- Pando, ubicado en el Bosque Nacional Fishlake en Utah, está compuesto por más de 47.000 troncos de álamo temblón conectados por una sola raíz.
- Estudios recientes estiman su antigüedad entre 16.000 y 81.000 años, lo que lo convierte en uno de los organismos vivos más antiguos de la Tierra.
- Su estructura de superorganismo permite que sus troncos compartan nutrientes y soporten condiciones adversas.
Lo esencial: Pando, un sistema de álamo temblón (Populus tremuloides) en Utah, se extiende por 43 hectáreas y es el organismo más grande conocido. Conectado a través de un solo sistema de raíces, este superorganismo comparte material genético y nutrientes, permitiéndole una resistencia extraordinaria. Su posible antigüedad, entre 16.000 y 81.000 años, lo posiciona como un testigo vivo de cambios climáticos desde la última era glacial. La longevidad y singularidad de Pando han atraído a científicos interesados en entender cómo los organismos vegetales pueden resistir y adaptarse a través de milenios.
Por qué importa: su longevidad y resistencia lo convierten en un modelo valioso para estudios sobre adaptabilidad y resiliencia vegetal, factores clave para comprender la conservación de ecosistemas en un clima cambiante.
- Pando es un ejemplo único de clonación y supervivencia a gran escala.
- Su estudio podría ofrecer claves sobre cómo conservar otros ecosistemas vulnerables.
- Su longevidad desafía los límites conocidos de la vida vegetal en la Tierra.
En el corazón del Bosque Nacional Fishlake en Utah, un ser extraordinario desafía las nociones convencionales sobre los árboles individuales. Llamado Pando, este organismo no es un árbol solitario, sino un vasto sistema de más de 47.000 troncos de álamo temblón (Populus tremuloides) que están conectados por un único sistema de raíces. En conjunto, estos troncos se extienden por 43 hectáreas, el equivalente a unas 80 canchas de fútbol, y representan una de las estructuras vivientes más grandes y, posiblemente, más antiguas de la Tierra. Aunque a simple vista Pando parece un bosque común, cada uno de sus troncos es en realidad una manifestación del mismo organismo que comparte idéntico material genético.
Los estudios sobre Pando han revelado que cada tronco actúa como una parte de un ser mayor. A diferencia de un bosque común, donde los árboles compiten entre sí por recursos, los troncos de Pando están unidos a través de un solo sistema de raíces, lo que les permite compartir nutrientes y resistir mejor las adversidades ambientales. Esta conexión subterránea hace que Pando sea un superorganismo, término usado para describir a aquellos seres en los que múltiples individuos funcionan como una unidad cohesionada.
Edad estimada de Pando
Durante décadas, los científicos han debatido sobre la antigüedad de Pando, una cuestión que ahora ha sido abordada gracias a los avances en análisis genético. Un reciente estudio de ADN sugiere que Pando podría tener entre 16.000 y 81.000 años. Este impresionante rango de edad se basa en la observación de mutaciones somáticas, cambios en el ADN que ocurren en las células a medida que el organismo crece y se desarrolla.
Para determinar su edad, investigadores del Instituto de Tecnología de Georgia recolectaron y analizaron muestras de hojas, raíces y corteza del árbol. A través de estas muestras, el equipo pudo observar variaciones en el ADN que se han acumulado a lo largo del tiempo en diferentes partes de Pando, lo que permitió estimar su posible antigüedad. Según explica la investigadora Rozenn Pineau, estas mutaciones se originan en el proceso de replicación celular, en el cual ocurren pequeños errores que introducen variaciones en el código genético original del árbol.
A pesar de las limitaciones en el análisis —como la posibilidad de que algunas mutaciones hayan pasado desapercibidas o que algunas de las detectadas sean falsos positivos— el hallazgo sugiere que incluso en el menor de los casos, Pando es extremadamente antiguo. Esto significa que podría haber comenzado a desarrollarse hacia el final de la última era glacial, sobreviviendo a importantes cambios climáticos y ecológicos que han transformado su entorno a lo largo de milenios.
Métodos de datación genética
El estudio de la antigüedad de Pando ha requerido técnicas avanzadas de genética que permitieran rastrear las alteraciones en el ADN del árbol a través del tiempo. Para este propósito, los científicos tomaron muestras de diferentes partes del organismo: hojas, raíces y corteza. A partir de estos tejidos, el equipo de investigación del Instituto de Tecnología de Georgia se enfocó en identificar mutaciones somáticas, es decir, alteraciones en el ADN que ocurren después de la formación del organismo a partir de una semilla.
Al principio de su desarrollo, todas las células de Pando contenían ADN prácticamente idéntico. Sin embargo, cada vez que una célula se divide para generar nuevas ramas o raíces, existe la posibilidad de que se produzcan errores en la replicación de su material genético. Estos pequeños errores introducen cambios que, con el tiempo, se acumulan y actúan como un “reloj genético”, ofreciendo una pista sobre la edad del organismo. Los científicos analizaron estas mutaciones y pudieron reconstruir la historia de crecimiento de Pando, estimando cuántas generaciones celulares se han sucedido desde su origen.
El proceso no estuvo exento de dificultades, pues el equipo debía asegurarse de distinguir entre mutaciones reales y posibles errores en el muestreo o en la secuenciación del ADN. Sin embargo, a pesar de estas incertidumbres, el análisis ha arrojado datos que permiten una estimación de la edad de Pando, colocándolo en el rango de entre 16.000 y 81.000 años.
Importancia ecológica e histórica de Pando
Pando no solo es extraordinario por su tamaño y antigüedad, sino también por su papel en el ecosistema y su relevancia histórica. Este organismo ha sobrevivido desde la última era glacial, lo que lo convierte en un testigo vivo de miles de años de cambios climáticos y ecológicos en la región que hoy ocupa el Bosque Nacional Fishlake. Su longevidad y resistencia sugieren que ha sido capaz de adaptarse a diversas condiciones ambientales y de mantenerse en un estado relativamente estable, incluso cuando su entorno ha cambiado drásticamente.
Los registros de polen hallados en un lago cercano a Pando muestran que la especie Populus tremuloides ha crecido en esta área de manera continua durante al menos 15.000 años, y su presencia ha sido notable en la región durante los últimos 60.000 años. Este descubrimiento, alineado con la antigüedad estimada de Pando, refuerza la idea de que este organismo ha sido parte fundamental del ecosistema del oeste de los Estados Unidos, proporcionando refugio y alimento a diversas especies animales y contribuyendo a la estabilidad del suelo y la regulación del agua en su entorno.
Por otra parte, la resistencia de Pando a lo largo de los milenios ha atraído la atención de científicos interesados en la capacidad de supervivencia de las plantas clonales frente a factores como el cambio climático y la intervención humana. Este árbol masivo continúa siendo objeto de estudio para comprender mejor cómo las especies vegetales pueden adaptarse a condiciones adversas y cómo la conservación de organismos antiguos como Pando puede contribuir a la resiliencia de los ecosistemas actuales.
Competencia como el organismo vivo más antiguo del mundo
La increíble longevidad de Pando lo coloca entre los organismos más antiguos del planeta, aunque existen otros seres vivos que también rivalizan por este título. Entre estos candidatos se encuentran organismos clonales, como Lomatia tasmanica y el pasto marino Posidonia oceanica, ambos capaces de sobrevivir milenios gracias a su capacidad de clonarse continuamente y de mantenerse genéticamente idénticos a lo largo del tiempo.
Lomatia tasmanica, también conocido como el “árbol rey”, es una planta clonal que se encuentra en Tasmania y se estima que tiene al menos 43.000 años. Similar a Pando, Lomatia tasmanica crece como un solo organismo extenso, regenerándose a partir de raíces y ramas conectadas que, aunque individuales, constituyen una misma entidad genética.
Por otro lado, el pasto marino Posidonia oceanica, localizado en el Mar Mediterráneo, podría superar los 200.000 años de antigüedad. Este organismo forma grandes praderas submarinas al clonarse continuamente, y se considera una de las plantas más longevas conocidas en la Tierra. Su capacidad para crear vastos lechos de vegetación subacuática contribuye a la biodiversidad marina y proporciona hábitat y protección a numerosas especies marinas.
Aunque Pando y sus competidores son difíciles de comparar directamente debido a sus diferentes hábitats y métodos de supervivencia, todos son ejemplos extraordinarios de longevidad en el reino vegetal. La capacidad de clonación y el sistema de raíces interconectadas son características compartidas que les permiten resistir condiciones ambientales adversas y mantener una presencia milenaria en sus respectivos ecosistemas. Pando, sin embargo, destaca no solo por su antigüedad, sino también por su inmenso tamaño, lo que le otorga un lugar único entre estos organismos antiguos y plantea importantes interrogantes sobre los límites de la vida vegetal en la Tierra.