El murciélago pescador, una especie sorprendente por su especialización y habilidades únicas, representa una adaptación evolutiva fascinante en el mundo de los mamíferos. Estos animales poseen una habilidad desarrollada para detectar presas en el agua, principalmente peces e insectos, que cazan al caer la noche. Según National Geographic, la ecolocalización es la herramienta esencial en este proceso: estos emiten pulsos de sonido de alta frecuencia que les permiten percibir cualquier cambio en la superficie del agua, incluyendo los movimientos mínimos de sus presas.
En el momento en que detectan una perturbación en el agua, gracias a sus sensibles receptores, estos murciélagos descienden en un vuelo rápido y controlado y alcanza su objetivo en un preciso movimiento.
Este estilo de caza nocturna también requiere una notable coordinación muscular. Los murciélagos pescadores extienden sus patas largas y delgadas hacia el agua, donde sus garras fuertes y curvas actúan como anzuelos naturales que atrapan con rapidez a los peces en la superficie. En cada cacería, la precisión y velocidad con la que mueven sus patas son determinantes.
Una vez que capturan la presa, la sujetan firmemente con los caninos, adaptados para mantener el pez en su sitio durante el vuelo. Este proceso se perfeccionó con el tiempo, y según estudios publicados en Journal of Mammalogy y otros análisis realizados en 2012 por la Universidad de São Paulo, estas adaptaciones anatómicas surgieron como respuesta a la abundancia de presas acuáticas en sus entornos, una especialización evolutiva que también se observa en murciélagos pescadores europeos, como el Myotis capaccinii, monitoreado por biólogos como Joxerra Aihartza.
Las adaptaciones comportamentales y también físicas. Además de las garras y los caninos especializados, el murciélago pescador exhibe un pelaje corto de tonalidad marrón a gris, repelente al agua, lo que facilita su interacción constante con el medio acuático. Sus alas largas permiten maniobrar con agilidad y evadir obstáculos, mientras que sus orejas puntiagudas y rostro plano le confieren el aspecto que recuerda al de un perro bulldog, una característica especialmente llamativa que hace que se distinga fácilmente de otros murciélagos.
La dieta del murciélago pescador se compone principalmente de peces pequeños, aunque puede incluir insectos acuáticos y ocasionalmente especies invasoras como la tilapia. Su capacidad para detectar y consumir tanto peces como insectos les permite adaptarse a cambios estacionales en la disponibilidad de alimento. La flexibilidad de su dieta está documentada en estudios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde se observó que la ingesta de peces varía entre un 45% y un 84% dependiendo de la época del año. Durante las temporadas en que las poblaciones de peces disminuyen, es común que estos murciélagos se alimenten más de insectos, lo que demuestra su versatilidad.
Aunque el proceso de caza está guiado por la ecolocalización, el murciélago pescador también puede beneficiarse de las señales emitidas por otros murciélagos de su especie. De acuerdo con National Geographic, estas señales permiten a los murciélagos bulldog localizar enjambres de insectos, lo que les ahorra tiempo y energía en la búsqueda de alimento. Este mecanismo colectivo es esencial para su eficiencia y resalta la cooperación dentro de la especie, un comportamiento que también ha sido documentado en otras colonias de murciélagos en Sudamérica y el Caribe.
El estilo de vida de los murciélagos pescadores incluye un fuerte componente social. Viven en colonias, donde las hembras y los machos comparten espacios de descanso en cavidades de árboles, cuevas o entre las rocas, cerca de ríos o lagos. Estos refugios les ofrecen protección y permiten estar cerca de fuentes de agua, donde pueden encontrar a sus presas al caer la noche y obtener su alimento del día.