José Bayron Piedrahíta Ceballos se codeaba con la élite colombiana, camuflado como un exitoso ganadero y empresario mientras en realidad era uno de los grandes capos del narcotráfico del país de los últimos 30 años. Se inició como cuidandero (custodio de una finca) del Cartel de Cali, luego se convirtió en su socio, se alió con paramilitares y finalmente formó un imperio de compañías para lavar activos del negocio ilícito. Por mucho tiempo pasó desapercibido para las autoridades nacionales hasta hace unos meses, cuando le imputaron los primeros cargos, cuando ya había pedido su extradición Estados Unidos.
El 'Árabe', como se le conoce, comenzó su carrera criminal custodiando los laboratorios de procesamiento de cocaína del Cartel de Cali, según información de inteligencia de Estados Unidos. Pero rápidamente pasó a tener una relación directa con los cabecillas de la organización, los hermanos Gilberto y Rodríguez Orejuela, quienes ingresaron a ese país algo así como 200.000 kilos de cocaína. Fue uno de los exiliados de Medellín por Pablo Escobar, quien lo obligó a irse de la ciudad por diferencias en el negocio de la droga.
Con la muerte de Escobar, Piedrahita regresó a Antioquia, donde se alió con grupos paramilitares que operaban el Bajo Cauca y con la banda criminal 'La Oficina', el reducto de la red de sicariato que creó el extinto líder del Cartel de Medellín. Incluso, tras la caída definitiva del Cartel de Cali estuvo relacionado con el Cartel del Norte del Valle. A todos los vio desmoronarse en su propio imperio, no quedó ningún cartel ni las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) como se conocieron. Pero él se mantuvo muchos años después.
Aunque no se descarta su participación en el tráfico de droga, su consolidación en el mundo criminal, como amo de la región del Bajo Cauca Antioqueño, se dio con la formación de un imperio de empresas al servicio del lavado de activos del narcotráfico. Entre las compañías están la Subasta Ganadera de Caucasia, el Frigorífico del Cauca y la Arrocera Contadora, las principales fuentes de empleo para esta zona del país, por eso se mantuvo escondido bajo la fachada del gran empresario.
Bajo ese imperio alcanzó a lavar entre 15 y 20 millones de dólares en la década de los 90. Para ello, las autoridades han explicado que usaba la técnica del 'pitufeo', que consiste en ejecutar transacciones financieras en un patrón concreto calculado para evitar la creación de informes requeridos por la ley. En su caso, el sistema financiero colombiano obliga a reportar a las autoridades transacciones superiores a 10 millones de pesos, los montos de las empresas de Piedrahita siempre eran entre 9 y 9,9 millones de pesos.
La empresa Subasta Ganadera de Caucasia S. A. por muchos años reportó ese tipo de operaciones que resultaban dudosas, sumado a las enormes utilidades y el crecimiento desmedido de su patrimonio. Entonces, se sospechó de su vinculación con el narcotráfico, pero se cree que por importantes conexiones políticas no se le habría abierto ningún proceso judicial en su contra en Colombia. No pasó lo mismo con el gobierno de Estados Unidos, que desde su vinculación con el Cartel de Cali le venía siguiendo la pista.
Los cargos en su contra
Cuando la DEA lanzó en 1991 la operación Piedra Angular, con el objetivo de desenmascarar la red financiera del Cartel de Cali, el 'Árabe' apareció como pieza importante de la estructura. Ahí comenzaron a seguirle el rastro. En junio de 1996, un juez estadounidense pidió su captura en el marco de la operación Cornerstone, con la que se acabó con los Rodríguez Orejuela. Mientras tanto, Piedrahita se mantuvo prófugo hasta 2011 cuando consiguió levantar los cargos en su contra.
Ello, porque su expediente fue alterado ilegalmente por el agente especial antimafia Christopher Vincent Ciccione, del Departamento de Justicia de Estados Unidos, quien lo hizo aparecer en los registros como una "persona no identificada", y por eso más tarde el caso se cerró. En una ostentosa cena en un exclusivo restaurante de Bogotá, el 'Árabe' sobornó al agente federal con 20.000 dólares en efectivo y una estadía de cuatro días todo pago en el Hotel Marriot, con trago fino ilimitado y prostitutas caras.
Pero en 2014, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos inició una investigación contra la estructura financiera de la organización 'La Oficina' que lo vinculó como jefe de las operaciones de lavado de activos, junto a su esposa Claudia Jannet Castillo Londoño y sus dos hijos, y 11 reconocidas empresas colombianas y panameñas (alguna de la cual figuró incluso como testaferra de las FARC). Y en 2016 fue incluido en la lista Clinton, y se emitió una circular roja de Interpol en su contra.
Esta se hizo efectiva el 29 de septiembre de 2017, cuando agentes del CTI de la Fiscalía, minutos después del amanecer, tomaron la hacienda La Contadora, ubicada en Caucasia, en el Bajo Cauca antioqueño, donde Piedrahíta dormía. Lo arrestaron sin que opusiera resistencia, lo sentaron en la sala, le leyeron los cargos y se lo llevaron esposado. Al tiempo, en Argentina, donde tenía propiedades y residía gran parte del año, eran detenidos seis de sus socios, entre ellos Mateo Corvo, abogado de megaproyectos inmobiliarios por medio de los cuales también habrían lavado dinero.
Antes de su captura, Piedrahíta ya estaba en el radar de las autoridades argentinas por ser parte de una red de lavados de activos a la que le incautaron 15 millones de dólares, un café en Buenos Aires y un programa de construcción de ferrocarril del gobierno. Y en la que también habrían participado la organización criminal colombiana 'La Oficina'; la viuda e hijo de Pablo Escobar, María Victoria Henao y Juan Pablo; el exfutbolista colombiano Mauricio 'Chicho' Serna y los empresarios argentinos Mateo Corvo Dulcet y Antonio Pedro Ruiz.
Estados Unidos, por su parte, lo solicitó en extradición por "conspiración, obstrucción de la Justicia y soborno", por el caso Cornerstone. Pero en Colombia, pese a sus evidentes vínculos con el narcotráfico, no tenía ningún proceso en su contra. Incluso después de protagonizar, en septiembre del año pasado, una fiesta por la que pagó 9.578 dólares al mayor Luis Francisco Perdomo, director de la cárcel La Picota, de Bogotá, donde permanece recluido, para que lo dejara entrar familiares y amigos que se querían despedir antes de que lo enviaran al país norteamericano.
Hasta que finalmente en noviembre de 2018, la Fiscalía General anunció que imputó cargos a José Bayron Piedrahíta Ceballos por los delitos de lavado de activos, concierto para delinquir y cohecho por dar u ofrecer en hechos ocurridos en la década de los 90. El supuesto empresario ahora espera el viaje a Estados Unidos, luego de que la Corte Suprema avalara la solicitud de su extradición.
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