Son varios los mitos que existen alrededor de la sexualidad, pues la desinformación y la industria del entretenimiento para adultos se han encargado de generar dudas que, entre otras cosas, suelen causar confusión e inseguridad en las personas a la hora de tener intimidad.
Una de las más comunes, por ejemplo, trata sobre el tamaño del pene, del cual se ha dicho que entre más tamaño mayor es el placer que causa a la pareja. Sin embargo, el doctor Andrés Felipe Gallego, director médico de Boston Medical Group, se encargó de desmentir esta falsa creencia en una entrevista con Infobae Colombia.
“El tamaño no importa por varias razones. Lo primero es que la contextura del hombre latino, en su gran mayoría, no da para tener penes excesivamente grandes, sino de un tamaño promedio (13 y 18 centímetros en erección) y a esto nos ha llevado el tema de la pornografía, porque los actores que allí aparecen son personas que están por fuera de la media, entonces es como ver una película de Rambo y creer que todos los militares son iguales a él (...) Por otro lado, se debe recordar que la anatomía femenina y masculina está enfocada en la sensibilidad de puntos clave: en el hombre está en el glande, donde hay más de cinco mil terminaciones nerviosas que son las responsables de la mayor parte de la sensibilidad; mientras que en la mujer estamos hablando de más de setenta mil terminaciones nerviosas en el clítoris. Así que más importante que el tamaño es un adecuado estímulo”, explicó.
Otra de las mentiras que suele rondar a la hora de hablar sobre el acto sexual es su duración, pues hay quienes afirman que el hombre debe tener un rendimiento cercano o superior a una hora para ser considerado como un ‘buen polvo’. No obstante, la realidad es otra.
“Hay que desmentir que el tiempo es equivalente al placer. Yo siempre le digo a mis pacientes: ‘eso de meter y sacar como una máquina de coser no es placer’, eso nos lo vende la industria pronográfica. Los estudios que se han hecho al respecto determinan que el tiempo promedio de una relación sexual es de 7 a 12 minutos, desde la penetración hasta la eyaculación. Ahora bien, hay pacientes que parecen olvidar que el sexo no es solo penetración sino que hay otras formas previas y posteriores de generar placer en la pareja”, agregó Andrés Felipe Gallego.
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¿La mujer debe eyacular siempre que llega al orgasmo?, es otra de las preguntas más frecuentes que existe entre la población mundial, pero para el Magíster en sexología y educación sexual de la UNED este es otro de los mitos generados por las películas de entretenimiento adulto.
“La eyaculación femenina es infrecuente. Hay una serie de glándulas que están en la zona del introito vaginal que, en algunas mujeres, genera una secresión similar al líquido seminal masculino, pero no es tan frecuente como nos lo vende la pornografía y no está tan asociada al orgasmo. Es decir, una mujer puede alcanzar un orgasmo adecuadamente sin necesidad de expulsar ningún tipo de sustancia”, mencionó el experto en sexualidad.
Por último, el director de Boston Medical Group se refirió al tema de la masturbación masculina, ya que mucho se ha comentado que abusar de estos estímulos genera eyaculación precoz o algún grado de disfunción erectil y, en efecto, mencionó que generar hábitos inadecuados puede desencadenar en dichos padecimientos sexuales.
“Lo que quiero decir aquí es que no es por la masturbación como tal, sino porque se generan hábitos inadecuados. La autoexploración es un proceso natural de autoaprendizaje que se desarrolla durante la adolescencia y que, en mi modo de ver como sexólogo, es necesario porque es importante saber qué me gusta sentir y disfrutar a nivel físico y emocional, para así transmitirlo a mi pareja. Ahora bien, es cuando nos masturbamos por un placer inmediato y sin disfrutar el momento que se acortan los tiempos de eyaculación en una relación sexual. Además, con las personas que si no ven pornografía no logran una excitación, es con quienes entramos a determinar que está padeciendo de alguna parafilia (fetiche) dependiente, pues necesitan un tercer estímulo diferente al que puede generarse en un encuentro sexual”, concluyó Andrés Felipe Gallego
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