Maestros y estudiantes de Bogotá regresaron el pasado 8 de julio a las clases presenciales, a pesar de la renuencia y hasta manifestaciones de los primeros. Se trata de una decisión de carácter obligatorio emitida por el Gobierno nacional, pero que ha causado molestia entre los docentes de todo el país, quienes se declaran en desacuerdo alegando falta de garantías de bioseguridad al interior de las instituciones. No obstante, la Secretaría Distrital de Educación, asegura que si las hay.
De hecho, la entidad recordó que entre las instrucciones impartidas para el retorno a las aulas se estipula que los rectores de cada colegio tienen libertad en la toma de decisiones referentes a las jornadas en las que se imparten las clases, se toman los descansos o se hace deporte, con el objetivo de evitar las aglomeraciones en los diferentes espacios de la institución.
En palabras de la Secretaría, por lo menos “los colegios oficiales podrán reorganizar las jornadas educativas para evitar la concurrencia de estudiantes en estos espacios mientras se logra la regularización del servicio educativo”.
Para ello, las 388 instituciones públicas podrán iniciar el proceso de regreso a las actividades educativas de manera presencial con jornadas educativas variadas de entre 4 y 5 horas a lo largo del día, como medida de carácter temporal. El objetivo es que la organización sea flexible en lo pedagógico y que su vez, en las dichos horarios se mantengan las condiciones de bioseguridad para no generar tumultos en las entradas y salidas de la institución o en horas de descanso.
Lo anterior teniendo en cuenta que si bien existe un requerimiento para que los estudiantes mantengan un distanciamiento de mínimo un metro, los estándares y capacidades máximas definidas en el Plan Maestro de Equipamientos Educativos y que han sido utilizados por la ciudad en los últimos 15 años, garantizan que se pueda cumplir dicha medida de bioseguridad sin limitar los aforos de los colegios oficiales, lo que implica la posibilidad de asistencia para la totalidad de los matriculados en cada uno.
No obstante, es de recordar que dentro del marco de esa misma flexibilidad se mantiene abierta la posibilidad de la alternancia, solo para los estudiantes, en ciertos casos, como cuando no se pueda cumplir el anterior requerimiento; cuando la entidad territorial o la institución educativa afronte una situación epidemiológica que amerite la suspensión temporal y provisional de las actividades académicas presenciales; o por razones de salud del alumno con ocasión de la pandemia.
Adicionalmente, se pide a las instituciones que los jóvenes se deben organizar en grupos de tal manera que se tenga control de las interacciones, para facilitar el rastreo e identificación de las personas ante posibles contagios, permitiendo el aislamiento preventivo del número pequeño de estudiantes que podrían haber adquirido el virus y minimizando las posibilidades de que se tenga que cerrar la totalidad del colegio.
De igual forma, recordaron que “en los salones donde se realicen actividades académicas y en los sitios donde se encuentren estudiantes, docentes y administrativos, se debe buscar que las ventanas y puertas se encuentren permanentemente abiertas para garantizar la adecuada ventilación de los espacios escolares”.
Por último, hay que recordar que el Distrito dice haber adaptado los establecimiento con la compra de más de 2 millones de elementos de bioseguridad y protección a los 400 colegios del Distrito, entre los que se incluyen 11.525 bases para dispensadores de gel antibacterial y jabón, 2.727 lavamos portátiles, 11.427 dispensadores de gel, 5.250 dispensadores de toallas desechables y 1.594.372 tapabocas para niñas, niños y jóvenes.
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