Hace más de 30.000 años, nuestros parientes más cercanos, los Neandertales, desaparecieron del registro fósil, dejando tras de sí herramientas, artefactos y restos que han alimentado incontables teorías sobre su vida y extinción. Sin embargo, ¿y si nunca desaparecieron por completo? ¿Y si, de alguna manera, los Neandertales siguen entre nosotros hoy en día? Este es el asombroso planteamiento de una nueva investigación genética que sugiere que, en lugar de una extinción total, los Neandertales fueron absorbidos por las crecientes poblaciones de humanos modernos.
A lo largo de décadas, los arqueólogos y antropólogos han intentado desentrañar los misterios de los Neandertales, desde su extinción hasta su capacidad cultural. Las preguntas han sido muchas: ¿Fueron víctimas de la competencia con los humanos modernos? ¿Se extinguieron por enfermedades? ¿O, como algunos ahora proponen, formaron parte de un proceso de asimilación genética que aún hoy influye en nuestras características físicas?
Gracias a los avances en la genética y el uso de técnicas de inteligencia artificial, los científicos han podido examinar con mayor precisión la relación entre Neandertales y humanos modernos. Investigaciones recientes revelan que, lejos de ser una especie completamente separada que fue aniquilada, los Neandertales coexistieron con nuestros ancestros durante miles de años, intercambiando no solo herramientas y territorios, sino también ADN.
La persistencia de los genes neandertales
El genoma neandertal ha sido una fuente clave para comprender la historia evolutiva de nuestra especie. En 2010, por primera vez, se secuenció el ADN neandertal, lo que confirmó que existió una mezcla genética entre los Neandertales y los Homo sapiens. Esto implicaba que todas las personas fuera del África subsahariana hoy en día llevan en su ADN una pequeña fracción heredada de los Neandertales, entre un 1% y un 2%.
Investigadores liderados por Joshua Akey, genetista del Instituto Lewis-Sigler para la Genómica Integrativa de la Universidad de Princeton, han profundizado en este fenómeno y descubierto que hubo múltiples olas de contacto entre Neandertales y humanos modernos a lo largo de cientos de miles de años. Utilizando nuevas técnicas de secuenciación genética y herramientas de inteligencia artificial, el equipo ha mapeado estos intercambios a través del tiempo, revelando una historia de migración y mezcla genética mucho más compleja de lo que se había imaginado previamente.
Un legado genético compartido
La investigación más reciente va un paso más allá al sugerir que no solo los humanos heredamos ADN neandertal, sino que también ocurrió lo contrario: los Neandertales recibieron ADN de los humanos modernos. Según los hallazgos publicados en la revista Science, los primeros cruces entre las dos especies habrían ocurrido hace más de 200.000 años, mucho antes de lo que se pensaba. Estos intercambios genéticos no solo dejaron huella en los Neandertales, sino que, según los científicos, pueden haber influido en su capacidad para adaptarse a cambios ambientales y sobrevivir durante tanto tiempo en Europa y Asia.
Este “flujo genético” no fue un evento único, sino que ocurrió en varias olas, sugiriendo que las dos especies estuvieron en contacto mucho más tiempo de lo que se creía. “Hemos identificado múltiples olas de mestizaje entre Neandertales y humanos modernos”, explicó Liming Li, uno de los investigadores del estudio. “Esto demuestra que nuestra historia conjunta es mucho más extensa y entrelazada de lo que se pensaba”.
Hoy en día, los efectos de este intercambio genético siguen siendo visibles. Aunque solo llevamos una pequeña proporción de ADN neandertal, los investigadores han identificado que ciertos genes heredados de los Neandertales pueden influir en características específicas de los humanos modernos. Algunos estudios sugieren que estos genes pueden estar relacionados con nuestra respuesta inmunitaria y la resistencia a ciertas enfermedades.
Por ejemplo, algunos fragmentos de ADN neandertal en humanos modernos han sido vinculados a una mayor susceptibilidad a enfermedades autoinmunes, como el lupus, e incluso a una mayor gravedad en los casos de COVID-19. Otros estudios han señalado que los genes neandertales pueden haber influido en la estructura ósea, el cabello y la piel de los humanos modernos, adaptándonos a los climas fríos que ambos grupos enfrentaron en Europa.
La asimilación neandertal: un nuevo enfoque
Uno de los aspectos más reveladores de este nuevo estudio es la teoría de la asimilación. En lugar de haber sido completamente erradicados, los Neandertales, cuyas poblaciones ya eran pequeñas y estaban aisladas, fueron gradualmente absorbidos por las crecientes comunidades de humanos modernos. Este proceso de fusión genética habría sido tan gradual que, para cuando los últimos grupos neandertales desaparecieron físicamente, su legado genético ya estaba entretejido en la población de Homo sapiens.
El antropólogo Fred Smith fue uno de los primeros en proponer esta teoría en 1989, y ahora los datos genéticos están respaldando su idea. Según Smith, los Neandertales no se extinguieron de manera tradicional; más bien, fueron “incorporados” a las crecientes poblaciones humanas, lo que explica por qué no existe una evidencia clara de un final violento o catastrófico para los Neandertales.
¿Extintos o asimilados?
Aunque la idea de que los Neandertales siguen “vivos” en nuestro ADN puede sonar sorprendente, lo cierto es que ofrece una nueva perspectiva sobre la desaparición de esta especie. Lejos de ser un grupo aislado que sucumbió a la presión de los humanos modernos, los Neandertales pueden haber sido parte integral de la historia evolutiva de nuestra especie, contribuyendo con su legado genético a lo que somos hoy en día.
Como señala Shara Bailey, antropóloga de la Universidad de Nueva York, “la desaparición de los Neandertales no tiene una sola explicación. Algunos grupos murieron, otros fueron absorbidos, pero su influencia genética sigue presente en todos nosotros”.
En definitiva, mientras los restos fósiles de Neandertales siguen fascinando a los científicos, los verdaderos vestigios de su existencia no están enterrados bajo capas de tierra, sino dentro de cada uno de nosotros. La próxima vez que mires en el espejo, podrías estar viendo un pequeño reflejo de esos antiguos homínidos que, de alguna manera, nunca nos dejaron por completo.