La fluoración como método preventivo en el agua potable: cuáles son sus funciones e impactos en la salud

Esta medida, que ha prevenido caries desde hace décadas, enfrenta ahora críticas y defensas acaloradas. Especialistas evalúan el impacto real en la salud pública global

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La fluoración del agua pública es defendida por su prevención de caries pero enfrenta críticas por riesgos potenciales (Imagen Ilustrativa Infobae)
La fluoración del agua pública es defendida por su prevención de caries pero enfrenta críticas por riesgos potenciales (Imagen Ilustrativa Infobae)

La fluoración del agua es una práctica instaurada como medida de salud pública en diversas partes del mundo y genera debates décadas después de su implementación. Se trata de un modelo validado por instituciones como el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) y la Asociación Dental Americana por su capacidad para prevenir caries, y es señalado como uno de los mayores logros en salud pública del siglo XX. Aunque su uso también enfrenta controversias relacionadas con sus posibles riesgos para la salud.

A pesar de la resistencia de ciertos sectores, los beneficios preventivos del fluoruro en la salud dental se posicionan como un argumento central en la defensa. El fluoruro es un elemento presente de forma natural en el agua, el suelo y diversos alimentos, considerado como herramienta clave para el cuidado dental de algunas poblaciones. Sobre esta dinámica, el profesor de odontología preventiva en la Universidad de Iowa, Steven Levy por medio de National Geographic explicó: “Su mecanismo principal radica en la capacidad de acelerar la remineralización del esmalte dental, reparando los daños microscópicos que generan los ácidos producidos al consumir carbohidratos refinados”.

Algunos países como Estados Unidos, España, Brasil o el Reino Unido, la fluoración del agua potable se implementa particularmente en comunidades vulnerables con acceso limitado a servicios odontológicos. En Alemania, donde la fluoración se realiza mediante la sal desde 1991, se observan resultados similares y el fenómeno evidencia la versatilidad que posee esta estrategia aplicada en diferentes contextos.

Además de los beneficios individuales, la estrategia ofrece un enfoque preventivo accesible y de bajo costo para mejorar la salud dental de manera generalizada hacia la población. “Todo lo que necesitas hacer es beber agua”, remarcó Levy. Para quienes no cuentan con recursos para tratamientos dentales regulares, esta medida brinda una protección esencial contra enfermedades bucales que afectan de forma severa en la calidad de vida.

En países con acceso dental limitado, la fluoración protege comunidades vulnerables de enfermedades bucales (Imagen Ilustrativa Infobae)
En países con acceso dental limitado, la fluoración protege comunidades vulnerables de enfermedades bucales (Imagen Ilustrativa Infobae)

Riesgos y dosis seguras del fluoruro

Más allá de sus beneficios, el uso de sales solubles en agua plantea preocupaciones relacionadas con un consumo excesivo. Entre los posibles efectos adversos se encuentra la fluorosis dental, una afección que perjudica principalmente a niños expuestos a altos niveles de flúor. Esta condición descrita por John Morris, profesor de salud pública dental en la Universidad de Birmingham, suele manifestarse en forma de manchas blancas o estrías en los dientes y tiene un carácter esencialmente estético catalogado como “moteado del esmalte”.

Los excesos de fluoruro puede causar efectos más severos, como puede ser la fluorosis esquelética que debilita los huesos tras una exposición prolongada a concentraciones muy altas. Según Howard Pollick, científico dental de la Universidad de California en San Francisco, alcanzar niveles tóxicos requeriría un consumo poco realista en condiciones normales, tratándose de ingerir grandes cantidades de té o varias pastas dentales al día. Es así que se refuerza la idea de que el riesgo radica en la dosis y no en la sustancia.

Altos niveles de flúor pueden resultar en fluorosis dental tras exposiciones prolongadas (Freepik)
Altos niveles de flúor pueden resultar en fluorosis dental tras exposiciones prolongadas (Freepik)

Ciertas discusiones en torno al método destacan la importancia de establecer y monitorear límites seguros para garantizar sus beneficios sin comprometer la salud. Instituciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan que el nivel máximo de fluoruro en el agua no supere 1.5 miligramos por litro, un valor que los sistemas de agua fluorada cumplen ampliamente en la mayoría de los países.

Controversias modernas en torno a la fluoración

A pesar del respaldo científico a la fluoración del agua, persisten controversias que alimentan el debate público en relación con sus efectos generales en la salud. Algunos estudios recientes sugirieron posibles vínculos entre la exposición a altos niveles de fluoruro y una reducción en el coeficiente intelectual de los niños sin resultados de tipo concluyentes. Mediante un meta-análisis de 2023, citado por la National Toxicology Program no se encontró una asociación clara en niveles que respetan los límites internacionales.

Algunas entidades y figuras públicas como Robert Kennedy Jr., flamante Secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos (designado por Donald Trump) compartieron sus preocupaciones sobre la seguridad del uso de flúor en agua potable. Kennedy argumentó que “la fluoración constituye un riesgo innecesario y una forma ineficaz de administrar la sustancia”, afirmando que se deberían buscar alternativas menos controvertidas.

Las controversias sobre la fluoración del agua generaron disputas legales que buscan equilibrar los beneficios de esta práctica con las preocupaciones de protección. Una demanda presentada en 2017 en Estados Unidos contra la Agencia de Protección Ambiental (EPA), resultó en una orden judicial recién en 2024 y exige una revisión de las normativas existentes. Pese a que el tribunal no determinó con certeza que el fluoruro sea perjudicial para la salud pública, se reconoció la necesidad de actualizar regulaciones según evidencias científicas recientes.

Estos debates reflejan un desafío más amplio en políticas de salud pública sobre cómo mantener prácticas que ofrecen beneficios comprobados mientras se abordan las inquietudes legítimas de una parte de la población. Conforme las investigaciones avanzan, las decisiones regulatorias seguirán desempeñando un papel fundamental para garantizar el equilibrio entre seguridad y eficacia de la fluoración.

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