El próximo 6 de diciembre, la casa de subastas alemana Ketterer Kunst, en Berlín, pondrá a la venta una de las obras más icónicas del pintor minimalista Robert Ryman: “General 52″ x 52″”, una pintura de 1970 que no parece ser más que un lienzo completamente blanco.
Valorada en más de 1,5 millones de dólares, esta obra está lejos de ser un simple espacio vacío; es el resultado de una rigurosa experimentación con materiales y técnicas poco convencionales. En lugar de una superficie plana y simple, el lienzo de Ryman es un espacio que invita a la reflexión, donde la complejidad se encuentra en su aparente simplicidad.
La pintura, que tiene unas dimensiones de 52 x 52 pulgadas (132 x 132 cm), muestra un lienzo completamente blanco, pero con un giro sutil: el marco que lo rodea es de un tono ligeramente más oscuro.
Esta diferencia no es casual, ya que Ryman utilizó una pintura de esmalte blanco, una técnica empleada normalmente en el metal, para crear una superficie extremadamente delicada que refleja la luz de manera única.
Según la casa de subastas, el material es tan sensible que cualquier traza o marca en la superficie disminuiría inmediatamente el valor de la obra, motivo por el cual no se permitió su exhibición previa a la subasta.
Filosofía y técnica de la obra
El trabajo de Ryman con el blanco, más allá de tratar la ausencia de color, convierte al blanco en un protagonista capaz de revelar aspectos profundos sobre la luz, el movimiento y la estructura del material.
“No creo que haga pinturas blancas. Hago pinturas; soy pintor. La pintura blanca es mi medio. Hay mucho color involucrado. No me refiero a colores como rojo, verde y amarillo; pero, color, en ese sentido”, explicó el artista de sus obras, según Ketterer Kunst en su publicación de la subasta.
En el caso de “General 52″ x 52″”, la pintura no es solo una superficie plana; el blanco se convierte en un medio para explorar las sensaciones que provoca la luz al reflejarse sobre la obra.
Según Simone Wichmann, experta de la casa de subastas Ketterer Kunst, explicó a New York Post: “El blanco no siempre es blanco. El color blanco hace visible la luz, el movimiento y la estructura del material. El espectador se ve desafiado y se convierte en el creador del arte”.
La pintura de esmalte utilizada por Ryman no es una simple capa de color: es el resultado de una técnica compleja que requirió varias capas de laca, aplicadas con sumo cuidado.
La obra fue elaborada utilizando esmalte semibrillante, un material normalmente utilizado para pintar metal, que el artista aplicó con pinceles de diferentes tamaños sobre un fondo de tela de algodón.
Este proceso exigió una serie de pasos meticulosos: primero, imprimó el lienzo con esmalte para sellar completamente el algodón, así dejó solo visibles los bordes de los bastidores. Luego, aplicó varias capas de pintura de laca, las cuales fueron lijadas para obtener una superficie lisa y uniforme.
El resultado es una obra con una textura reflectante que interactúa con la luz de manera única, creando una superficie que parece casi líquida y en constante transformación.
Este enfoque técnico se relaciona con la filosofía del artista sobre la percepción visual. El artista experimentó constantemente con los efectos de la luz sobre sus pinturas, en búsqueda de que la obra no se limitara a una experiencia visual estática, sino que cambiara según la iluminación.
En su primera exposición de la serie “General”, por ejemplo, iluminó solo un lado de las paredes de la galería, lo que alteraba la apariencia de los colores y mostraba diferentes aspectos de las pinturas.
“Una pintura tiene que ver con, bueno, con la pintura, básicamente. Nunca es tan importante lo que pintas, es cómo lo haces. Y ese es realmente todo el problema, quiero decir, la esencia de la pintura, o de cualquier cosa, supongo”, aseguró Ryman según la publicación de la casa de subastas.