En la cocina moderna, el microondas es uno de los electrodomésticos más utilizados, confiado por su rapidez y facilidad para calentar alimentos. Sin embargo, un nuevo estudio ha revelado una sorprendente realidad: estos aparatos no son tan estériles como parecen. A pesar de la irradiación y las altas temperaturas que generan, los microondas pueden albergar diversas comunidades de bacterias. Este descubrimiento, publicado en Frontiers in Microbiology, marca la primera vez que se documenta la existencia de microorganismos que sobreviven y prosperan en el ambiente hostil de un microondas.
El hallazgo subraya la importancia de no subestimar la limpieza de estos dispositivos, que pueden ser tan propensos a la acumulación de bacterias como cualquier otra superficie de la cocina.
El estudio sobre las comunidades microbianas en microondas
Este reciente estudio, llevado a cabo por el microbiólogo Manuel Porcar y su equipo en la Universidad de Valencia en España, es el primero en investigar a fondo la existencia de microorganismos en los microondas. Porcar y sus colegas recolectaron muestras de 30 microondas activos en tres entornos diferentes: diez en cocinas domésticas, diez en laboratorios y diez en espacios compartidos como cafeterías y oficinas.
El proceso de recolección consistió en tomar muestras de las superficies internas de los microondas, incluyendo las paredes y los platos giratorios, para luego transferirlas a placas de Petri donde las bacterias pudieron crecer. Los resultados mostraron que había bacterias presentes y que estos prosperaban, lo que sugiere que los microondas no eliminan por completo los microorganismos, como comúnmente se cree.
Una de las conclusiones más llamativas de este estudio fue la identificación de las bacterias predominantes en los microondas. Al analizar el ADN de las colonias bacterianas cultivadas, los investigadores descubrieron que las comunidades microbianas estaban dominadas por cuatro tipos principales de bacterias: Proteobacteria, Firmicutes, Actinobacteria y Bacteroidetes.
Estos grupos de bacterias son comunes en la piel humana y en superficies que las personas tocan con frecuencia. Esto sugiere que el origen de la contaminación bacteriana en los microondas puede estar relacionado principalmente con el contacto humano, ya sea al introducir alimentos o al tocar el aparato.
El equipo de Porcar encontró una interesante variación en las comunidades bacterianas dependiendo del entorno en el que se utilizaban los microondas. Los microondas domésticos contenían mayormente bacterias asociadas con alimentos, mientras que los microondas de laboratorios y espacios compartidos tenían una mayor diversidad microbiana. Este hallazgo plantea la hipótesis de que la frecuencia de uso y los tipos de alimentos calentados pueden influir en las bacterias que sobreviven dentro de los microondas.
En particular, los microondas en laboratorios, donde se utilizan para calentar soluciones químicas y otros materiales no alimentarios, mostraron una sorprendente variedad de bacterias, lo que sugiere que estos aparatos pueden ser colonizados por microorganismos provenientes de distintas fuentes.
Además de las bacterias comunes en la piel humana, el estudio también encontró la presencia de bacterias potencialmente peligrosas en los microondas domésticos, como Klebsiella y Brevundimonas. Estas bacterias pueden causar enfermedades transmitidas por los alimentos, lo que destaca la necesidad de mantener una higiene adecuada en los microondas. Si bien no se detectó ningún riesgo inmediato, la existencia de estos patógenos resalta la importancia de limpiar regularmente el interior de los microondas, tal como se hace con otras superficies de la cocina.
Resistencia a condiciones extremas
Uno de los aspectos más intrigantes de este estudio es cómo las bacterias lograron sobrevivir en un ambiente que se creía hostil para la vida microbiana. Los microondas generan altas temperaturas y radiación electromagnética, lo que, en teoría, debería eliminar la mayoría de los microorganismos. Sin embargo, este estudio sugiere que algunas bacterias han desarrollado mecanismos de resistencia que les permiten soportar estas condiciones extremas.
Este fenómeno es comparable a los organismos conocidos como “extremófilos”, que pueden vivir en entornos como el hielo de la Antártida o las profundidades de la corteza terrestre. Aunque no está claro cómo las bacterias en los microondas han logrado esta adaptación, los investigadores creen que podría haber aplicaciones biotecnológicas derivadas de su capacidad para resistir temperaturas extremas y radiación.