Beatriz González reflexiona sobre los desaparecidos en un monumento construido a partir de las armas de las Farc

“Brumas”, la muestra que reúne el trabajo reciente de la maestra González, nace de una invitación que le hace Doris Salcedo para exponer en ‘Fragmentos’, un espacio de “arte y memoria” construido en parte con el material fundido de las armas de la guerrilla

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La exposición se inauguró el jueves 15 de septiembre de 2022 y estará abierta hasta mayo de 2023. Foto: Sergio Rodríguez.
La exposición se inauguró el jueves 15 de septiembre de 2022 y estará abierta hasta mayo de 2023. Foto: Sergio Rodríguez.

Entrar a Fragmentos, el contra-monumento nacido del Acuerdo Final de Paz, es caminar sobre las armas que alguna vez, en manos de la guerrilla de las Farc, desaparecieron y acabaron con miles de vidas. También es entrar en un espacio silencioso y vacío en el que se cuela, como un susurro, el eco de los golpes con los que las mujeres víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado dieron forma a esas ‘baldosas’.

Entrar a “Fragmentos” es, también, desde el 15 de septiembre, encontrarse con “Bruma”, la muestra del trabajo más reciente de, tal vez, la pintora viva más importante de Colombia, Beatriz González.

Con la curaduría de María Belén Sáez de Ibarra, directora de la División de Patrimonio Cultural de la Universidad Nacional de Colombia, se exhiben 27 obras que conforman “A posteriori”, una instalación, realizada en papel de colgadura. Para esta instalación, González reprodujo nuevamente seis de los ocho dibujos que conforman Auras anónimas, la obra que hace más de 25 años González creó en los columbarios del Cementerio Central de Bogotá, y que ahora se traslada simbólicamente al contra-monumento.

La exposición nace a comienzos de 2022, cuando Doris Salcedo, la creadora de “Fragmentos” y una de las artistas contemporáneas más importantes del país, invitó a la maestra Beatriz González a exhibir las lápidas que conformaban Auras Anónimas en su estado de afectación actual, “que atestigua su historia de lucha por la supervivencia, pero el proyecto encontró dificultades de conservación y cronograma que imposibilitaron su ejecución”, señala Sáez de Ibarra en el texto de la exposición

González, junto con Salcedo y Sáez de Ibarra, decidió que, más que mover las lápidas de su sitio, en los columbarios, se deberían pintar una vez más. “Como la maestra pinta tan bien, pues que pintara, ¿no?”, le dijo Saéz de Ibarra a Infobae Colombia durante una visita previa a la inauguración de la exposición.

Sin embargo, no se trata de una mera reproducción de “Auras Anónimas”, la maestra González trabajó de nuevo las imágenes de los cargueros, esta vez, diluyendo sus formas, sus siluetas que se disuelven en una bruma.

“Hoy, no son esas imágenes perfiladas, no todo está definido, sino que para ella, en este momento, su obra ya está tan incorporada en su ser que es una imagen que no representa, sino que es una encriptación de la memoria, es una imagen prerretiniana, es una imagen que ve por dentro. Ella está pintando lo que por dentro ve. Eso es lo impresionante de que esté hecho ahora, si tú ves todos esos cargueros, que es una imagen que se repite, que se repite, como ella dice, porque se repite este conflicto eternamente. ¡Hasta dónde vamos a parar! Y vamos a tener que seguir hablando y diciéndolo y pintándolo una y otra vez”, dice Sáez de Ibarra.

Las pinturas que resultaron de ese nuevo acercamiento a las imágenes de los cargueros se reprodujeron en un papel de colgadura que cubre todas las paredes de la sala principal. Con esta obra, la maestra González hace converger sus intereses tanto temáticos (la memoria, el duelo) como plásticos (la repetición mecánica, la obra gráfica).

Al respecto, Sáez de Ibarra explica que a González “le interesa mucho la obra gráfica precisamente por eso, porque la obra gráfica permite una repetición infinita. La sensación que tú tienes acá es de infinitud, ya no son 10.000 tumbas, ahora son todos los desaparecidos, todos, los de Colombia y los del mundo. Es un lugar sacrosanto para conmemorar esas vidas, que no son superfluas, sino al contrario, que valían la pena y que no debieron haber sido desaparecidas y que necesitamos ese descanso. Que esas almas que están en esa fantasmagoría que le da también la bruma a la exposición tengan un descanso, pero también que los buscadores, los cargueros y todos tengan un descanso, porque siguen vagando, cargando cuerpos por las montañas. Esos personajes que ahora agrega son campesinos buscando a sus propios seres queridos cavando la tierra, cuando deberían estar sembrando, pero en realidad están sacando a sus seres queridos y están sometidos a toda clase de peligros y de violencia extrema”.

En el texto de sala, y ahora, usted habla de una ‘encriptación de la memoria’, ¿también podemos pensar que es una suerte de sublimación de esa memoria?

Yo creo que la instalación, al encontrarse con este otro contra-monumento, pienso que sí genera una situación en la que parece un lugar sacrosanto, parece un lugar místico y es un lugar de la empatía sagrada, si eso es sublimar entonces estoy de acuerdo.

Qué es encriptar, esos términos son muy propios del lenguaje contemporáneo de lo digital. Cuando quieren asegurar que algo no sea descifrable fácilmente lo encriptan; entonces, estos son códigos que se elaboran como en una especie de proceso de conocimiento muy particular del arte y es que puede, de alguna manera, imaginar otras forma de conocer las cosas y esa imagen que se repite, se repite ya brumosa, que ella ve dentro de sí, es ya como una lágrima que contiene para siempre, para la eternidad, ese momento.

Pero también es un código súper sencillo que es tomado de la realidad material, directamente del aquí y del ahora y siempre en tiempo presente, que es el tiempo del historiador material, en donde comparece el pasado, una y otra vez, en el presente, en cada acto de rememoración, a mí me parece que ella es muy directa, muy clara.

“Aquí se retoma la intención que tiene mi obra, que es la repetición, porque hay que insistir mucho en Colombia, en ciertas frases, en ciertos pensamientos; es una insistencia en la situación del país, es una insistencia en que no se repita más”. Beatriz González. Foto: Sergio Rodríguez.
“Aquí se retoma la intención que tiene mi obra, que es la repetición, porque hay que insistir mucho en Colombia, en ciertas frases, en ciertos pensamientos; es una insistencia en la situación del país, es una insistencia en que no se repita más”. Beatriz González. Foto: Sergio Rodríguez.

“Bruma” es una instalación en la que las paredes de una de las salas de “Fragmentos” se cubre con un papel de colgadura en el que se repiten, una y otra vez, cargueros que llevan cuerpos muertos, cuerpos desaparecidos. Sobre esto Saéz de Ibarra, comenta que, si bien es papel de colgadura “se siente muy pintura, no es obra gráfica”.

“Hay un momento en el que para ella el papel de colgadura se volvió netamente pintura y creo que es la expresión máxima de lo que siempre ella quizás vislumbró y es que ella quería usar papel de colgadura como una forma muy importante de expresión y es aquí donde realmente, por primera vez, y seguramente de aquí en adelante, se seguirá haciendo con más frecuencia. Pero es aquí donde se expresa en plenitud esa forma de trabajar, esa técnica, por decirlo de alguna manera, esa técnica gráfica que siempre le interesó y aquí llega a su máximo desarrollo”.

En esta instalación se encuentran dos obras, dos contra-monumentos, “Fragmentos” y “Bruma”, ¿cómo se da ese diálogo?

Eso era lo más importante, ese encuentro. Aquí hay una fusión. Creo que hay un complemento impresionante, las dos se potencian mucho. Doris (Salcedo) ha insistido mucho en que este lugar, siendo una escultura de piso, en realidad es una instalación. Ella es una gran instaladora y lo que busca, finalmente, es generar ese gran vacío y silencio, y en ese gran espacio vacío, ella (Beatriz González) viene con esa pintura y esos cargueros que llevan esos cuerpos, repetidos y repetidos. Eso adquiere una potencia impresionante, porque al mismo tiempo que es un gran espacio, se vuelve un espacio en el que uno siente una suerte de enclaustramiento. Uno se siente en la tumba. Ella quiso cerrar la tumba, pero ya uno no está viendo desde afuera, sino desde adentro.

Bruma estará abierta al público en Fragmentos desde el 15 de septiembre de 2022, hasta mayo de 2023. Foto: Sergio Rodríguez.
Bruma estará abierta al público en Fragmentos desde el 15 de septiembre de 2022, hasta mayo de 2023. Foto: Sergio Rodríguez.

La muestra también incluye 20 pinturas recientes, entre las que destacan Panorámica agreste, Proyecto telón de guerra y paz I, Guerra, y Cargueros con montañas. Además, hay seis libretas de dibujos que van del óleo al grafito, el carboncillo y la sanguina.

Foto: Sergio Rodríguez.
Foto: Sergio Rodríguez.

Sobre estos dibujos y pinturas, Sáez de Ibarra dice que incluirlos en la exposición solo tiene una razón: “son unas joyas. Es que uno ya a esa edad no tiene presa mala. Es una maravilla. Ella está en su mejor momento artístico para mí. Tiene una síntesis. Todo lo que es indispensable sale”.

Foto: Sergio Rodríguez.
Foto: Sergio Rodríguez.

En estos dibujos se ve a una pintora en completo dominio del lenguaje, de la técnica y de los personajes, pues, como dice la curadora de la muestra, “esos son los campesinos, pero también puede ser... ella siempre insiste que son herramientas de la antigüedad. Tan antiguas como la agricultura. Esto puede ser etrusco, puede ser rupestre. Pero también son campesinos llevando costales, pero aquí va el cuerpo –señala un dibujo–, aquí le pone ella el cuerpo. Toda esa abstracción de la imagen, esa bruma. Me parece que son unas piezas extraordinarias y significativas”.

Estas imágenes, tanto los columbarios como algunos de los bocetos expuestos, tienen una fuerte carga simbólica, pues recuerdan esa imaginería judeocristiana que subyace en la piel de occidente. La instalación de Beatriz González busca, también, sacralizar la memoria.

“Yo creo que si la empatía tiene que ver con lo sagrado, sí. Es la necesidad de generar espacios empáticos donde tengamos la capacidad, realmente, de conectarnos a profundidad con valores que nos hagan actuar buscando justicia, reparación, porque estas vidas importan. Es un lugar también en donde se dignifiquen, y quizás lo sagrado es la gran forma de expresión de la dignidad, de la dignidad de la vida. Lo sagrado es finalmente el infinito goce de existir y la plenitud del amor que lo hace posible. Digamos en una definición como spinociana, que me parece muy hermosa porque no nos inscribe en ninguna religión, pero sí le da a la vida de cada uno de nosotros una importancia única, porque somos irrepetibles, y todas estas vidas nos importan y es una forma de hacer justicia que hagamos un acto público de conmemoración de esas vidas”.
Foto: Sergio Rodríguez.
Foto: Sergio Rodríguez.

Bruma estará abierta al público en “Fragmentos” desde el 15 de septiembre de 2022, hasta mayo de 2023.

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