En el noreste de Etiopía, junto a las fronteras con Eritrea y Yibuti, se extiende una de las regiones más inhóspitas del planeta: la Depresión de Danakil. Este paisaje abrasador, que parece de otro mundo, se encuentra más de 100 metros por debajo del nivel del mar, convirtiéndolo en uno de los puntos más deprimidos de la Tierra. Pero su fama no se limita a la altitud; lo que realmente la distingue es su clima extremo. Las temperaturas en esta región pueden superar los 50°C (122°F), convirtiendo a Danakil en uno de los lugares más calurosos del planeta.
Además de su calor sofocante, la Depresión de Danakil está marcada por un entorno hostil y fascinante a la vez. Es un área desértica, árida y repleta de actividad geotérmica. Los depósitos minerales colorean el suelo con tonos amarillos y rojos, mientras que en el aire flotan gases tóxicos como el ácido sulfúrico y el cloro. Sin embargo, estas condiciones extremas no son un simple fenómeno natural, sino el resultado de la interacción de tres placas tectónicas que se separan constantemente bajo esta región, moldeando su paisaje único y peligroso.
Condiciones climáticas y ambientales
La escasez de agua es otro factor limitante en esta región. El río Awash, único curso de agua importante que llega a la depresión, se evapora antes de alcanzar el océano, formando una cadena de lagos salinos que refuerzan la aridez del lugar. A esto se suma la mencionada atmósfera tóxica, cargada de ácido sulfúrico y gases de cloro, resultado de la intensa actividad geotérmica y volcánica.
El paisaje de Danakil, aunque desolado y hostil, tiene una belleza inquietante. Los suelos están impregnados de sales minerales, que junto con las chimeneas de azufre y las aguas termales, crean un mosaico de colores que va desde los amarillos intensos hasta los rojos y naranjas. Este ambiente tóxico y corrosivo hace que la vida humana sea prácticamente imposible, lo que ha dejado la zona prácticamente deshabitada, salvo por algunas comunidades nómadas que viven en las periferias.
Actividad tectónica y volcánica
La Depresión de Danakil es atractiva por ser una de las zonas más activas geológicamente en el mundo. La región se encuentra en la intersección de tres placas tectónicas: la placa africana, la arábiga y la somalí. El lento pero constante movimiento de estas placas provoca un proceso de separación tectónica, que genera grietas en la corteza terrestre y desencadena una intensa actividad volcánica.
Uno de los volcanes más conocidos en esta región es el Erta Ale, famoso por albergar uno de los pocos lagos de lava permanentes en el mundo. También está el Dallol, un volcán que genera aguas termales altamente ácidas y depósitos minerales de formas y colores sorprendentes. Estas características volcánicas y geotérmicas que configuran su raro paisaje también han despertado el interés de los científicos, que ven en Danakil un sitio análogo a otros planetas como Marte, debido a las condiciones extremas que presenta.
Investigaciones astrobiológicas
La Depresión de Danakil ha captado la atención de científicos de todo el mundo, especialmente de aquellos interesados en la astrobiología, una rama de la ciencia que estudia la vida en el universo y las condiciones que podrían permitir su existencia en otros planetas. A primera vista, este desierto tóxico y abrasador parecería incapaz de albergar vida. Sin embargo, su similitud con los ambientes extremos de planetas como Marte lo convierte en un lugar clave para investigaciones sobre la posibilidad de vida extraterrestre.
Uno de los científicos que ha explorado esta región es el astrobiólogo español Felipe Gómez, del Centro de Astrobiología de España. Su equipo ha llevado a cabo varias expediciones en Danakil para estudiar cómo podrían sobrevivir organismos en condiciones tan hostiles. En su investigación, Gómez y su equipo han recolectado muestras de las aguas ácidas y los depósitos minerales, con el fin de encontrar formas de vida que puedan ofrecer pistas sobre cómo la vida podría existir en otros planetas.
Las condiciones de Danakil son comparables a las de Marte hace miles de millones de años. Las temperaturas extremas, la alta concentración de sales y la actividad geotérmica crean un ambiente análogo al del planeta rojo, lo que convierte a este desierto en un laboratorio natural. Las expediciones de expertos han descubierto microorganismos que pueden sobrevivir en estas condiciones, lo que refuerza la idea de que la vida podría encontrarse en lugares que antes se consideraban demasiado extremos.
Vida en condiciones extremas e implicaciones para Marte
Uno de los descubrimientos más sorprendentes en la Depresión de Danakil ha sido la existencia de microorganismos que sobreviven en condiciones que, a simple vista, parecen incompatibles con la vida. En un ambiente donde las temperaturas son extremas, el aire está saturado de gases tóxicos y el pH de las aguas es altamente ácido, científicos como Felipe Gómez han encontrado bacterias y arqueas capaces de prosperar. Estos organismos extremófilos han demostrado una capacidad de adaptación extraordinaria, lo que refuerza una de las teorías más intrigantes en astrobiología: donde hay agua, hay vida, independientemente de cuán adversas sean las condiciones.
Las similitudes ambientales entre la depresión etíope y el Marte primitivo han llevado a los astrobiólogos a considerar este desierto como un análogo terrestre para investigar cómo podrían haber surgido y sobrevivido organismos en el planeta rojo. La posibilidad de encontrar formas de vida en Marte, ya sea pasada o presente, se vuelve más real a medida que se descubre vida en lugares extremos como Danakil.
Además, el hallazgo de nanohaloarqueas, organismos microscópicos que sobreviven en ambientes altamente salinos y ácidos, ha ampliado los horizontes sobre dónde buscar vida fuera de la Tierra. Estos microbios prosperan en un entorno que se asemeja a lo que pudo haber sido Marte hace miles de millones de años, cuando el planeta aún tenía agua líquida en su superficie.
Los descubrimientos en la Depresión de Danakil continúan proporcionando claves para las futuras misiones a Marte, ayudando a definir los entornos en los que la NASA y otras agencias espaciales deberán buscar signos de vida. De hecho, los estudios de estos ambientes han influido directamente en las misiones de exploración marciana, como la del rover Curiosity y el reciente despliegue del rover Perseverance, cuyo objetivo es encontrar pruebas de vida en Marte.