En el árido Desierto de la Tatacoa, un hallazgo extraordinario ha desenterrado una ventana al pasado: el fósil de un ave del terror, el depredador más temible que pisó América después de los dinosaurios. Este descubrimiento fue posible gracias al coleccionista aficionado César Perdomo, quien encontró la pieza en La Venta, Huila, y la conservó durante años en su museo local llamado “La Tormenta”. Sin saber su trascendencia, el fósil permaneció casi en el anonimato durante más de una década, hasta que científicos especializados detectaron que se trataba de los restos de un forusrácido, un tipo de ave carnívora gigante extinta.
El hallazgo, publicado en la revista Papers in Paleontology y dirigido por el investigador argentino Federico Degrange, marca un hito como el primer registro de un forusrácido en el trópico de las Américas. El fósil, identificado con el código MT-0200, es un fragmento del tibiotarso, el hueso de la pata de las aves. Sus dimensiones revelan la magnitud del animal: se estima que esta ave alcanzaba una altura de dos metros y medio, lo que la posiciona entre los forusrácidos más grandes conocidos hasta ahora.
Importancia del fósil y el ave del terror
Conocidas como aves del terror, las especies de forusrácidos como la hallada en Colombia fueron temibles depredadores terrestres que dominaron la cadena alimentaria tras la extinción de los dinosaurios. Estos animales, carnívoros de gran tamaño, tenían una estructura física diseñada para la caza: eran aves gigantes y esbeltas, capaces de correr a altas velocidades y dotadas de un cráneo robusto. Su arma principal era su pico, fuerte como una guillotina, que les permitía destrozar a sus presas con un solo golpe, según explica el biólogo colombiano Andrés Link, coautor del estudio.
Este fósil muestra que estas “máquinas de depredación” estaban excepcionalmente bien adaptadas para el rol de superdepredadores. Tras la desaparición de los dinosaurios, los forusrácidos ocuparon el lugar más alto en la pirámide trófica en muchas áreas de América del Sur, reemplazando a otros depredadores grandes. Durante el periodo geológico conocido como Mioceno Medio, que se remonta a unos 13 millones de años, estas aves se convirtieron en los cazadores supremos en los ecosistemas de América del Sur.
Relevancia del hallazgo en el contexto del trópico
Este descubrimiento en el trópico de América del Sur representa una novedad crucial en el estudio de la distribución geográfica de los forusrácidos. Hasta el momento, los registros de estas aves depredadoras se concentraban en regiones más al sur del continente, como Argentina, Brasil y Uruguay, con hallazgos adicionales en el sur de Estados Unidos, en Texas y Florida. Sin embargo, no se había encontrado evidencia de su existencia en zonas tropicales, lo que llevaba a suponer que estos ecosistemas no serían propicios para animales de gran tamaño y alta velocidad.
Según Link, el hallazgo en La Venta disipa las dudas sobre la posibilidad de que estos depredadores habitaran en el trópico, un entorno que se creía demasiado denso y húmedo para especies adaptadas a correr en espacios abiertos. Los investigadores sugieren que esta área pudo haber contado con una mezcla de sabana, bosques y humedales, proporcionando un hábitat adecuado para estos superdepredadores. Este descubrimiento expande el mapa de la distribución de los forusrácidos en América, mostrando que, además de ocupar el cono sur, también se adaptaron a las condiciones del trópico colombiano.
El ecosistema del Mioceno Medio y la paleofauna
El fósil del ave del terror descubierto en el Desierto de la Tatacoa arroja luz sobre el ecosistema de La Venta durante el Mioceno Medio, un periodo geológico que abarca de 16 a 11 millones de años atrás. Este periodo fue una era de gran diversidad en la paleofauna del continente, y el hallazgo sugiere que el trópico colombiano albergaba una variedad de depredadores terrestres y acuáticos que competían por el dominio de la cadena alimentaria. Además del forusrácido, se sabe que en esta región convivieron grandes reptiles, como cocodrilos y caimanes, así como esparasodontes, marsupiales carnívoros similares al tigre de Tasmania.
Los científicos también han detectado marcas en el fósil de forusrácido que podrían corresponder a los dientes de otro gran depredador. Esto sugiere interacciones complejas entre los principales carnívoros de la época, proporcionando pistas sobre las dinámicas depredador-presa y la coexistencia de especies carnívoras en un mismo espacio. Según Link, la presencia de forusrácidos plantea la hipótesis de que estas aves podrían haber sido el grupo dominante en la cima de la pirámide trófica, sobrepasando a otros grandes depredadores de su entorno.
El yacimiento de La Venta y su reconocimiento geológico
Ubicada en el Desierto de la Tatacoa, en el suroccidente de Colombia, la zona de La Venta es uno de los yacimientos fósiles más importantes de Sudamérica y fue recientemente incluida entre los 100 sitios de Patrimonio Geológico Mundial por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS). Este reconocimiento destaca su enorme riqueza paleontológica, con fósiles que abarcan una vasta variedad de especies del Mioceno Medio y reflejan la biodiversidad y las condiciones ambientales de hace millones de años.
Desde hace más de un siglo, en La Venta se han encontrado restos de peces, reptiles, mamíferos y aves, entre ellos el reciente fósil de forusrácido, que complementa los estudios sobre la fauna prehistórica de la región. Estos descubrimientos no solo ofrecen una ventana a las historias evolutivas de múltiples especies, sino que, según el Servicio Geológico Colombiano, pueden ser clave para investigar cómo los ecosistemas antiguos respondieron a los cambios climáticos. La Venta, con su excepcional diversidad fósil y condiciones de preservación, continúa siendo un sitio de alto valor para la ciencia y la historia geológica del continente.
Esfuerzos de preservación y divulgación del patrimonio fósil
La protección y el estudio del patrimonio fósil en La Venta no serían posibles sin la colaboración entre científicos y comunidades locales. Este esfuerzo conjunto ha permitido la creación de espacios como el Museo de Historia Nacional de la Tatacoa, que facilita la investigación y promueve la divulgación del conocimiento paleontológico en la región. Además, museos como La Tormenta, fundado por el coleccionista César Perdomo, y el Museo Paleontológico de Villavieja desempeñan un papel importante en la preservación de los fósiles y la educación de las nuevas generaciones sobre la historia geológica de su entorno.
La integración de la ciencia ciudadana ha sido clave para conservar y difundir el conocimiento del yacimiento. La comunidad local, comprometida con su patrimonio, ha colaborado en la recolección, identificación y custodia de numerosos fósiles. Estas iniciativas no solo refuerzan la identidad cultural de la región, sino que también aspiran a formar futuros guardianes del patrimonio paleontológico, inspirando en las próximas generaciones el valor de proteger y estudiar el pasado natural de Colombia.