La Universidad de Los Andes y el proyecto ‘COVIDA’ revelaron un estudio que demostró que el covid-19, durante su primera ola en 2020, afectó a las poblaciones más pobres de Bogotá, en especial a los estratos 1 y 2, pues eran quienes tenían que seguir con sus actividades económicas de manera normal a pesar de las restricciones de movilidad.
Los estratos más pobres tenían cuatro veces más probabilidades de haberse infectado que los más ricos. Los estratos más bajos se vieron especialmente afectados durante el primer periodo, mientras que los estratos medios y altos tuvieron una gran proporción de casos durante el segundo periodo.
El documento confirmó también que las personas con mejores ingresos tenían más posibilidad de seguir la cuarentena, lo que generó menos inmunidad.
Esto es coherente con la observación de que los estratos más altos tenían más probabilidades de estar sometidos a la cuarentena total en el periodo anterior, lo que significa que desarrollaron menos inmunidad y empezaron el segundo periodo con una alta proporción de individuos susceptibles.
Así mismo, el estudio reveló que el mecanismo PRASS para los estratos bajos no funcionó de buena manera, pues únicamente en 1 de cada 10 personas que salieron positivas para covid-19 fueron notificadas de la prueba, lo que aumentó la cantidad de contagios, pues no hicieron los aislamientos correspondientes.
Rachid Laajaj, uno de los científicos pioneros del estudio habló con Blu Radio y dijo que, “la gente que tiene buenas EPS, buenas prepagadas, pues recibieron mucho más rápido el resultado de sus pruebas y tienen más facilidad de acudir a ellas, a comparación de la gente con menos recursos y la posibilidad de acudir a una prueba COVID”.
Según los datos recogidos, con las pruebas diagnósticas aplicadas a más de 60 mil personas, factores sociodemográficos como el bajo nivel socioeconómico, número de convivientes, tipo de seguridad social y la ocupación, han mostrado una asociación con mayor probabilidad contagio con el SARS - CoV - 2 a nivel comunitario.
“El tamaño del hogar puede estar relacionado con la transmisión debido a que el distanciamiento físico es menos probable. Es más factible que uno o más miembros del hogar trabajen fuera de casa, por lo tanto, la transmisión del virus e infección pueden ser más altas”, explicó Andrea Ramírez, epidemióloga y profesora de la Facultad de Medicina.
Sobre la población migrante, el estudio de COVIDA no observó una asociación entre el estado migratorio y el riesgo de infección por SARS-CoV-2. Sin embargo, la evidencia sugiere que los migrantes tienen un alto riesgo de enfermedades transmisibles debido a factores como vivir en lugares con hacinamiento, falta de atención médica, además de sus precarias condiciones socioeconómicas. De hecho, se ha observado una mayor prevalencia de covid-19 en migrantes en regiones como España, África subsahariana, el Caribe y América Latina.
A pesar de que en el presente estudio no se observó que ser un inmigrante en sí mismo representaba un mayor riesgo de infección por SARS-CoV-2 (una vez controladas diferencias por otras características), observamos una tasa media de positividad más alta en los inmigrantes en comparación con los no inmigrantes (8,3% en comparación a 5,6 %, respectivamente).
Este hallazgo debe ser considerado a la luz de las condiciones de vulnerabilidad social a las que están sujetos los inmigrantes y podría ser utilizado para informar políticas públicas orientadas a grupos de alto riesgo.
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