Las historias detrás de las montañas de Dabeiba están llenas de recuerdos manchados por la violencia. Los campesinos y caficultores del municipio del occidente antioqueño nunca pensaron que alguna vez caminarían por el territorio en un ambiente de paz y mucho menos que tendrían una razón para quedarse.
“De alguna manera se hicieron realidad nuestros sueños”, dijo Soraida Salas, representante legal de Aprocad, una asociación de productores de café de alta calidad en Dabeiba. Lo que alguna vez pareció una fantasía lejana hoy es un hecho: en el municipio cuentan con una central de beneficio de café cereza que le garantiza una economía estable a 374 familias afiliadas.
De acuerdo con la Federación Nacional de Cafeteros, en total 1.530 familias en la región son beneficiadas indirectamente con la central. “En el municipio hay 117 veredas y de estas, 63 son productoras de café, por lo que dependen de esta actividad”, manifestó Diana Agudelo, vocera de la Agencia de Renovación del Territorio (ART). Así pues, el proyecto se volvió un pilar en la economía del territorio antioqueño.
Las barreras de la violencia
Las raíces de Dabeiba prácticamente son de café, pues sus habitantes crecieron y se enamoraron del producto. “Nosotros somos campesinos de toda la vida y nos criaron con el cultivo”, explicó Unaldo Sánchez, uno de los beneficiarios del proyecto. A pesar de que el conocimiento casi que lo llevan en la sangre, la presencia de grupos armados al margen de la ley impedía que sus cultivos prosperaran.
“Por el miedo a salir, muchas veces el café se nos caía y los trabajadores no lograban recolectarlo”, señaló el campesino. Incluso, el proceso de venta era muy difícil. “Hubo una época en la que salir al pueblo era un riesgo porque a uno lo tachaban de guerrillero. Muchas personas perdieron la vida por eso”, añadió.
En la zona de la subregión del Urabá antioqueño había presencia de grupos paramilitares y de la extinta guerrilla de las Farc. Capítulos como la masacre de 1997 siguen en la memoria de la población; sin embargo, un hecho marcó un antes y un después para Dabeiba —y para el país— llenándolos de esperanza: la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y las mencionadas Farc en 2016.
El regreso de los desplazados
Con la paz firmada, el retorno de aquellos que sufrieron el desplazamiento forzado no dio espera. “Para nosotros es muy bueno, uno ve a la gente animada sembrando café”, puntualizó Sánchez. Con la central de beneficio, los dabeibanos no solo empezaron a tener razones para volver, sino para quedarse en el territorio.
“Cuando estaba joven, de los 15 a los 20 años, uno quería ver cosas nuevas y lo que nos tocó ver fue violencia. Ahí uno quedaba como oprimido”, manifestó el campesino que también hace parte de la mesa directiva de Aprocad. Ahora, su perspectiva ha cambiado, “con el proceso de paz, la mente empezó a abrirse para ver cosas nuevas, que sí eran posibles”.
Entre las personas que tuvieron que abandonar el territorio estaba Soraida Salas, quien regresó incluso antes de la firma del Acuerdo. “En 2002 o 2003, por temas de violencia y por temas económicos, me voy a Medellín —detalló la caficultora— Regresé de nuevo a Dabeiba en 2012 y empiezo a involucrarme en todo el proceso de lo que es el café”.
Salas comenzó como secretaria en Aprocad, cuando apenas se consolidaba como una asociación ante la Cámara de Comercio. En dos años logró ascender a representante legal, ayudando a la región y a las mujeres que hacen parte de ella. “Se han ido empoderando de esos procesos y han tenido mucha presencia para liderarlos”, expuso la caficultora. Actualmente, de las 374 familias asociadas, 90 mujeres son dueñas de sus lotes y trabajan su café directamente.
Dabeiba: un municipio PDET
El camino para hacer realidad la central de beneficio fue largo. El sueño nació en principio de los líderes cafeteros y fundadores de Aprocad y según Soraida, Dabeiba no era el lugar que habían pensado para construirla: “La idea original era tener un megaproyecto de estos dentro de la región”. Aun así, empezó a tomar fuerza y cuando llegó la Agencia de Renovación del Territorio (ART), lo que pensaban se transformó en un proyecto.
La ART es la entidad encargada de gestionar los 561 proyectos que se lideran en 170 municipios golpeados por el conflicto armado. Con lo firmado en La Habana, se estableció que estos territorios contarían con los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), con el objetivo de estabilizar y transformar las zonas más afectadas por la violencia; entre ellas está Dabeiba.
“Todo inició en 2017. Se realizaron reuniones con las comunidades y concertamos realmente a qué se iba a apuntar con la inversión”, comentó Diana Agudelo, vocera de la ART. Después de definir la construcción de la planta, el modelo de negocio y otros detalles, en 2018 y 2019 empezó su ejecución y “se hizo la entrega oficial en diciembre de 2020″.
Salas destacó que todo lo que se ha logrado no sería posible sin ese apoyo. “Sin los PDET, esta central no hubiera sido una realidad porque antes de que llegara la ART, en temas de procesos y costos no había otra entidad que pudiera hacerle frente”, aseguró la representante legal.
Dabeiba se despidió de la cosecha tradicional
Con la central de beneficio, los caficultores —que tenían el conocimiento de la siembra desde hace décadas— se acoplaron a un nuevo modelo, en el que incluso la retribución económica cambió a su favor.
Diana Agudelo explicó que la manera tradicional de sembrar café consiste en que el caficultor hace una inversión —con un préstamo endeudándose en bancos— de aproximadamente 15 millones de pesos en su predio. Con el proyecto, “lo que se buscaba era hacer una planta que pudiese beneficiar a muchas familias de manera asociativa” y así evitar ese gasto. El impacto directo llega a 28 veredas de tres corregimientos del municipio: Camparrusia, La Balsita y San José de Urama.
Los días en los que llevaban el café a lomo de mula con largos trayectos también cambiaron. “La planta de café cereza está ubicada en el sector El Mango, que es un punto muy central entre estos tres corregimientos”, explicó la vocera de la ART. Además, apenas recogen su grano de café pueden contar con su dinero, cosa que confirmó Soraida Salas:
—Hoy me voy a coger café y por la tarde tengo plata, esa es la gran diferencia.
Paissana: el resultado del proyecto estrella
El aroma del café de Dabeiba no solo quedó en Antioquia, sino que ya está empaquetado bajo la marca Paissana y se encuentra en góndolas de almacenes Éxito y Carulla. Su comercialización es motivo de orgullo tanto para los caficultores como para sus aliados: la ART, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Federación Nacional de Cafeteros y la Cooperativa de Occidente.
Para llegar a estos almacenes de cadena, la Cooperativa de Occidente fue clave. “Hemos apoyado mucho todo el proceso para que los cafés cumplan con unos estándares de calidad con atributos particulares, que hoy se ven reflejadas”, afirmó María Camila Muñoz, vocera del área de mercadeo y comercialización de la entidad.
Para Coopeoccidente, el café de Dabeiba es un producto estrella. “No solo se trata de un negocio rentable que está en crecimiento, sino que es el primero de los 561 proyectos de la ART que es comercializado bajo la marca Paissana y tiene reconocimiento en mercados nacionales”, aseguró Muñoz. Aunque lo que más resaltó de todo el proceso es que detrás del empaque, “hay una historia tan bonita que mirar gracias al apoyo que le estamos brindando a estas familias”.
Esa idea fue reforzada por Agudelo, quien consideró que lo más rescatable de todo el proyecto “es lograr visibilizar la importancia que tienen los campesinos en la sociedad”. Además, indicó que el empoderamiento que están empezando a tener los caficultores es esencial para que el proyecto se vuelva irreversible: “ahí se disminuye la posibilidad de que no sea sostenible en el tiempo”.
Dabeiba es el municipio en donde se cultiva café con aroma de esperanza —quizá también de paz—. Si bien la violencia es una memoria muy reciente, los caficultores empezaron a sembrar raíces en el territorio, pues ya encuentran razones para quedarse; Unaldo Sánchez contó una de ellas.
—Uno se enamora de ver que todas las familias colombianas, e incluso en otras partes del mundo, llevan una taza de café a la mesa.
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