la cancelación de su sueño olímpico como lo habían preparado por cuatro años.
“Pensar en una demora es simplemente ponerle un +1 a ese 2020. Creo que es una forma positiva e inspiradora de mirar hacia adelante. Entiendo que hay mucha gente que lo siente desde otro lugar y que cree que no es el momento de hablar de deportes, pero superar adversidades es lo que necesitamos. Es nuestra esperanza. Una llama de esperanza que aparece a la distancia nos permite imaginar que todo puede ser diferente y que podemos superarlo. Para los atletas de alrededor del mundo y todos aquellos que se inspiran a través de ellos tengo fe de que, dentro de un año, la llama olímpica estará brillando en estos escenarios”, fueron las palabras que eligió la nadadora para hablarle a millones de personas.
Esa declaración fue algo más que un mensaje propuesto para un evento para Rikako. Sólo habían pasado algunas semanas de que había tomado la decisión de mostrarles a todos sus seguidores a través de sus redes sociales cómo se encontraba tras padecer una dura enfermedad. “Hoy, por primera vez, les muestro a todos cómo me veo”, escribió la nadadora en su cuenta de Instagram, publicación que acompañó con dos fotos de cómo se veía su cabello antes y después de superar la leucemia.
“Para mí, es un milagro estar viva. Sólo estar aquí es un milagro en sí mismo”, explicó. “No tener ningún cabello no es algo de lo que avergonzarse. Más bien, estoy orgullosa de mi cabello tal como está. Estoy orgullosa de quién soy. Quería ser yo misma”, sumó en su explicación la deportista que hoy, a poco más de 100 días de los Juegos Olímpicos, puede decir que finalmente sí será parte de la delegación japonesa que inundará la Villa Olímpica construida en la zona de la Bahía de Tokio.
Hace unos pocos días, Ikee participó del Campeonato Nacional de natación en Japón, competencia que además tuvo formato de trials para que los nadadores locales pudieran lograr las marcas necesarias para lograr la plaza olímpica. Allí, la nadadora ganó la prueba de 100 metros mariposa y su registro de 57.77 segundos le permitió asegurarse un lugar en el evento de 4x100 metros combinados del que participará la natación nipona junto a Natsumi Sakai, Chihiro Igarashi y Rika Omoto, sus compañeras en la posta.
Una vez que se enfrentó a los micrófonos de la TV local, Rikako no pudo contener la emoción de haber conseguido algo que buscó antes de sufrir una enfermedad que la alejó del agua. “No puedo explicar lo feliz que me siento. En un momento recordé todo lo que tuve que vivir para llegar hasta aquí. Estoy en shock. No entiendo qué está pasando. Creo que me va a llevar un tiempo darme cuenta de lo que conseguí”, confesó.
La historia cuenta que a sus 15 años, Ikee hizo su presentación oficial en el mundo de la natación. En el Mundial juvenil de la FINA 2015 en Singapur, la joven atleta se consagró campeona de los 50 y 100 metros mariposa. Es más, en ambas pruebas quebró el récord del torneo. Su crecimiento le permitió alcanzar, el año siguiente, la clasificación a cuatro eventos individuales y otros tres por equipo en su primera experiencia olímpica. En Río 2016, la japonesa dio la sorpresa en los 100 metros de su especialidad y rompió en tres ocasiones su mejor marca nacional. Hizo 57.27 en la serie, mejoró en las semifinales (57.07) y llegó sexta en la final con un tiempo de 56.86. Superación total para Rikako, que también nadó en los 50, 100 y 200 metros libres, además de competir en los relevos de 4x100 metros libres, 4x200 libres y los 4x100 metros medley, evento en el que volverá a ser olímpica en su casa y frente a su público, que ya la adoptó como una de las atletas más queridas en territorio asiático.
“Nunca pensé que sería capaz de ganar en los 100 mariposa. Tenía menos confianza que en las clasificatorias de hace cinco años, pero trabajé mucho para lograrlo. Y al final, me tiré a la pileta pensando ‘estoy en casa, éste es el lugar adonde pertenezco’”, fueron sus palabras. Pero hay más. Este jueves, en la continuidad de las competencias nacionales que se están llevando a cabo en el flamante Centro Acuático de Tokio, Rikako Ikee logró un nuevo hito: ganó la competencia de los 100 metros libres con marca de 53.98 segundos y también será de la partida en la prueba por excelencia para los velocistas en la pileta.
En tiempos donde el mundo se debate en una lucha frenética contra un enemigo invisible, esta nadadora japonesa mostró su resiliencia para dejar atrás a un enemigo que casi la deja sin cumplir el sueño de competir en su suelo. Una historia que conmovió al mundo y que quedará guardada en los libres de la historia de los Juegos Olímpicos.
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