Con su vibrante colorido y un temido veneno, las serpientes corales son la prueba viviente de que la belleza y el peligro pueden ir de la mano. Aunque su mordedura puede ser mortal, estos reptiles prefieren la tranquilidad de su solitaria existencia y suelen huir de cualquier contacto humano. De acuerdo con un artículo de HowStuffWorks, sus costumbres nocturnas y su carácter esquivo hacen que los encuentros sean poco frecuentes, pero cuando suceden, saber cómo actuar podría ser la diferencia entre un susto y algo mucho peor.
En 2018, Florida fue testigo de una ola inusitada de mordeduras de serpientes corales. En apenas dos semanas, cuatro personas fueron víctimas de estos ataques tras intentar capturar la peligrosa belleza de los reptiles en fotos o acercarse demasiado. El colmo de la imprudencia ocurrió cuando uno de los afectados compartió una imagen en Facebook sosteniendo una serpiente, solo para ser mordido mientras aún la tenía en manos.
Según el Dr. Coleman M. Sheehy III, especialista en herpetología del Museo de Historia Natural de Florida, las serpientes corales no son agresivas por naturaleza. “Prefieren esconderse y, por lo general, las mordeduras humanas son raras”, afirma el experto. No obstante, el comportamiento imprudente de intentar interactuar con estos reptiles pone en riesgo la seguridad de las personas.
Distribución y diversidad de las especies
Las serpientes corales no son exclusivas de una región específica; su hábitat se extiende desde el suroeste de los Estados Unidos hasta América Latina, donde se encuentra la mayor variedad de estas especies. En territorio estadounidense, destacan tres principales: la coral de Arizona, la de Texas y la oriental, todas habitantes habituales de zonas áridas y semiáridas. Ian Recchio, curador de reptiles y anfibios del zoológico de Los Ángeles, destaca que “la diversidad de serpientes corales alcanza su punto máximo en América Latina, con más de 100 especies registradas”.
El hábitat de estas serpientes varía considerablemente, desde bosques húmedos hasta desiertos secos, lo que les permite adaptarse a una amplia gama de condiciones ambientales. La variedad en los patrones de color, con bandas de rojo, negro y amarillo, cumple una función protectora: la coloración brillante actúa como una advertencia visual para los depredadores. Existen serpientes que imitan este patrón, como las falsas serpientes corales en Sudamérica, que tienen un veneno mucho menos peligroso.
Características físicas y veneno: una combinación peligrosa
Según Brett Baldwin, supervisor de cuidados de animales en el zoológico de San Diego, “el veneno de la serpiente coral de Sonora probablemente es el más tóxico de todas las serpientes de EEUU”. Asimismo, al ser neurotóxico, afecta el sistema nervioso de sus presas y causando parálisis.
El comportamiento de las serpientes corales es predominantemente nocturno. Prefieren refugiarse en madrigueras o bajo piedras y troncos. Son delgadas, con piel brillante y ojos pequeños; a pesar de su tamaño, la mayoría mide menos de 30 centímetros, aunque algunas pueden superar los 60.
La mejor forma de evitar un encuentro peligroso con una serpiente coral es mantener la distancia. Si bien no buscan activamente a los humanos, pueden morder si se sienten amenazadas o provocadas. Afortunadamente, el anti veneno desarrollado en los años 60 es muy efectivo y, desde su creación, solo hubo una muerte reportada en Estados Unidos, debido a una mordedura de serpiente coral, ocurrida en 2009 cuando la víctima no buscó tratamiento médico a tiempo.
En el caso poco probable de ser mordido, es crucial buscar ayuda médica inmediata. El veneno puede ser lento en actuar, por lo que los síntomas pueden no aparecer hasta varias horas después del incidente.
En resumen, las serpientes corales son animales reservados que prefieren evitar el contacto con los humanos. La mejor forma de convivir con ellas es respetando su espacio y conociendo los riesgos que implican. Mantener una distancia segura y actuar rápidamente en caso de mordedura puede marcar la diferencia entre un susto y una tragedia.