En el año 79 d. C., la tranquila vida de las ciudades romanas de Pompeya y Herculano cambió para siempre cuando el Monte Vesubio entró en erupción. La catástrofe sepultó a ambas ciudades bajo una espesa capa de cenizas y roca volcánica, preservando para la posteridad un testimonio único de la vida cotidiana en el Imperio Romano. Sin embargo, no solo las calles, las casas y los objetos quedaron enterrados. En las ruinas de una villa en Herculano, que se cree que perteneció al suegro de Julio César, se encontró un tesoro invaluable: más de mil rollos de papiro, documentos frágiles que permanecieron ocultos bajo el escombro volcánico durante siglos.
Estos pergaminos carbonizados, aunque casi irreconocibles, representan lo que podría ser una de las bibliotecas más importantes del mundo antiguo. Los primeros intentos por abrir estos rollos, en el siglo XVIII, terminaron en desastre, ya que los papiros se desintegraban al tocarlos, destruyendo cualquier posibilidad de descifrar sus contenidos. Durante mucho tiempo, estos pergaminos fueron considerados demasiado frágiles para ser leídos, y su verdadero valor permaneció fuera del alcance de los estudiosos.
Ahora, la inteligencia artificial está ofreciendo una nueva esperanza de desvelar los secretos perdidos en estos manuscritos antiguos, sin la necesidad de desenrollarlos físicamente.
Un grupo de investigadores y entusiastas de la tecnología se embarcó en una competencia singular: el Vesuvius Challenge, cuyo objetivo era descifrar el contenido de los pergaminos carbonizados sin abrirlos físicamente. El concurso, organizado por el profesor de informática Brent Seales y los inversores tecnológicos Nat Friedman y Daniel Gross, ofrecía más de un millón de dólares en premios a quienes lograran leer estos antiguos documentos utilizando inteligencia artificial y escaneos 3D.
El desafío planteaba una pregunta crucial: ¿cómo acceder a la información contenida en estos rollos sin dañarlos? Los pergaminos, recuperados siglos atrás, estaban tan frágiles que cualquier intento físico por desenrollarlos los destruía. Por eso, la clave del Vesuvius Challenge era aprovechar la tecnología moderna, especialmente los avances en aprendizaje automático, para analizar los escaneos tomográficos de los manuscritos y detectar cualquier indicio de texto oculto en el material carbonizado.
Los competidores debían desarrollar sus propios modelos de IA capaces de interpretar estas imágenes y encontrar patrones sutiles, como variaciones en la textura y estructura del pergamino, que indicaran la presencia de tinta. Este enfoque no solo era innovador, sino que representaba una oportunidad única para acceder a una posible biblioteca del mundo antiguo que podría cambiar radicalmente el conocimiento de la historia clásica.
Para resolver el enigma de los pergaminos carbonizados sin desenrollarlos, los participantes del Vesuvius Challenge recurrieron a técnicas avanzadas de inteligencia artificial y escaneos en 3D. Los organizadores del concurso ya habían realizado escaneos tomográficos de los rollos utilizando un acelerador de partículas, lo que permitió obtener imágenes detalladas de su estructura interna sin causarles daño físico. El desafío era interpretar estas imágenes para detectar indicios de escritura invisible a simple vista.
Uno de los enfoques clave fue utilizar modelos de aprendizaje automático. Por ejemplo, el competidor Luke Farritor, un joven estudiante universitario, entrenó su IA para identificar patrones de “crujidos” en el papiro que podrían señalar la presencia de tinta. La tinta a base de carbón utilizada en la época romana era prácticamente indistinguible del material carbonizado que componía el pergamino, pero pequeñas irregularidades en la textura podrían delatar su existencia. Otros competidores, como Youssef Nader, perfeccionaron sus modelos para mejorar la detección de tinta utilizando fragmentos de pergaminos dañados como referencia.
Otro desafío era desenrollar digitalmente los pergaminos. El suizo Julian Schilliger desarrolló un método que utilizaba IA para rastrear las capas visibles en los miles de cortes transversales de los escaneos y luego “aplanarlas” virtualmente, lo que permitía a los investigadores acceder a las capas internas sin necesidad de abrir físicamente los rollos. Esta combinación de tecnología no invasiva e inteligencia artificial está revolucionando la manera en que los estudiosos acceden a los textos antiguos.
Uno de los momentos más emocionantes del Vesuvius Challenge ocurrió cuando Farritor hizo un sorprendente descubrimiento. Mientras asistía a una fiesta, utilizó su teléfono para acceder a su modelo de inteligencia artificial, que estaba trabajando en una nueva sección del pergamino recientemente subida para el concurso. Horas más tarde, al revisar su teléfono, se encontró con tres letras griegas: pi, ómicron y rho. Estas letras formaban parte de la palabra griega para “púrpura”, y representaron el primer indicio de texto visible que alguien había logrado descubrir en uno de estos pergaminos en más de dos mil años.
Este hallazgo no solo fue un logro personal para Farritor, quien rápidamente compartió la noticia con los organizadores del concurso y con su madre, sino que también marcó un avance histórico en el estudio de los textos antiguos. Este descubrimiento lo convirtió en la primera persona en leer una palabra de este pergamino desde que quedó enterrado por la erupción del Vesubio.
Pero este fue solo el principio. Farritor no estaba solo en la carrera. Otros competidores, como Nader y Schilliger, se unieron para trabajar en equipo, combinando sus conocimientos y enfoques en el uso de IA. Juntos, lograron revelar 15 columnas de texto, lo que representó más de 2.000 caracteres de un pergamino. Este logro superó con creces el objetivo original del concurso, que era leer solo cuatro pasajes de 140 caracteres cada uno. El trabajo en equipo y la creatividad en el uso de tecnologías no invasivas permitieron a estos competidores alcanzar un hito que cambiará la forma en que los académicos estudian la literatura clásica.
El impacto de los descubrimientos realizados en el Vesuvius Challenge podría transformar la forma en que entendemos la historia, la filosofía y la literatura de la Antigüedad clásica. Los pergaminos recuperados en Herculano, que se cree que forman parte de la biblioteca personal del filósofo epicúreo Filodemo, podrían contener obras maestras que hasta ahora permanecen desconocidas. Algunos fragmentos ya revelados sugieren que estos textos son reflexiones filosóficas sobre el placer, un tema central en las enseñanzas epicúreas. Uno de los fragmentos descifrados, por ejemplo, menciona que “en el caso de la comida, no creemos de inmediato que las cosas que escasean sean absolutamente más placenteras que las que abundan”, una reflexión alineada con la visión epicúrea de la moderación y el placer.
Más allá de los pergaminos ya descubiertos, los expertos creen que una sección aún no excavada de la villa de Herculano podría albergar una biblioteca latina, posiblemente aún más rica en textos históricos, filosóficos y literarios. De confirmarse, esto significaría la posibilidad de recuperar obras perdidas de autores fundamentales de la cultura grecorromana. Según el historiador Garrett Ryan, encontrar una biblioteca intacta cambiaría profundamente nuestra comprensión del mundo antiguo y representaría una auténtica revolución en los estudios clásicos.
Incluso si no se encuentran más pergaminos, la capacidad de leer estos textos sin dañarlos ya supone un avance significativo en la investigación de la Antigüedad. Los primeros intentos por abrir estos frágiles rollos, llevados a cabo en siglos pasados, resultaron en la pérdida de una cantidad significativa de material. Ahora, gracias a la inteligencia artificial y a técnicas no invasivas, los estudiosos tienen una herramienta poderosa para acceder a textos que han estado enterrados durante milenios, lo que podría llevar a una revalorización de muchos aspectos de la historia clásica.
El éxito obtenido en la primera fase del Vesuvius Challenge ha despertado un gran interés en las posibilidades futuras de la investigación no invasiva de textos antiguos. Los avances tecnológicos en el uso de escaneos 3D y aprendizaje automático han demostrado que es posible leer pergaminos sin necesidad de abrirlos, lo que preserva su integridad y permite a los expertos acceder a su contenido de manera segura. Sin embargo, esto es solo el comienzo.
Los organizadores del desafío, encabezados por el profesor Brent Seales, ya han fijado nuevas metas para los próximos años. El objetivo es ampliar la escala de esta tecnología, pasando de la lectura del 5 % de un pergamino a la lectura del 90 % de cuatro pergaminos completos. Para lograrlo, se busca una mayor automatización en el proceso, lo que permitiría escanear los aproximadamente 300 pergaminos intactos que aún no han sido descifrados. Algunos especialistas sugieren que podría haber incluso miles de textos más esperando a ser descubiertos en la villa de Herculano.
La clave para este avance es continuar perfeccionando los modelos de inteligencia artificial. Con el tiempo, se espera que sea posible desarrollar un sistema que permita escanear estos documentos antiguos y, con solo presionar un botón, revelar el 90 % del texto sin intervención manual. Según Seales, este nivel de automatización hará que el proceso sea mucho más eficiente, permitiendo a los investigadores acceder a una gran cantidad de material histórico en un tiempo mucho menor.
El entusiasmo por los logros hasta ahora obtenidos ha generado expectativas no solo en la comunidad de estudios clásicos, sino también entre los investigadores de tecnología y conservadores de sitios arqueológicos. Tal como lo expresó Robert Fowler, presidente de la Sociedad Herculano en Oxford, el hecho de que ahora podamos “atravesar milenios” y leer los pensamientos de los antiguos romanos es un logro extraordinario, que nos conecta con una eternidad intelectual.