Hipinto, una de las gaseosas más importantes de Colombia, acaba de perder a uno de sus representantes: a los 85 años, Hipolito Pinto, empresario del norte del país y heredero del emporio, fallece.
Antes de ser empresario, Hipólito García fue una figura de relevancia cultural en los departamentos del Santander. Escritor, gestor cultural, además de preocuparse por el destino de la factoría que aguantó los embates de multinacionales y empresarios nacionales interesados en la formula de la gaseosa que dominó esta región del país, Hipolito Pinto fue el menor de una prolífica familia compuesta por diez vástagos entre don Hipólito Pinto Herrera y su esposa, Irene Parra Mantilla.
De su vida avanza que fue un avezado estudiante de medicina en el país austral de Argentina. Con posterioridad fue graduado de administración de empresas en la ciudad más latinoamericana de USA, como lo es Miami, a lo que con posterioridad vino una residencia de años en Norteamérica.
A su regreso a la natal Bucaramanga, repartió su tiempo entre el emporio de gaseosas, el golf y la literatura.
Sus amistades más cercanas, como Martha Pinto de Heart, confirmaron el impacto de su partida: “Era una persona muy inquieta, escribió cinco libros, el último lo entregó a la editorial tres días antes de morir. Escribía de todo y en su paso por Argentina aprendió mucho sobre música y cantaba tango”.
El empresario, devenido en figura pública, hizo parte, con su familia, en la construcción de un barrio emblemático en la ciudad de Bucaramanga, llamado La Victoria, construido gracias al aporte de la urbanizadora del mismo nombre.
A semejanza de Bogotá y su barrio La Perseverancia, esta urbanización fue edificada para trabajadores de la Factoría Hipinto.
De acuerdo con fuentes cercanas a la familia, fue contagiado por Covid-19, pero las autoridades forenses no han dictado veredicto sobre su condición.
Su familia programó honras virtuales para el viernes 11 de diciembre de 2020.
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