En las remotas montañas Kaçkar, al noreste de Turquía, hace siglos que se produce la miel loca, o deli bal, una miel con propiedades alucinógenas que, aunque es utilizada desde tiempos antiguos en la medicina tradicional, también ha causado intoxicaciones y situaciones extremas. Producida por las abejas que se alimentan del néctar de las flores de rododendro, una planta que contiene un veneno natural conocido como grayanotoxina, la miel ha sido un tema recurrente de historias, tanto científicas como populares, y a lo largo de la historia incluso ha derrotado a ejércitos.
Imagina ser un soldado romano en el año 97 a.C., marchando con tu ejército hacia la victoria, solo para que tu tropa caiga, incapaz de mantenerse en pie, debido al consumo accidental de miel loca. Este episodio, narrado por el historiador griego Estrabón, es uno de los muchos ejemplos históricos que demuestran cómo este dulce producto de la naturaleza puede convertirse en una amenaza peligrosa cuando se consume en grandes cantidades. A pesar de sus riesgos, la miel de rododendro sigue siendo un artículo codiciado y de alto valor en Turquía, donde se produce de forma artesanal en las montañas de la región del Mar Negro.
Hoy, en pleno siglo XXI, la miel loca sigue siendo un tema de preocupación y la FDA de Estados Unidos advierte sobre sus peligros.
El origen de la miel loca
La miel loca de Turquía se produce exclusivamente en las montañas Kaçkar y otras zonas elevadas del noreste turco, lugares donde la flor de rododendro crece en abundancia. Las abejas que habitan en estas montañas recolectan el néctar de las flores moradas de estos arbustos, ricos en grayanotoxina, un compuesto químico que altera el sistema nervioso de los animales, incluido el ser humano. La grayanotoxina tiene un efecto neurotóxico que puede inducir un estado de euforia, mareo y, en dosis altas, hasta parálisis temporal.
Según el apicultor Hasan Kutluata, quien produce la miel en las alturas de los Kaçkar, el proceso de recolección es delicado. “Las abejas recogen el néctar de las flores de rododendro, y cuando ese néctar se transforma en miel, adquiere propiedades alucinógenas”, explicó en entrevista para CNN. Sin embargo, Kutluata advierte que una pequeña cantidad es suficiente para experimentar un ligero “subidón”, pero comer demasiado puede resultar peligroso. La miel tiene un sabor amargo característico y un calor que se siente en la garganta, indicativo de la presencia de la toxina.
A lo largo de la historia, la miel loca ha sido conocida por sus efectos misteriosos. Durante la antigua Roma, los soldados del general Pompeyo fueron derrotados por la estrategia de Mitrídates VI, quien utilizó miel intoxicada para incapacitar a los romanos, dejándolos vulnerables a un ataque sorpresivo. Esta historia ha sido mencionada por diversos historiadores, como Estrabón, y es solo una de las muchas referencias históricas que resaltan el poder de la miel producida en las montañas del Mar Negro.
Además de su uso en la medicina tradicional, la miel loca también ha sido popular en la cultura popular moderna. Agatha Christie, en su novela Murder on the Orient Express, incluyó la miel como una herramienta para inducir visiones, mostrando cómo los efectos alucinógenos de la miel siguen siendo un elemento fascinante en la ficción.
Efectos sobre la salud
El consumo de miel loca no es un asunto trivial. Aunque se ha usado durante siglos como un remedio natural para diversas dolencias, como la hipertensión y problemas digestivos, también es conocido por sus efectos secundarios potencialmente peligrosos. Cuando la miel es consumida en exceso, la grayanotoxina puede reducir la presión arterial de manera drástica, causando síntomas como mareos, náuseas, fiebre, dificultad para caminar y, en casos extremos, desmayos o convulsiones.
Un estudio publicado en Medical Express reportó que cientos de personas terminan en hospitales cada año debido a intoxicaciones por miel loca. En casos más graves, el consumo excesivo puede llevar a la muerte.
En Estados Unidos, el FDA ha emitido alertas, recomendando a los consumidores que eviten comprar miel que se etiquete como “miel loca” o que se comercialice con fines alucinógenos.