La NASA anunció que apagó uno de los cinco instrumentos científicos restantes de la sonda Voyager 2 con el objetivo de ahorrar energía y prolongar la vida útil de esta histórica misión. La sonda fue lanzada en 1977 y se encuentra actualmente a más de 20.000 millones de kilómetros de la Tierra. Aunque la decisión fue postergada para seguir recolectando datos únicos y valiosos del espacio interestelar, finalmente se determinó que apagar el instrumento era necesario para gestionar la disminución continua de la energía disponible.
La decisión implicó apagar el instrumento de plasma de la sonda, que hasta la fecha había proporcionado datos fundamentales sobre el viento solar y otras partículas emitidas por el Sol. La misión de la Voyager 2 es llegar más lejos que cualquier otro objeto construido por el ser humano y enviar información desde los confines del sistema solar. No obstante, esta misión enfrenta el reto de mantener sus sistemas operativos activos a pesar de la pérdida gradual de energía con el paso del tiempo. La disminución de energía llevó a la NASA a tomar decisiones críticas para maximizar la vida útil de la sonda.
Tecnología y funcionamiento de las sondas Voyager 1 y 2
La Voyager 2 y su gemela, la Voyager 1, son dos de los objetos construidos por el ser humano que viajaron más lejos en el espacio. Para seguir funcionando a lo largo de más de cuatro décadas, estas sondas dependen de tres generadores termoeléctricos de radioisótopos (RTG), que convierten el calor producido por el decaimiento del plutonio-238 en electricidad. Cuando se lanzaron en 1977, cada sonda contaba con aproximadamente 470 vatios de potencia a 30 voltios, pero el proceso de decaimiento del plutonio, que tiene una vida media de 87,74 años, ha provocado una reducción de alrededor del 0,79 % de potencia cada año. Después de más de 47 años, ambas sondas operan con aproximadamente dos tercios de su potencia original.
Este continuo descenso en la capacidad energética de los RTG obligó a la NASA a apagar instrumentos no esenciales para reducir el consumo y prolongar la vida útil de la misión. La agencia ya había desactivado varios instrumentos a lo largo de los años, especialmente aquellos que dejaron de ser útiles una vez que las sondas completaron su misión inicial de explorar los planetas exteriores del sistema solar en la década de 1980.
Importancia del instrumento de plasma apagado
El instrumento de plasma de la Voyager 2 estaba diseñado para estudiar las emisiones de partículas solares conocidas como viento solar. El aparato se compone de cuatro “copas”: tres de ellas están orientadas hacia el Sol para analizar el viento solar mientras la sonda se encontraba dentro de la heliosfera—la región del espacio dominada por la influencia solar. La cuarta copa está situada en un ángulo recto respecto a las demás y estaba diseñada para captar datos sobre el campo magnético de diversos planetas, la heliosfera y el espacio interestelar.
Este instrumento fue crucial para determinar que el Voyager 2 había abandonado la heliosfera en 2018, marcando un hito en la exploración espacial. Sin embargo, desde entonces, la utilidad del instrumento se redujo en enorme medida. Una vez que la sonda abandonó el entorno dominado por el Sol, el instrumento de plasma solo pudo ofrecer datos valiosos aproximadamente una vez cada tres meses, cuando la rotación lenta de la sonda (un giro de 360 grados) la orientaba de nuevo hacia el Sol.
Con este contexto, la NASA determinó que era más conveniente apagar el instrumento y reducir el consumo energético. Dada la distancia actual de la Voyager y a unos 48 grados al sur de la eclíptica solar, la señal de apagado enviada por la NASA el 26 de septiembre tardó 19 horas en llegar a la sonda y otras 19 horas para recibir la confirmación de que el instrumento había sido efectivamente apagado.
Impacto en la misión de Voyager 2 y perspectivas a futuro
Apagar el instrumento de plasma es una medida para garantizar que la Voyager 2 pueda seguir operando con los cuatro instrumentos restantes. La meta de la NASA es extender el funcionamiento de la sonda al menos hasta la década de 2030, lo cual dependerá de que continúe disponiendo de energía suficiente para operar algún instrumento científico y mantener su comunicación con la Tierra.
Aunque es un reto mantener las sondas funcionando después de más de 40 años, la Voyager 1 y la Voyager 2 continúan enviando información valiosa sobre el espacio interestelar. El equipo de ingenieros de la NASA ha demostrado una gran habilidad para administrar los recursos energéticos de la sonda y adaptar la misión a lo largo del tiempo. La Voyager 1 ya había enfrentado una situación similar cuando su propio instrumento de plasma dejó de funcionar en 1980, pero fue apagado formalmente en 2007 para ahorrar energía.
Si no se presentan problemas técnicos insalvables, ambas sondas podrían seguir enviando datos al menos hasta los primeros años de la década de 2030. Esto sería un logro sin precedentes para la exploración espacial, permitiendo que la NASA y la comunidad científica continúen recibiendo información de regiones del espacio nunca antes exploradas por instrumentos humanos.