En el profundo corazón de la Amazonia colombiana, donde el susurro del viento en los árboles parece un lenguaje antiguo y las sombras de los animales salvajes se entrelazan con leyendas, yace el enigmático afloramiento de la Serranía de la Lindosa. A lo largo de sus 19 kilómetros de extensión, entre los musgos y la humedad, se despliega un lienzo milenario de arte rupestre que ha resistido más de 11.000 años de historia.
Por siglos, estas figuras y patrones geométricos han sido un misterio. Apenas unos pocos tuvieron acceso a La Lindosa, aislada tanto por la densa selva como por los conflictos políticos que han oscurecido la región. Ahora, en un reciente proyecto de investigación publicado por Newsweek y dirigido por Jamie Hampson, arqueólogo de la Universidad de Exeter, y con la colaboración de ancianos indígenas y especialistas en rituales, halló un nuevo significado.
Las conclusiones del equipo, publicadas en la revista Advances in Rock Art Studies, sugirieron que este arte rupestre no representa únicamente escenas de la vida cotidiana o el entorno físico, como se ha pensado en otras culturas prehistóricas. Según Hampson, las obras no son un reflejo literal de la naturaleza, sino manifestaciones de una cosmología animista en la que se conectan fuerzas espirituales y ancestrales con el paisaje sagrado.
Para los arqueólogos, contar con la participación de las comunidades locales fue un paso crucial para descifrar el significado de los miles de motivos en la Serranía de la Lindosa. Diez ancianos indígenas y especialistas en rituales acompañaron a los investigadores a seis paneles de arte rupestre en el afloramiento de Cerro Azul, donde compartieron sus conocimientos sobre el simbolismo y la importancia espiritual de las imágenes.
Durante estas visitas, los ancianos no solo observaron las pinturas; interpretaron cada figura como una pieza esencial de un conjunto de conocimientos sagrados. Uno de estos guías, Ulderico, chamán de la comunidad Matapí, explicó a los arqueólogos que las figuras en el arte rupestre no podían entenderse desde una perspectiva meramente visual, sino que debían “leerse” como una guía chamánica para comprender su entorno espiritual. “Les digo que cada una de estas figuras aportó el conocimiento chamánico para nuestro propio manejo del territorio donde estamos”, afirmó en diálogo con Newsweek. Según Ulderico, las imágenes actúan como un “guardarropa chamánico” que contiene enseñanzas sagradas para quienes practican el chamanismo, ofreciendo instrucciones para guiar los rituales y la convivencia en el territorio.
Víctor Caycedo, anciano de la comunidad Desana, también ofreció su interpretación. De pie frente a las pinturas ubicadas en una pared alta de roca, le señaló a los arqueólogos la dificultad física de acceder a esa zona y cómo los antiguos pintores lograron esa hazaña sin herramientas modernas. “¿Cómo pintarías allí arriba? ¿Cómo lo harías? No lo hacían con una escalera... no lo hacían con grandes dispositivos que se colocaban allí... ¿Por qué? Porque los nativos de la antigüedad vivían espiritualmente... Eran un espíritu”, expresó Caycedo.
Para su comunidad, estas imágenes fueron creadas a través de una comunión espiritual que desbordaba las limitaciones materiales de la época, sugiriendo que los artistas originales trabajaban en un estado místico que les permitía conectar con planos superiores.
Entre las representaciones que más intrigaron a los indígenas destacan figuras en las que se combinan rasgos humanos y animales. Estas imágenes, que pueden mostrar cuerpos humanos con cabezas de animales o figuras híbridas, tienen una interpretación clara para los descendientes de estos artistas: representan a seres espirituales que median entre el mundo de los humanos y los espíritus.
Explicaron que animales como el jaguar, la anaconda, el murciélago y la garza son símbolos de poder y conocimiento chamánico, cada uno aportando una cualidad particular a los rituales y la sabiduría de la comunidad. En palabras de uno de los ancianos: “Los jaguares representan el conocimiento chamánico, el poder para transitar entre reinos espirituales”.
La incorporación de los testimonios indígenas en la investigación marca un hito en el estudio del arte rupestre de la Amazonía. Como explicó el arqueólogo Jamie Hampson, esta es la primera vez que las opiniones de los ancianos sobre el arte de sus ancestros son integradas de manera plena en un proyecto científico. “De esta manera, no nos limitamos a mirar el arte desde la perspectiva de un extraño y a hacer conjeturas; sabemos por qué se pintaron motivos específicos y qué significan. Nos permite entender que se trata de un arte sagrado y ritualista, creado en el marco de una cosmología animista, en lugares sagrados del paisaje”, comentó Hampson a Newsweek, quien ha trabajado en estudios similares alrededor del mundo.