La “piel de gallina”, una reacción común que muchos experimentan, tiene raíces profundas en nuestra fisiología y evolución. Aunque suele asociarse con el frío, este fenómeno tiene múltiples causas y funciones que van más allá de la simple sensación térmica. Según un artículo de la Escuela de Medicina de Harvard (HMS), su nombre técnico es cutis anserina, aunque también se denomina piloerección o reflejo pilomotor.
El proceso detrás de la piel de gallina
La piel de gallina ocurre cuando pequeños músculos en los folículos pilosos, conocidos como arrectores pilorum, se contraen. Este movimiento, que tira de los vellos hacia arriba, transforma la piel de una superficie lisa a una rugosa, explica la HMS. Es una reacción involuntaria controlada por el sistema nervioso simpático, el mismo que activa la respuesta de lucha o huida. Según los Institutos Nacionales de la Salud (NIH), este proceso tiene implicaciones que van desde la regulación térmica hasta la respuesta emocional.
El HMS también destaca que esta reacción tiene un origen evolutivo. En animales con pelaje grueso, la piel de gallina ayuda a atrapar una capa de aire que funciona como aislamiento térmico. Para los humanos, cuyo cuerpo está cubierto de un vello más fino, esta función es menos significativa, aunque todavía cumple un papel menor en la conservación del calor.
Las diversas causas de la piel de gallina
Respuesta al frío
La causa más conocida de la piel de gallina es la exposición a temperaturas bajas. La contracción de los músculos de la piel genera calor, mientras los vellos levantados atrapan aire caliente cerca de la superficie, ayudando a mantener la temperatura corporal. Aunque este mecanismo es más efectivo en animales, todavía tiene cierto impacto en los humanos, especialmente en condiciones extremas.
Respuesta emocional
Más allá del frío, emociones intensas como el miedo, la admiración o la euforia también pueden desencadenar este reflejo. Ver una obra de arte conmovedora, escuchar música emotiva o enfrentar una situación peligrosa pueden activar la misma respuesta fisiológica, regulada por el sistema nervioso simpático.
Causas médicas
En casos poco frecuentes, la piel de gallina puede ser un síntoma de trastornos neurológicos o del sistema nervioso, como la epilepsia del lóbulo temporal. HMS advierte que, aunque es raro, esta relación médica existe y debe ser considerada en contextos clínicos específicos.
Más allá del frío: funciones inesperadas y hallazgos científicos
En 2020, un estudio publicado en la revista Cell reveló un vínculo sorprendente entre la piel de gallina y la regeneración del cabello. Según HMS, los nervios que activan los músculos responsables de la piloerección también están conectados con las células madre de los folículos pilosos. Estas células son fundamentales para el crecimiento del cabello, lo que sugiere que la piel de gallina podría tener un papel indirecto en la regeneración capilar.
Además, el mismo estudio identificó implicaciones potenciales en la cicatrización de heridas. Conforme a los NIH, estos hallazgos abren la puerta a nuevas investigaciones que podrían revolucionar tratamientos para la caída del cabello y problemas de la piel.
Importancia evolutiva y adaptativa
Aunque su relevancia ha disminuido en los humanos, la piel de gallina sigue siendo un vestigio de nuestro pasado evolutivo. En animales, especialmente aquellos con un pelaje denso, la piloerección no solo conserva el calor, sino que también sirve para aparentar mayor tamaño frente a depredadores. Este mecanismo de defensa resalta cómo la biología adapta sus respuestas a las necesidades de cada especie.
Para los humanos, su función adaptativa es menos clara. Como destaca HMS, la contracción de los músculos y el cierre de los poros ayudan a reducir la pérdida de calor, pero su impacto real es mínimo en comparación con otras estrategias térmicas.