La papa es uno de los alimentos indispensables en la dieta de las familias colombianas. La popular combinación ACPM (Arroz, carne, papa y maduro) “desvara” el hambre cuando el bolsillo aprieta. Con un promedio de 90 kilos al año por cabeza, en 2019 el productor recibió $900 pesos por kilo en las distribuidoras mayoristas de papa en el centro del país. Pero a 2020 la situación es distinta: los precios no superan los $300 pesos en los comercios de recepción, por lo que cientos de campesinos salen a las carreteras a vender su producto a turistas y conductores que recorren Boyacá y Cundinamarca.
La crisis del sector, de acuerdo con Fedepapa, gremio que aglutina a los productores, tiene 3 elementos, dos de los cuales son producto de la coyuntura, que tanto el gobierno como los campesinos deben trabajar en lo que resta de 2020 para superar la angustia de los bajos precios y el desequilibrio que genera en la cadena productiva del sector, en un 80% compuesto de familias.
El primero está relacionado con la caída en la demanda provocada por la COVID-19 que obligó a los ciudadanos a restringir el consumo de alimentos provenientes del campo. Un factor agregado fue el cierre de bares, restaurantes, hoteles y servicios de catering, que para el gremio representan un 30% del consumo fijo de papa.
Atado a éste, el cambio climático jugó una mala pasada a los productores que sufrieron un verano prolongado en épocas inesperadas para sus cultivos. De acuerdo con Germán Palacio, gerente de Fedepapa: “La cosecha estuvo rodeada de un fenómeno climático. Pero eso no tiene que ver con las heladas que fueron a comienzo de 2020 , sino que en marzo, abril y mayo se esperaba que fuese como el invierno tradicional, pero en cambio fue un verano intenso, las siembras se corrieron, entonces las cosechas se movieron para octubre y noviembre”, afirmó en La República como uno de los motivos por las que el mercado parece “inundado” por la papa.
El gremio aduce que no hay sobreoferta sino alza en la producción en un estimado de una tonelada con respecto al año 2019: 2,6 millones de toneladas están listas para ser consumidas, pero la crisis sanitaria cambió el panorama de los alimentos en Colombia
El tercero está relacionado con la intermediación que aprovecha el excedente y lo eleva de precio para mantener la cuota del mercado. Fedepapa subraya que al poner la papa en las góndolas de los supermercados, lo que paga el ciudadano tiene poco qué ver con lo que recibe el productor en las distribuidoras. Esta carestía promovida por los intermediarios afecta el precio de la papa, dado que éste juega con papa procedente de otros países, especialmente la precocida que llega de Europa o Norteamérica, a un precio más barato que la nacional.
Catalina Mora, gerente de la Distribuidora Papera de Boyacá, explica el fenómeno de la caída en los precios como un asunto que atañe a los supermercados y las tiendas, y no tanto a los intermediarios: “Los inventarios acumulados de papa seconfiaban en el consumo de personas en casa, pero este año hemos visto cómo los supermercados y las tiendas de barrio, el consumidor pierde muchísimo porque le ponen un precio muchísimo mayor al que debería pagar. Eso entonces desestimula la compra”.
El ministro de agricultura, Rodolfo Zea, ha prometido ayudas para regular el precio a los pequeños productores mientras el sector atraviesa la contingencia de la COVID_19. Zea afirmó en declaraciones oficiales que “El incentivo a la comercialización de papa es por $30.000 millones de pesos y llegará a más de 25.000 productores. Con esto se moverán cerca de 200.000 toneladas”.
Pese al anuncio gubernamental de generar incentivos para la adquisición y puesta en el mercado a un precio accesible, la iniciativa de pequeños productores de salir a paro en la segunda semana de noviembre está en firme.