La historia de Carolina Otálora, la patinadora artística que solicitó morir a través de sedación paliativa: “Esto es lo mejor porque me voy feliz”

La bogotana falleció a mediados de noviembre, tras luchar durante meses contra un cáncer gástrico

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En la imagen, la patinadora artística Carolina Otálora López, quien murió tras someterse a una sedación paleativa. Foto: Fedepatín
En la imagen, la patinadora artística Carolina Otálora López, quien murió tras someterse a una sedación paleativa. Foto: Fedepatín

La muerte de la famosa patinadora Sandra Carolina Otálora López el pasado domingo 13 de noviembre tomó por sorpresa a los colombianos, especialmente a los amantes del deporte. Y es que, tras años de regalarle al país numerosas victorias, la deportista se sometió a una sedación paliativa, luego de luchar por meses con un cáncer grástico.

“Desde la familia de Mindeporte les expresamos nuestra más sentida voz de condolencia a los familiares, amigos y allegados a Carolina, gloria del patinaje artístico colombiano, quien ha partido para darle más luz a la eternidad (...) Sus triunfos, enseñanzas y recuerdos hechos legado, serán nuestro impulso para seguir promoviendo el deporte en toda Colombia en su nombre. Descanse en paz”, fue uno de los primeros comunicados que emitió el Ministerio de Deporte ese día en memoria de la patinadora.

Durante años, Otálora y su esposo, Juan Manuel Lemus, pasaron horas preparándose, dictando clases y viajando dentro y fuera de Colombia para competir en representación del país. Pero todo eso cambió en agosto de este año, cuando toda su dedicación debió pasar del patinaje a la salud de la deportista bogotana a quien le diagnosticaron un cáncer gástrico.

“Regresamos de los World Games y ella se hizo unos chequeos médicos porque estaba enferma, le diagnosticaron un cáncer gástrico. Se realizó una gastrectomía, le retiraron el tumor, pero tuvo una recaída. Tenía muchos tumores en el intestino y esto hizo una obstrucción. Clínicamente, no había mucho que hacer”, contó el esposo de Carolina a la revista Semana.

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Durante los próximos meses, Carolina y su familia agotaron todas las opciones buscando una solución para la enfermedad pero, en palabras de su esposo, “los médicos nos reunieron y nos mostraron la realidad”, confesó Lemus al medio bogotano, agregando: “Hablaron de la eutanasia y la sedación paliativa”.

Fue así como, tras intentar “cirugías, inyecciones, medicamentos, estudios y exámenes”, su esposo recordó al mismo medio como, en un día como cualquier otro, la deportista les dijo a él y a su hijo Juan Sebastián Otálora (26 años): “‘Por favor, no más. Estoy cansada’”.

La decisión final

Carolina Otálora junto a su hijo (izq) y su esposo Juan Lemus (der). Foto: Facebook Carolina Otálora López
Carolina Otálora junto a su hijo (izq) y su esposo Juan Lemus (der). Foto: Facebook Carolina Otálora López

Con tan solo 40 años y una vida aún por recorrer, tanto en el personal como en lo profesional, Carolina optó por someterse a una sedación paliativa, un procedimiento en el que se administran fármacos para reducir la conciencia a aquellos pacientes con enfermedad en fase terminal.

Aunque la decisión le implicó enfrentarse a sus creencias religiosas e incluso aceptar que su familia no podría estar de acuerdo con ella, la patinadora bogotana no dio un paso atrás pues quería descansar de los dolores que le ocasionaba la enfermedad y los tratamientos a los que se sometió.

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“Ella fue la que tomó la decisión. Así nosotros no hubiéramos querido, pues era su voluntad y lo tenía que hacer. Nosotros decidimos apoyarla. Ella es la que siente los dolores, ella no quería más agujas, más procedimiento, todo es doloroso… Ella tomó la decisión de no sentir más dolor, afirmó su esposo a Noticias RCN.

El domingo 13 de noviembre, en compañía de su esposo y compañero de deporte durante los últimos años, su hijo y sus familiares más cercanos, Carolina se despidió de este mundo. Expresó que en su velación quería portar el uniforme que presentó Colombia en los pasados Juegos Olímpicos y, dándole una última probada a un arequipe, descansó.

“Pidió un arequipe, entonces mi cuñada lo consiguió y con el dedito lo saboreó. También un jugo de mandarina. Fue lo último que hizo, me tomó la mano y dijo: ‘Esto es lo mejor porque me voy feliz’. Después dejó un audio para sus amigos. Al otro día empeoró, le dije que se fuera tranquila, suspiró y se fue, concluyó entre lágrimas su esposo en su diálogo con revista Semana.

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