Los libros antiguos podrían tener niveles tóxicos de cromo, según un estudio

Los antiguos tesoros literarios, famosos por su belleza y simbolismo, mantienen secretos preocupantes

Guardar
Los expertos recomiendan el uso de guantes y evitar el contacto directo con libros antiguos (Imagen Ilustrativa Infobae)
Los expertos recomiendan el uso de guantes y evitar el contacto directo con libros antiguos (Imagen Ilustrativa Infobae)

A lo largo de la historia, los libros antiguos han sido apreciados no solo por el contenido que albergan, sino por su valor estético y simbólico. El aroma de las páginas envejecidas y las cubiertas que han resistido el paso del tiempo atraen a coleccionistas y académicos por igual. Sin embargo, detrás de este encanto se esconde un riesgo invisible: la presencia de cromo y otros metales pesados en algunas de estas reliquias. Un estudio reciente de la Universidad Lipscomb ha revelado que ciertos volúmenes de más de un siglo de antigüedad contienen niveles tóxicos de estos elementos, lo que podría representar un peligro para quienes los manipulan.

El uso del cromo en la producción de libros antiguos se remonta a los siglos XIX y principios del XX, una época en la que este metal se incorporaba en procesos industriales para mejorar tanto la durabilidad como el atractivo visual de las publicaciones. Los compuestos de cromo, como el cromato de plomo y el cromato de cinc, se empleaban como pigmentos en la impresión de libros debido a sus brillantes tonalidades amarillas, que hacían más llamativas las cubiertas y las ilustraciones.

Además, el cromo se utilizaba en el curtido de cuero, aportando mayor resistencia a las encuadernaciones. Esta técnica fue especialmente popular durante la revolución industrial, cuando el uso de nuevos compuestos químicos permitió a los editores producir libros más duraderos y accesibles.

Hallazgos alarmantes

El uso del cromo en libros antiguos se remonta a los siglos XIX y principios del XX (Imagen Ilustrativa Infobae)
El uso del cromo en libros antiguos se remonta a los siglos XIX y principios del XX (Imagen Ilustrativa Infobae)

En el estudio se analizaron 26 libros antiguos de la colección de la biblioteca de la Universidad Lipscomb. Los resultados fueron preocupantes: algunos volúmenes contenían cromo y otros metales tóxicos, como el plomo, en concentraciones muy superiores a los niveles aceptables. Los investigadores detectaron, en ciertos libros, hasta seis veces más de lo permitido por las normativas de seguridad actuales. Además, las concentraciones de cromo en algunos ejemplares alcanzaron las 50 partes por millón (ppm), un nivel que puede causar reacciones cutáneas, ya que la exposición prolongada a solo 4-25 ppm ya puede desencadenar efectos adversos.

El equipo utilizó un espectrómetro de fluorescencia de rayos X portátil para medir los niveles de estos compuestos en las cubiertas de los libros. Esta tecnología no invasiva permitió detectar metales pesados sin dañar los tomos. Entre los hallazgos más preocupantes se encontró la presencia de cromato de plomo en cubiertas doradas, un pigmento también utilizado por artistas como Vincent van Gogh en sus icónicas pinturas de girasoles.

Riesgos para la salud asociados a la exposición al cromo

La espectroscopia de emisión óptica de plasma es vital para detectar compuestos peligrosos en libros (Imagen Ilustrativa Infobae)
La espectroscopia de emisión óptica de plasma es vital para detectar compuestos peligrosos en libros (Imagen Ilustrativa Infobae)

El cromo y otros metales pesados presentes en las cubiertas de libros antiguos pueden ser peligrosos cuando se inhalan o entran en contacto con la piel. La exposición crónica a niveles elevados de cromo puede causar daños pulmonares, problemas de fertilidad e incluso cáncer. En el caso de los libros antiguos, aunque el riesgo de exposición no es extremadamente alto en condiciones normales, existe la posibilidad de que las partículas tóxicas de los pigmentos se liberen con el roce o se esparzan en el aire.

Un aspecto interesante de este estudio es que no todos los colores y pigmentos de los libros presentan el mismo riesgo. Las cubiertas de tonos amarillos no desprenden fácilmente sus partículas, lo que disminuye el riesgo de exposición. Sin embargo, las cubiertas de color verde esmeralda, que contenían arsénico, son más propensas a liberar partículas tóxicas, aumentando el peligro.

El proyecto del “Libro Venenoso”

La investigación de la Universidad Lipscomb forma parte de un esfuerzo global más amplio conocido como el Proyecto del Libro Venenoso, una iniciativa encabezada por la Biblioteca Winterthur en los Estados Unidos. Este proyecto, liderado por los científicos Michaela Rutledge y Jan Cohu, busca identificar y analizar la presencia de metales pesados en las encuadernaciones de libros del siglo XIX. La preocupación por los pigmentos tóxicos se inició en 2019, cuando la conservadora Melissa Tedone descubrió la presencia de arsénico en un libro de su colección.

Este proyecto ha impulsado a bibliotecas de todo el mundo a evaluar sus colecciones y a tomar medidas de precaución. El uso de herramientas avanzadas, como la espectroscopia de emisión óptica de plasma acoplada inductivamente (ICP-OES), ha permitido detectar y medir con precisión los niveles de estos compuestos en los libros, lo que ha sido fundamental para los estudios en Lipscomb University.

Los investigadores advierten que el cromo puede liberar partículas peligrosas con el roce (Imagen Ilustrativa Infobae)
Los investigadores advierten que el cromo puede liberar partículas peligrosas con el roce (Imagen Ilustrativa Infobae)

Precauciones para la manipulación segura de libros antiguos

Aunque no todos los libros antiguos presentan un riesgo significativo, es recomendable seguir algunas medidas de precaución al manipular volúmenes de esta época. Los expertos sugieren el uso de guantes de algodón o nitrilo para evitar el contacto directo con los pigmentos peligrosos. Además, es importante lavarse las manos después de manipular estos libros y evitar tocarse la cara o consumir alimentos durante su manejo.

El Proyecto del Libro Venenoso también ha desarrollado recomendaciones para el almacenamiento seguro de estos volúmenes, sugiriendo que los libros con altos niveles de metales tóxicos se conserven en entornos controlados y ventilados, minimizando la posibilidad de inhalar partículas. De este modo, los tesoros literarios pueden ser preservados sin comprometer la salud de quienes los estudian.

Guardar