Durante años, justo al frente del Fuerte de San Fernando de Boca Chica, uno de los lugares más visitados de Tierra Bomba (territorio insular ubicado al frente de Cartagena de Indias) los chicos más jóvenes se han lanzado a las aguas del mar Caribe en búsqueda de unos pesos. El dinero es arrojado por los turistas que desde sus lanchas lanzan propinas al mar; por efecto de la gravedad, el metal va buscando el fondo y, justo antes de llegar a lo más profundo, las monedas son atrapadas por los muchachos que pescan hasta el último centavo. La ironía de todo esto radica en la alta probabilidad de que esos cuerpos que se estremecen bajo el agua en medio de una faena por el metálico hallan estado expuestos durante años a una serie de elementos tóxicos, entre ellos el mercurio.
La historia de muchos de ellos (pertenecientes a los corregimientos de Bocachica, Caño del Oro, Tierra Bomba y el caserío de Punta Arenas) no es diferente a la de otros jóvenes que, un poco más al sur, habitan el corregimiento Berrugas, en San Onofre (Sucre). Así lo determinó un estudio realizado por la Universidad de Cartagena, publicado en el 2020, el cual descubrió, tras realizar análisis en el cabello a 112 jóvenes de la isla de Tierra Bomba y 82 de San Onofre con edades entre los 11 y 18 años, la presencia de mercurio, en una concentración superior a la recomendada por organismos internacionales.
“La media de mercurio en Tierra Bomba fue de 1.1 ± 0.1 μg/g, mientras que en San Onofre fue de 1.9 ± 0.1 μg/g. En ambos lugares, más del 49% de los participantes tenían concentraciones de mercurio por encima del umbral límite (1 μg/g)”, señala el documento.
El análisis del cabello fue un poco más allá. Los científicos también se dieron a la tarea de revisar parámetros hematológicos en muestras de sangre y evaluar otros determinantes para conocer si había afectaciones ocasionadas quizás por estrés oxidativo, un proceso que ocasiona daño en las células y que puede ocurrir por exposición a metales tóxicos.
“Se miró expresión de genes asociados a estrés oxidativo, por ejemplo, que es uno de los efectos de la exposición a metales. Queríamos indagar si había marcadores de este proceso y su vinculación con la exposición a mercurio. El estrés oxidativo sí estuvo presente, pero estadísticamente no fue asociado con los niveles de mercurio, pero sí con los niveles registrados para otros elementos tóxicos. No obstante, los niveles de mercurio observados sí presentaron relación con algunos parámetros hematológicos”, explica la doctora en Toxicología Ambiental Alejandra Manjarrés, investigadora del estudio, en diálogo con Infobae, Colombia.
Una de las particularidades del mercurio consiste en su acumulación en los organismos. Cuando este metal ingresa al cuerpo a través de los alimentos o inhalado, viaja por el torrente sanguíneo a varios lugares del cuerpo y, en algunos de estos, se va acumulando. Si un individuo estuvo expuesto al metal recientemente, tal exposición puede ser observada en muestras de sangre, pero si lo que se necesita es ver si ha estado expuesto durante un período largo de tiempo, tal exposición puede ser evidenciada en su cabello. El análisis de los cabellos concluyó que los jóvenes de estos territorios del Caribe, sin lugar a dudas, están expuestos a este metal.
Cabe aclarar que el promedio obtenido para todos los participantes fue de 1.43 µg/g, lo cual, si bien constituye, según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, una concentración por encima del límite permisible de mercurio en cabello (la cantidad máxima es de 1 μg/g), probablemente tiene un impacto bajo sobre la salud de los jóvenes, aunque los hallazgos ameritan el seguimiento, explica Manjarrés.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), el mercurio es uno de los productos químicos que plantea problemas a la salud pública, pues, si bien no interfiere en el desarrollo de la vida de las personas que lo consumen en bajas cantidades sin darse cuenta de manera inmediata, a largo plazo, y con exposición continua, sí puede provocar la aparición de enfermedades y problemas de salud.
“Si hablamos de una exposición aguda, por ingestión de cantidades considerables, vamos a encontrar manifestaciones gastrointestinales. Este metal tiene un efecto corrosivo, entonces pueden presentarse lesiones en la piel digestiva y también afectaciones neurológicas como convulsiones. Si es una exposición crónica, es decir exposiciones en dosis bajas por periodos prolongados de tiempo, entonces las manifestaciones tienen a ser más neurológicas, como trastornos de tipo psiquiátrico”, explica la toxicóloga Maiween Calvo Trujillo para Infobae Colombia.
Las fuentes de origen
Llevados por la necesidad de tener una idea del estado de salud que tienen los habitantes de Tierra Bomba y la posible influencia de contaminantes industriales, la investigadora Alejandra Manjarrés, con la tutoría del profesor Jesús Olivero, en el marco del doctorado en Toxicología Ambiental de la Universidad de Cartagena, se dieron a la tarea de desarrollar esta investigación, financiada por el Ministerio de Ciencias.
Para ellos, es bien sabido que la isla, por su localización, recibe influencia de las emisiones provenientes del proceso productivo de las empresas que se encuentran en la zona industrial de Mamonal, tanto por aire como por agua. Este último a través de la Bahía de Cartagena, la cual ha sido escenario de varios accidentes que involucran la presencia de metales pesados e hidrocarburos.
“La principal fuente de mercurio en esta zona son los sedimentos de la bahía, los cuales están contaminados por consecuencia de los derrames de la extinta empresa de cloro-álcali que operaba en esta zona”, explica Manjarrés.
Si los resultados en la población de Tierra Bomba son evidentes, en San Onofre las cosas no son diferentes. De hecho, uno de los hallazgos permite esclarecer mayor exposición al mercurio en los jóvenes sucreños y esto no significa necesariamente que la contaminación de la zona sea mayor. De hecho, una de las causales más importantes que señala el estudio vincula la dieta con los niveles de mercurio. Pues en la medida en la cual las condiciones socioeconómicas de la isla de Tierra Bomba, son más favorables, los hábitos alimenticios cambian. Así, en el caso de San Onofre, donde es más difícil el acceso a alimentos diferentes al pescado, las comunidades recurren a éste como una fuente que garantiza su seguridad alimentaria.
¿Y cómo afecta esto a los jóvenes sucreños? Si bien el mercurio es un metal vinculado con la extracción de oro, su uso no es exclusivo de la industria aurífera, también es empleado en actividades como la producción de cemento, la fundición de metales, la incineración de residuos, hierro y producción de acero; una vez entra en contacto con el agua, llega a los sedimentos, donde las bacterias locales le dan acceso al metal a la cadena alimenticia hasta llegar a los humanos.
El mercurio llega a los peces, que lo van acumulando. Por eso, cuando se le pregunta a Manjarrés sobre las posibles acciones que deben tomar quienes consumen de manera frecuente pescado, la experta insiste en que “como los niveles estuvieron por encima, pero no muy elevados, la recomendación es la vigilancia y evitar el consumo de especies carnívoras. Así como intentar remediar la contaminación en la bahía, especialmente frente a la extinta planta de Álcalis de Colombia”.
Sin embargo, cuando se le pregunta sobre el hecho de suspender la ingesta de este tipo de alimentos, la experta también es enfática y explica que tal opción no es viable. “Si ellos viven de la pesca y es lo que está disponible no se les puede quitar. Es más fácil para muchos mirar qué pescados pueden ser mejores, cuáles acumulan menos mercurio dependiendo del eslabón de la cadena trófica en la que se encuentran. Esto tiene que ver con la preferencia carnívora de los peces y de su tamaño. Peces carnívoros y de gran tamaño, deben evitarse en la dieta”, explica.
Una cuestión que va más allá de la dieta
“A pesar de que Colombia es signataria del convenio de Minamata, el cual prohíbe usar mercurio en minería y otras aplicaciones, nadie hace nada por cambiar la situación”, reza la columna escrita el pasado 7 de octubre en el diario Universal de Cartagena por el prefesor Olivero.
En esta, el experto hace referencia a otro estudio realizado en San Martín de Loba (Bolívar), donde según él, “todos están expuestos al mercurio, elemento altamente tóxico usado en la extracción del oro”.
En ese sentido, la presencia de este metal pesado en la vida de los habitantes de la región, no es solo una cuestión de la dieta, es una situación, que como bien señala Manjarrés, permite dar cuenta de una realidad que debe abordarse más allá, haciendo seguimiento constante desde la vigilancia ambiental y la salud, buscando alternativas que engloben la situación de manera más holística. “Necesitamos cambiar las tecnologías que usan el mercurio, especialmente en minería aurífera, es una de las soluciones urgentes al problema”, destaca el profesor Olivero para Infobae Colombia.
En ese sentido, cuando se le pregunta por el conocimiento que tienen las autoridades sobre el estudio, Manjarrés señala al EPA (Establecimiento Público Ambiental), como uno de los involucrados en la socialización de estos hallazgos, que desde su perspectiva merecen ser vistos al detalle y ser vigilados, pues, considerando los efectos de este metal en la salud de las personas, se hace necesario encender las alarmas de las autoridades para que puedan actuar a tiempo.
Al respecto, este medio intentó ponerse en contacto tanto con la directora del EPA, Cecilia Bermúdez, y el director de la Cardique, el señor Angelo Bacci Hernádez, sin lograr respuesta.
Partiendo del hecho de que actualmente Colombia, junto con 91 países más, hace parte del convenio de Minamata desde el año 2013, firma que se ratificó el 26 de agosto del 2019 y con la aprobación de la Ley 1658 del 15 de julio del 2013, por medio de la cual se establecen disposiciones para la comercialización y el uso de mercurio en las diferentes actividades industriales del país y se fijan requisitos e incentivos para su reducción y eliminación, la realidad sobre la presencia de este metal pesado, cada vez se deja ver con mayor frecuencia. El problema no es solo de los jóvenes, sino también de los más adultos y los niños, estos últimos corresponden a la población en mayor riesgo, dada la alta susceptibilidad de su sistema nervioso a recibir daños irreversibles.
Así las cosas, la realidad que han venido a habitar otras comunidades del país por su cercanía a la minería, hoy se traslada a las costas, donde el pescado de cada día, continúa representando una forma de quitar el hambre y una dosis pequeña de un tóxico letal que lentamente degrada el bienestar y la vida de las personas.
SEGUIR LEYENDO