Es verdad, Halloween pasó hace unos días, pero aún andan por ahí restos de telarañas y falsas calabazas. Tema a desarrollar, entonces: el terror. En concreto, el cine de terror según el rey Stephen King, uno de los escritores más populares e influyentes del rubro. En un ensayo para la revista estadounidense Variety, King reflexiona sobre el género, a propósito de un especial los 100 mejores títulos de esas que meten miedo. “Pensé profundamente sobre esta pregunta, quizás más de lo que el tema lo merece. Pero es una pregunta válida teniendo en cuenta todas las que he visto”, escribe King.
Autor de clásicos de terror como Carrie, El resplandor e It, King menciona que el criterio de “lo más aterrador” varía con la edad. En su adolescencia, a los 16 años, La mansión encantada (dirigida por Robert Wise en 1963) fue la película que más lo aterrorizó. La elección se relaciona con la manera en que el miedo afecta a una mente joven y receptiva, en una época en la que aún estaba formándose como escritor.
Años después, ya en su etapa adulta, considera que El proyecto de la bruja de Blair tomó el relevo en su ranking personal, especialmente por su manejo del suspenso y su “sentido creciente de fatalidad”, potenciado en los “últimos 35 segundos, verdaderamente horribles”.
La película más aterradora para King es...
Sin embargo, cuando debe elegir uno y sólo uno como el film de terror más aterrador de todos los tiempos, King opta por La noche de los muertos vivientes, de 1968. Esta película de bajo presupuesto, dirigida por George A. Romero, redefinió el género de zombis y aún resuena como un logro en el terror psicológico y visceral.
King no sólo la reconoce por su impacto en el momento de su estreno, sino por su capacidad de despertar un miedo tradicional y una atmósfera inquietante. Aunque admite que el impacto inicial de la película puede haberse diluido con el paso del tiempo, “aún recuerdo el terror impotente que sentí cuando la vi por primera vez”, dice, evidenciando la importancia de cómo el contexto y la experiencia personal influyen en la percepción del miedo.
King continúa su análisis sobre La noche... al destacar uno de los momentos más memorables de la película, donde el miedo se despliega en toda su crudeza. En una escena, el personaje de Barbara (Judith O’Dea) se encuentra aterrorizada mientras un cadáver reanimado se le acerca entre las tumbas.
Su hermano, Johnny (Russell Streiner), al principio la asusta de forma burlona, imitando la voz del actor británico Boris Karloff, y diciéndole: “Van a buscarte, Barbara… ¡mira, ahí viene uno!”, refiriéndose a lo que parecía ser un hombre que le costaba estar de pie. Sin embargo, lo que parecía una broma se convierte rápidamente en una escena de terror absoluto cuando ese “borracho” resulta ser un verdadero muerto viviente, dispuesto a atacar sin descanso.
El novelista describe cómo la tensión aumenta cuando Barbara intenta huir y se encierra en el auto, solo para descubrir que Johnny se había llevado las llaves. Este detalle, aunque poco probable en la vida real, subraya la vulnerabilidad de los personajes ante el peligro inminente y crea un “momento de terror tradicional” que lo marcó profundamente. En su análisis, King valora cómo Romero logra transmitir el miedo sin recurrir a los efectos especiales avanzados o un gran presupuesto, y utilizando en cambio la narrativa y la atmósfera para crear una sensación de impotencia y terror puro.
Para el escritor, el film sigue representando un terror genuino y visceral, especialmente en su final sin esperanza, en el que nadie sobrevive. Al reflejar cómo incluso un entorno y personajes comunes pueden convertirse en fuentes de horror, King aprecia el uso limitado de música, los actores desconocidos y los efectos especiales rudimentario que caracterizan a La noche... Estas limitaciones no sólo no disminuyen la eficacia de la película, sino que la potencian, logrando un terror más cercano a lo cotidiano y por ende, más aterrador. La película “funciona no a pesar de esas cosas, sino gracias a ellas”, sentencia.
Cosa de brujas
Un eje central del análisis, es la comparación que establece King entre La noche de los muertos vivientes y otra de sus elecciones personales: El proyecto de la bruja de Blair. Ambas películas comparten un enfoque similar que las vuelve poderosas: logran construir una atmósfera inquietante y opresiva sin depender de grandes efectos especiales ni de un elenco reconocido. Estas características, que podrían parecer limitaciones, las convierten en experiencias aterradoras para el espectador.
Además destaca que en ambos filmes la ausencia de una banda sonora elaborada refuerza el realismo y permite que el terror se desarrolle de manera orgánica. “La música, mínima o inexistente, amplifica la vulnerabilidad de los personajes y genera una tensión constante en el espectador. La audiencia es empujada a concentrarse en cada pequeño sonido ambiente, en cada respiración contenida y cada crujido del suelo. Este efecto ocurre particularmente en El proyecto de la bruja de Blair, donde la falta de música y el uso de una cámara en mano simulan un documental, haciendo que el público se sienta como un participante en la acción en lugar de un simple observador.
El resplandor del rey del terror
Pero hablando de King, de terror escrito y terror filmado, no podemos obviar El Resplandor, obra maestra instantánea del género desde su estreno en 1977. El novelista nunca fue un fanático del clásico de Stanley Kubrick. En el documental de TCM, A Night At The Movies: The Horrors of Stephen King, expresó sus discrepancias: “Kubrick desdibujó esta moralidad convirtiendo a Jack Torrance (Jack Nicholson) en un auténtico psicópata.
Torrance no tiene ningún arco en esa película. Cuando vemos a Jack Nicholson por primera vez, está en el despacho de Mr. Ullman, el director del hotel, y bueno... está como una cabra. ¡Todo lo que hace es volverse más loco! En cambio, en mi libro es un tipo que lucha con su cordura y finalmente la pierde. Para mí, eso es una tragedia. En la película no hay tragedia porque no hay un cambio real”.
De hecho, sostiene que el filme original es peor que la remake de Mick Garris, el director y guionista estadounidense que es conocido por sus adaptaciones al cine de novelas de King. Como autor de peso que es, Kubrick hizo suya la película, desvinculándose de la visión original del novelista. “Para él, mi libro fue un punto de partida, pero terminó rechazando el guion que yo propuse”. La devoción de King por lo que hace una película realmente aterradora continúa inspirando a cineastas y seguidores de todo el mundo.