En el vasto planeta Tierra, los mosquitos, pequeños insectos pertenecientes a la familia Culicidae, están presentes en prácticamente todas las regiones. Con más de 3.500 especies documentadas, estos son conocidos por su capacidad para transmitir enfermedades graves como el dengue, la malaria, el Zika y la fiebre amarilla. Sin embargo, existe un lugar donde no pueden sobrevivir: Islandia, un país insular en el norte de Europa.
Esta nación se mantiene completamente libre de mosquitos, lo que la convierte en una rareza en el mundo, especialmente considerando su proximidad a países donde estos insectos sí están presentes.
El biólogo Gísli Már Gíslason, de la Universidad de Islandia, investigó este fenómeno durante años y contó a New York Times que el clima oceánico inestable de la isla juega un papel clave. En países cercanos como Noruega, Dinamarca y Groenlandia, los mosquitos sobreviven al invierno en forma de larvas o huevos, que eclosionan cuando el clima se calienta. Sin embargo, Islandia experimenta varios ciclos de congelación y descongelación durante el año, lo que parece ser un obstáculo para que estos insectos completen su ciclo vital. Este patrón de múltiples deshielos y heladas podría ser el principal factor que evita su presencia.
Un ejemplo de la hostilidad del clima islandés para los mosquitos es la frecuencia de heladas. En muchas partes del mundo, los huevos y larvas pueden sobrevivir a inviernos prolongados para luego eclosionar en primavera, cuando las temperaturas se vuelven más estables. Sin embargo, en Islandia, las temperaturas fluctúan constantemente, lo que impide que aprovechen las condiciones para reproducirse. Según World Population Review, los ciclos de descongelación en el país nórdico pueden producirse hasta tres veces al año, que crea un entorno demasiado impredecible para el desarrollo de estos insectos.
Además, se especula que la composición química del agua y del suelo de Islandia podría ser un factor adicional que dificulta la supervivencia de los mosquitos. Aunque esta hipótesis aún requiere más investigaciones, algunos científicos creen que el ecosistema islandés podría presentar características que resultan desfavorables para estos insectos.
No obstante, Islandia no está exenta de otros bichos que pican. De acuerdo con Icerental, en la isla habitan insectos chupadores de sangre como pulgas y ácaros, aunque estos no representan el mismo nivel de riesgo sanitario que los mosquitos, que son vectores de enfermedades.
A pesar de la ausencia de mosquitos en Islandia, la llegada del calentamiento global podría cambiar esta situación. Durante los últimos 20 años, las temperaturas promedio en la isla aumentó alrededor de 1,1°C (2°F), lo que ha permitido que unas 200 nuevas especies de insectos se establezcan en el país, tal como menciona Gíslason a New York Times.
Si el cambio climático continúa alterando los patrones meteorológicos globales, es posible que los mosquitos encuentren finalmente las condiciones adecuadas para colonizar la isla. Gíslason advirtió que el aumento de las temperaturas podría modificar el entorno islandés lo suficiente como para que logren reproducirse, lo que alteraría por completo la fauna local.
El impacto de la llegada de los mosquitos a Islandia tendría consecuencias tanto positivas como negativas. Desde una perspectiva ecológica, estos insectos podrían convertirse en una nueva fuente de alimento para peces como el salmón ártico, uno de los pilares de la industria pesquera del país. Sin embargo, para la población humana, su introducción traería consigo el riesgo de enfermedades y las habituales molestias relacionadas con sus picaduras, lo que afectaría la calidad de vida en la isla, actualmente libre de este problema.
Hasta la fecha, el único mosquito encontrado en Islandia fue capturado por el propio Gíslason en la década de 1980. El insecto llegó a bordo de un avión procedente de Groenlandia y fue rápidamente atrapado por el biólogo, quien lo preservó en un frasco de alcohol.
Hoy en día, ese ejemplar se exhibe en el Instituto Islandés de Historia Natural, como un recordatorio de lo cerca que ha estado Islandia de enfrentarse a una invasión de mosquitos. Este episodio también subraya que, aunque estos insectos pueden llegar accidentalmente a la isla, las condiciones actuales no les permiten sobrevivir.