Gustavo Petro en la Cumbre Mundial de Seguridad Alimentaria: “si Colombia importa menos maíz de los Estados Unidos, exporta menos cocaína”

El presidente de Colombia sugirió que se invierta en la industria alimentaria local y se proteja la producción nacional para que el país deje de exportar estupefacientes

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El presidente de Colombia pidió
El presidente de Colombia pidió ayuda para industrializar la altillanura colombiana.

Horas después de su intervención en la Asamblea General de las Naciones Unidas, que tuvo lugar en la mañana de este martes 20 de septiembre, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, se pronunció en la Cumbre Mundial de Seguridad Alimentaria y se refirió a la posibilidad de que Colombia se convierta en una industria alimentaria para combatir su problema como productor de estupefacientes.

El mandatario se refirió al concepto de seguridad alimentaria, al que calificó de problemático porque no tenía en cuenta la desigualdad de ingresos de la humanidad y hace vulnerables al hambre a ciertos sectores, que no pueden acceder a la comida producida pese a que hay suficiente para todos.

“Entre la oferta y la demanda, es decir, los ingresos efectivos, hay una categoría que se llama el precio. Parte de la humanidad. No puede comprar los nutrientes al precio que ofrece el mercado y surge hambre, surge la hambruna. Surge la vulnerabilidad alimentaria. Y no es de millones, sino de centenares de millones de personas”, dijo el mandatario.

Acto seguido, explicó que el concepto de soberanía alimentaria contrasta con el de seguridad alimentaria por dos factores: garantiza que los propios territorios puedan producir los nutrientes mínimos que necesita su población e incluye en la discusión sobre el alimento al campesinado, dado que “aún resiste en muchos países de nuestros continentes y aún es un eje fundamental en la producción de nutrientes para la humanidad”.

Petro añadió que el caso de Colombia es particular porque, pese a su gran potencial para la agricultura, solo una quinta parte del suelo apto es utilizado para sembrar. El resto, según él, es utilizado para acaparar terreno como estrategia de poder y para la actividad ganadera extensiva. Para él, los acuerdos de libre comercio sin restricciones a los alimentos locales permiten ese desperdicio. “Esa visión arcaica fue profundizada por el concepto de la seguridad alimentaria. Dado que los alimentos eran relativamente baratos para nosotros, exportadores de petróleo y de carbón en épocas de altos precios, era preferible importar los que producirlos”, explicó el presidente.

“Llegamos a importar 13 millones de toneladas, la mitad de ellas de maíz cuando al parecer, según la ciencia, el maíz fue descubierto por el ser humano en las tierras de lo que hoy es nuestra patria. Importamos de Estados Unidos y del Canadá. Allá es más productivo si se mide por toneladas por hectárea que en Colombia, pero es muchísimo más intensivo en el consumo de combustibles fósiles que en Colombia. ¿Cuál de las dos medidas es más pertinente para la realidad actual?”, preguntó.

El mandatario fue incisivo en pedir a la comunidad internacional que colabore con el empoderamiento de los campesinos colombianos, económica, social y políticamente, para que el país deje de producir estupefacientes. “Es un camino diferente, como esta mañana lo decía, a la mal llamada guerra contra las drogas: si Colombia produce más agricultura y alimentos, más maíz, si importa menos maíz de los Estados Unidos, exporta menos cocaína. ¿Cuál de los dos caminos preferimos?”, dijo.

Petro usó de nuevo la comparación entre la altillanura colombiana y el mapa de Ucrania, país que provee insumos a todo el mundo y tiene la mitad del tamaño del occidente colombiano. “Este territorio tiene muchísima más agua que Ucrania y no puede ser bloqueado por Turquía o por cualquier otra potencia, porque está exactamente en la mitad del camino entre el océano Atlántico y el océano Pacífico. El camino planetario. Sin embargo, allí no se produce alimentos”, apuntó.

“Habría que hacer inversiones: un ferrocarril como veíamos en las películas del oeste de los Estados Unidos, una apertura de una nueva frontera agraria, como dice el Banco Mundial, que la bautiza como la última frontera agraria posible en la humanidad, con tanta potencialidad o más como Ucrania. Solo que necesitamos —y no tenemos— los recursos para abrir esa frontera que, entre otras, ayudaría a aliviar las cargas y las presiones económicas sobre la selva amazónica natural. Ahí hay una oportunidad de inversiones. Quizás en otras partes del mundo podamos hacer lo mismo”, concluyó el mandatario.

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