Una investigación publicada en la revista Science Advances reveló que la relación entre humanos y perros podría ser mucho más antigua de lo que se pensaba en América. Restos arqueológicos descubiertos en Alaska empujan el vínculo entre los caninos y las sociedades humanas más de 10.000 atrás, lo que coloca esta conexión en una época cercana al final de la última Edad de Hielo.
Este hallazgo se produjo tras una excavación en el sitio arqueológico de Swan Point, ubicado aproximadamente a 110 kilómetros al sureste de Fairbanks, Alaska, donde se encontró un hueso de la pierna de un canino. Su análisis mediante datación por radiocarbono arrojó una antigüedad de unos 12.000 años.
De acuerdo con los arqueólogos, este descubrimiento sugiere que, desde ese tiempo, los perros ya podrían haber estado vinculados a los humanos en lo que hoy se conoce como América del Norte, 2.000 años antes de los registros previos sobre la domesticación canina en este continente.
François Lanoë, antropólogo de la Universidad de Arizona y coautor del estudio, explicó en una declaración que para los investigadores interesados en el poblamiento de las Américas, encontrar evidencia de perros en sitios arqueológicos es crucial. “Hasta que no se encuentren estos animales en los sitios, podemos especular, pero es difícil demostrarlo de manera concluyente. Por eso, este es un hallazgo significativo”, indicó Lanoë.
Un compañero casi místico: el perro como aliado en la supervivencia
En 2023, en una excavación separada realizada en el sitio cercano de Hollembaek Hill, el equipo descubrió una mandíbula de canino que databa de hace aproximadamente 8.100 años, la cual mostraba signos de haber sido domesticada por los humanos.
Lo más relevante de este hallazgo es que los análisis químicos de los restos indicaron que este perro, al igual que el encontrado en Swan Point, había consumido salmones, lo cual no era común en la dieta de los caninos salvajes de la época.
Ben Potter, arqueólogo de la Universidad de Alaska Fairbanks y coautor del estudio, señaló que esta es una evidencia crucial. “Este es el smoking gun (evidencia concluyente) porque los perros no iban tras el salmón en la naturaleza”, indicó. La presencia de estos restos de salmón en la dieta del canino sugiere que su relación con los humanos era mucho más estrecha de lo que se anticipaba, apoyando la teoría de que estos animales eran alimentados de manera regular por los primeros pobladores de América.
Este hallazgo refuerza la idea de que los perros podrían haber desempeñado un papel mucho más activo en la vida cotidiana de los pueblos prehistóricos, tal vez como cazadores auxiliares o incluso como guardianes. De igual manera, todavía es incierto si estos animales ya podían considerarse perros completamente domesticados o si simplemente eran lobos que habían comenzado un proceso de domesticación.
Desafíos genéticos: ¿lobos o perros?
A pesar de la evidencia comportamental que sugiere una relación estrecha entre humanos y perros, los estudios genéticos aún plantean dudas. Los restos encontrados en Swan Point y Hollembaek Hill podrían ser demasiado antiguos para estar relacionados genéticamente con los perros modernos.
Además, algunos investigadores plantearon la posibilidad de que los restos pertenezcan a lobos domesticados más que a perros, lo que aún deja abierta la pregunta de cómo y cuándo ocurrió la domesticación definitiva de estos animales.
El debate sobre la definición misma de un perro, una cuestión que desconcertó a los arqueólogos durante años, fue destacada por Potter. “Este estudio plantea una pregunta existencial: ¿Qué es un perro?”, reflexionó el arqueólogo, quien considera que las evidencias obtenidas ayudan a revaluar la historia evolutiva de estos animales en relación con los humanos.
El estudio también fue notable por su enfoque en la colaboración con las comunidades indígenas de Alaska, en particular con el Healy Lake Village Council, que representa a los pueblos Mendas Cha’ag. La tribu permitió la realización de pruebas genéticas en los restos hallados y, según Evelynn Combs, arqueóloga y miembro de la tribu, este tipo de colaboración es fundamental. “Es poco, pero es profundo; obtener el permiso adecuado y respetar a quienes viven en esa tierra es algo significativo”, comentó Combs.
Para las comunidades indígenas de la región, los perros no son solo animales de compañía, son seres espirituales. Combs compartió su experiencia personal con su propio perro, un labrador llamado Rosebud, destacando la importancia de este vínculo ancestral entre los humanos y sus perros, que perduró a través de los siglos. “Me gusta pensar que, en los registros históricos, esta relación de amor y compañerismo es algo repetible, algo que siempre ha existido”, afirmó Combs.
Este estudio no solo ofrece nuevas perspectivas sobre la antigüedad de la relación entre humanos y perros en América, también invita a reflexionar sobre la conexión profunda que existió entre las culturas humanas y los caninos a lo largo de la historia.
Los descubrimientos de Swan Point y Hollembaek Hill abren nuevas preguntas sobre el proceso de domesticación y el papel fundamental que los perros jugaron en el desarrollo de las primeras sociedades humanas, al mismo tiempo que reconocen la importancia cultural y espiritual que los pueblos indígenas otorgaron a estos animales a lo largo del tiempo.