El asteroide 2024 PT5, una roca de aproximadamente 10 metros de ancho, fue avistado por primera vez en agosto de 2024 antes de quedar temporalmente atrapado en la órbita terrestre entre septiembre y noviembre del mismo año, convirtiéndose en una “segunda luna” o mini-luna de la Tierra.
Este fenómeno -explica New Scientist-ocurre cuando pequeños objetos celestes, como asteroides, son capturados temporalmente por la gravedad del planeta, orbitándolo de forma transitoria antes de ser expulsados nuevamente al espacio o colisionar con la atmósfera terrestre.
El hallazgo representa el segundo caso documentado de un asteroide con posible origen lunar, lo que sugiere que fragmentos de la Luna podrían estar orbitando el espacio cercano a la Tierra.
A diferencia de los satélites artificiales o de la Luna misma, las mini-lunas como 2024 PT5 permanecen en la órbita terrestre solo durante cortos periodos de tiempo, lo que las hace difíciles de detectar y estudiar.
El descubrimiento de este objeto reafirma la posibilidad de que existan otras rocas lunares de tamaño similar orbitando temporalmente nuestro planeta, algunas de las cuales aún podrían estar sin identificar.
Este fenómeno natural ofrece a los científicos una oportunidad única para investigar la interacción gravitatoria entre la Tierra y cuerpos menores, además de explorar la dinámica orbital de fragmentos expulsados desde la superficie lunar.
¿Origen lunar?
El análisis del asteroide 2024 PT5, dirigido por Teddy Kareta del Observatorio Lowell, en Arizona, reveló características sorprendentes que apuntan a su posible origen lunar.
Para determinar su composición, el equipo examinó la luz reflejada por el objeto, una técnica utilizada comúnmente para estudiar asteroides y deducir su estructura química. Los resultados mostraron que 2024 PT5 es rico en piroxeno y bajo en olivino, una combinación de minerales que coincide con las muestras recolectadas por los astronautas de la misión Apolo 14 en 1971, cuando exploraron las tierras altas lunares.
Estas regiones de la superficie lunar, visibles como áreas más claras desde la Tierra, son conocidas por su antigüedad y por estar compuestas de materiales que han sufrido menos alteraciones geológicas a lo largo del tiempo.
Según Kareta, la coincidencia en la composición química sugiere que 2024 PT5 podría ser el resultado de un impacto reciente en las tierras altas lunares, ocurrido probablemente en los últimos 200.000 años.
Durante un evento de este tipo, el choque de un objeto contra la superficie de la Luna habría expulsado fragmentos al espacio, algunos de los cuales podrían haber quedado atrapados en órbitas cercanas a la Tierra debido a su baja velocidad de escape.
El estudio de estos fragmentos no solo proporciona pistas sobre la historia de la Luna y su superficie, sino que también demuestra cómo las interacciones gravitatorias entre la Tierra y la Luna pueden influir en la dispersión de materiales en el espacio cercano.
De confirmarse su origen lunar, 2024 PT5 se uniría al asteroide Kamo’oalewa, identificado en 2021, como uno de los pocos cuerpos con evidencia de haber provenido de la Luna. Ambos objetos comparten características particulares: son cuasi-satélites, es decir, tienen órbitas similares a la de la Tierra, y presentan una tonalidad rojiza, producto de la exposición prolongada al Sol.
Kareta describió este efecto como una especie de “bronceado de las rocas”, que ocurre cuando los materiales son irradiados durante largos periodos en el espacio.
Estos hallazgos refuerzan la hipótesis de que podrían existir otros fragmentos lunares orbitando cerca de la Tierra, aún sin ser descubiertos, lo que abre nuevas oportunidades para explorar la dinámica orbital y la interacción gravitacional entre nuestro planeta y cuerpos menores en el sistema Tierra-Luna.
La posible familia de fragmentos lunares cercanos
El descubrimiento del asteroide 2024 PT5 y su posible origen lunar llevó a los científicos a plantear la existencia de una población oculta de fragmentos lunares orbitando cerca de la Tierra.
Según Kareta, este hallazgo sugiere que estos asteroides podrían ser más comunes de lo que se pensaba. Al analizar la frecuencia de impactos en la Luna y el tiempo que estas rocas permanecen en el espacio antes de perderse en órbitas más amplias, Kareta estima que podrían existir al menos 16 asteroides de origen lunar cercanos a nuestro planeta.
Estas rocas, aunque pequeñas y difíciles de detectar debido a su tamaño y brillo tenue, podrían haber sido expulsadas de la superficie lunar por eventos de impacto recientes y capturadas temporalmente por la gravedad terrestre.
Sin embargo, los asteroides lunares como 2024 PT5 y Kamo’oalewa solo permanecen visibles en las proximidades de la Tierra durante períodos limitados, que se estiman en algunos millones de años.
Con el tiempo, sus órbitas se difuminan y estos objetos terminan perdiéndose en el espacio más amplio o confundidos entre los miles de asteroides cercanos a la Tierra. Renu Malhotra, de la Universidad de Arizona, explicó que esta transitoriedad, junto con su pequeño tamaño y escasa luminosidad, hace que estas rocas sean especialmente difíciles de identificar y rastrear.
Fragmentos lunares en la mira
China planea llevar a cabo la misión Tianwen-2 en 2025, cuyo objetivo principal será visitar el asteroide Kamo’oalewa, uno de los dos asteroides conocidos hasta ahora con un posible origen lunar.
Esta misión representa una oportunidad única para estudiar de cerca estos fragmentos lunares expulsados al espacio, como sugiere el hallazgo del reciente 2024 PT5. La exploración directa de Kamo’oalewa permitirá a los científicos analizar su composición y estructura, proporcionando información sobre los procesos de impacto en la superficie lunar y las características que comparten estos cuerpos celestes con las muestras recolectadas por las misiones Apolo.
Este tipo de investigación podría revelar huellas de impactos recientes, ofreciendo detalles clave sobre la evolución de la Luna y su relación con el sistema Tierra-Luna.
La misión Tianwen-2 forma parte del ambicioso programa espacial chino, que busca consolidar su liderazgo en la exploración de objetos cercanos a la Tierra.
De acuerdo con expertos como Malhotra, estos asteroides son considerados los “objetos más frescos y prístinos” que podrían haberse generado en tiempos recientes debido a impactos de alta energía.
La posibilidad de estudiar Kamo’oalewa de manera directa abrirá nuevas perspectivas sobre la dinámica orbital de estos fragmentos y su permanencia en órbitas cercanas a la Tierra. Además, la misión podría sentar las bases para futuras exploraciones de otros fragmentos lunares, ampliando nuestro conocimiento sobre la dispersión y captura gravitatoria de materiales provenientes de la Luna.
El descubrimiento del asteroide 2024 PT5 refuerza la teoría de que fragmentos lunares, expulsados al espacio por impactos en la superficie de la Luna, pueden ser capturados temporalmente por la gravedad terrestre, convirtiéndose en mini-lunas de nuestro planeta.
Este hallazgo, junto con el caso previo de Kamo’oalewa, sugiere que existe una población oculta de rocas lunares orbitando en el espacio cercano a la Tierra.
Aunque difíciles de detectar debido a su pequeño tamaño y débil luminosidad, estos cuerpos representan una oportunidad única para estudiar la historia de impactos lunares, así como las interacciones gravitacionales dentro del sistema Tierra-Luna, ampliando nuestro entendimiento sobre la dinámica orbital de objetos menores y la evolución del entorno espacial cercano.