El busto de Nefertiti: un descubrimiento arqueológico brillante y la larga lucha por su repatriación

Desde su hallazgo en 1912 en Tell el-Amarna, el busto de la reina egipcia ha sido un símbolo de belleza y controversia, generando debates sobre la propiedad y el retorno de las antigüedades

Guardar
En diciembre de 1912, se produjo el hallazgo del busto de Nefertiti (Gastón Taylor)
En diciembre de 1912, se produjo el hallazgo del busto de Nefertiti (Gastón Taylor)

En diciembre de 1912, el mundo de la arqueología vivió uno de sus descubrimientos más trascendentales: el hallazgo del busto de Nefertiti, una escultura de piedra caliza y estuco que representa a la antigua reina de Egipto. La figura de Nefertiti, consorte del faraón Akenatón, es una de las más emblemáticas de la historia egipcia, y su busto es considerado una de las obras más destacadas del arte del Antiguo Egipto. Pero detrás de su belleza, este hallazgo desencadenó una serie de controversias que aún persisten hoy en día, no solo sobre su origen, sino sobre su propiedad y su repatriación a Egipto.

El descubrimiento en Tell el-Amarna

El descubrimiento del busto de Nefertiti tuvo lugar en Tell el-Amarna (EFE)
El descubrimiento del busto de Nefertiti tuvo lugar en Tell el-Amarna (EFE)

El descubrimiento del busto de Nefertiti tuvo lugar en Tell el-Amarna, una ciudad construida en el siglo XIV a.C. bajo el reinado de Akenatón. Esta ciudad, también conocida como Akhetaton, fue el centro del movimiento religioso que Akenatón instauró, centrado en la adoración de Atón, el dios solar. El hallazgo fue realizado durante una excavación dirigida por el egiptólogo alemán Ludwig Borchardt, quien, a principios del siglo XX, comenzó a dirigir la excavación en este yacimiento con el apoyo de James Simon, un acaudalado coleccionista de arte.

A pesar de que Tell el-Amarna ya había sido parcialmente excavada en décadas anteriores, Borchardt y su equipo centraron su atención en una parte aún inexplorada: el taller del escultor Tutmosis, uno de los más renombrados en la corte de Akenatón. En este taller, los arqueólogos alemanes hicieron un hallazgo que cambiaría la historia de la arqueología: un busto de Nefertiti que parecía reflejar una perfección artística inigualable, la cual Borchardt describió en su diario como “la obra de arte egipcia más realista que jamás habíamos tenido en nuestras manos”. Según sus palabras, este busto pintado de 47 centímetros de altura destacaba por su realismo y su impresionante detalle, especialmente en la peluca azul de corte plano que portaba la reina, acompañada de una cinta enrollada que adornaba su cabeza.

Este descubrimiento fue inmediatamente reconocido como una obra excepcional y se convirtió en uno de los hallazgos más importantes del siglo XX, tanto por su belleza como por lo que representaba: la representación de una figura femenina en el arte egipcio, un dominio principalmente reservado para los faraones.

La controversia sobre la propiedad del busto

Desde el momento del hallazgo, surgieron tensiones sobre quién debería ser el legítimo propietario del busto de Nefertiti (Gastón Taylor)
Desde el momento del hallazgo, surgieron tensiones sobre quién debería ser el legítimo propietario del busto de Nefertiti (Gastón Taylor)

Desde el momento del hallazgo, surgieron tensiones sobre quién debería ser el legítimo propietario del busto de Nefertiti. Borchardt y su equipo, que contaban con una licencia de excavación otorgada por las autoridades egipcias, llevaron a cabo un acuerdo con Egipto en el cual se comprometían a compartir los hallazgos de la excavación. Sin embargo, el egiptólogo alemán no mostró el busto de Nefertiti con el entusiasmo esperado por parte de las autoridades egipcias. De hecho, en un acuerdo de 1913, Borchardt aparentemente optó por guardar el busto a la sombra, mostrándole una fotografía poco favorecedora a los inspectores de antigüedades egipcios, y dejando la pieza en una habitación con poca luz. En lugar de ser trasladado a Egipto, el busto fue enviado a Berlín y quedó en manos de James Simon, quien lo donó a los Museos Estatales de Berlín en 1920.

La legalidad de este acuerdo fue cuestionada por muchos. Aunque se argumentó que las prácticas arqueológicas de la época, especialmente las que involucraban excavaciones extranjeras, no eran claras en cuanto a la propiedad de los objetos encontrados, la controversia sobre si Egipto había sido engañado o no para permitir que el busto se trasladara a Alemania ha sido un tema de debate durante más de un siglo.

Reclamaciones y demandas de repatriación

Con el paso de los años, la cuestión de la repatriación del busto de Nefertiti se convirtió en una constante en las relaciones entre Alemania y Egipto. En 1929, las autoridades egipcias y alemanas estaban cerca de llegar a un acuerdo para devolver el busto, pero Adolf Hitler, quien en ese momento estaba en el poder, bloqueó el trato. La razón fue la profunda admiración que sentía por la pieza, lo que llevó a una serie de medidas para asegurarse de que el busto permaneciera en Berlín.

En las décadas posteriores, Egipto ha continuado presionando a Alemania para que devuelva el busto de Nefertiti. Las autoridades egipcias han argumentado que el busto fue adquirido de manera ilegal y han exigido su devolución como parte de una mayor iniciativa para recuperar las antigüedades saqueadas durante la época colonial. A lo largo de los años, Egipto ha tomado medidas diplomáticas, como negar permisos de excavación a arqueólogos alemanes y proponer intercambios de otras piezas de valor para lograr la restitución.

Uno de los arqueólogos más destacados en esta causa es Zahi Hawass, quien en varias ocasiones ha afirmado que el busto “salió de Egipto ilegalmente”. Las tensiones sobre la propiedad y repatriación del busto de Nefertiti siguen siendo un tema candente en la política cultural internacional.

Impacto cultural y controversia contemporánea

Hoy en día, el busto de Nefertiti se encuentra en una sala austera del Neues Museum de Berlín, donde ha estado desde su apertura en 1923. La pieza es un ícono no solo del arte egipcio, sino también de las tensiones en torno al patrimonio cultural y las luchas por la repatriación de bienes culturales. El arte como propiedad es una cuestión profundamente compleja que involucra no solo las leyes internacionales, sino también los derechos históricos de las naciones.

El debate sobre la propiedad del busto de Nefertiti no solo involucra aspectos legales, sino también cuestiones de justicia histórica. Por un lado, Egipto argumenta que el busto debe ser devuelto como parte de una reparación por el saqueo de antigüedades durante la época colonial. Por otro, Alemania defiende que la transacción fue realizada conforme a las normas internacionales de la época, y que el busto se encuentra en un museo que lo preserva para el beneficio de la humanidad.

El impacto cultural de este debate es significativo. Nefertiti, una figura histórica enigmática y poderosa, se ha convertido en un símbolo de los desafíos modernos relacionados con la preservación del patrimonio y la justicia cultural. La imagen de la reina egipcia, con su hermosa e intemporal serenidad, ha trascendido su contexto histórico y se ha convertido en un ícono global.

Las exigencias de repatriación de Nefertiti siguen siendo un tema relevante en el siglo XXI. Si bien algunos argumentan que las reglas que regían los intercambios de antigüedades han cambiado desde los primeros años del siglo XX, otros creen que la devolución de estas piezas históricas es fundamental para reparar las injusticias del pasado y reconocer el derecho de los países de origen a recuperar su patrimonio cultural.

El busto de Nefertiti no es solo una obra maestra del arte egipcio, sino también un emblema de las complejas cuestiones de propiedad, justicia histórica y repatriación que definen los debates culturales contemporáneos. Su descubrimiento en Tell el-Amarna en 1912, bajo la dirección de Ludwig Borchardt, marcó un antes y un después en el mundo de la arqueología. Sin embargo, también puso en evidencia las tensiones entre los países colonizadores y las naciones cuya cultura y patrimonio fueron saqueados durante esos tiempos. El futuro de Nefertiti sigue siendo incierto, pero su belleza y el debate que genera continuarán siendo parte integral de la historia del arte y la arqueología mundial.

Guardar