La contaminación lumínica, en especial la luz del espectro azul, puede alterar significativamente el comportamiento de los peces en solo unas pocas noches y afectar a sus crías, según un estudio de un equipo de China publicado en la revista Science of The Total Environment. Las investigaciones sobre cómo las hembras de pez cebra reaccionan a la luz artificial durante la noche, principal fuente de contaminación lumínica global.
En el experimento, los peces fueron expuestos a diversas longitudes de onda de luz artificial durante nueve noches. Este fenómeno provocó que éstos se movieran menos, se mantuvieran en cardumen y se aproximaran a los bordes del acuario.
Según el medio especializado Phys Org, tales comportamientos similares a la ansiedad se manifestaron en todos los espectros de la luz. Sin embargo, la luz de onda corta del espectro azul generó las transformaciones más veloces e intensas.
El impacto de la luz artificial nocturna no se limita a los adultos. El estudio observó a las crías de madres expuestas a esta luz, mostrando que nadaban menos, a pesar de no haber estado expuestas directamente a la luz artificial. Por lo que cabe concluir que los efectos se heredan, pasan a la siguiente generación.
La luz artificial nocturna no solo ilumina el exterior, como las calles y áreas industriales, sino también el interior, a través de los dispositivos que utilizamos. Esta luz altera los ritmos naturales de los procesos biológicos de muchos organismos, coordinados por ciclos de luz y oscuridad.
Wei Wei Li, primer autor del estudio, contó a Phys Org: “El sueño es uno de los principales procesos de los animales que se ve alterado por la luz artificial durante la noche, por lo que teníamos curiosidad por saber qué significa eso para su conducta vital”.
En el experimento, se expuso a hembras de pez cebra a luz nocturna en diez regímenes de luz: nueve longitudes de onda distintas en el espectro visible y luz blanca, ajustadas a 20 lux (aproximadamente la intensidad de las farolas vistas a distancia).
Aneesh Bose, coautor del estudio, afirmó a Phys Org: “Descubrimos que, tras ocho noches de exposición, todas las longitudes de onda hacían que los peces nadasen menos, se mantuvieran más juntos y pasaran más tiempo cerca de la pared del acuario”.
Particularmente, la luz azul mostró efectos más temprano y fuertes, tras solo cinco días de exposición. “Esto es consistente con lo que se sabe en humanos, que la exposición a la luz azul de nuestras pantallas electrónicas tiene el mayor efecto sobre nuestro sueño y otros ciclos fisiológicos”, explicó Bose a Phys Org, mientras realizaba el trabajo en el Instituto Max Planck de Comportamiento Animal.
Los resultados de las crías
Al finalizar el periodo de exposición, se permitió que las hembras se reprodujeran y sus crías fueron criadas en condiciones de luz natural. Tras quince días, con la utilización de un software de seguimiento automatizado, se analizaron los movimientos de las larvas.
Según explicó Phys Org, los hijos de las madres expuestos se movieron mucho menos que lo normal durante el día. Lo extraño es que nunca fueron expuestas a las luces durante la noche, por lo que los investigadores llegaron a la conclusión de que el efecto fue heredado.
Ming Duan, autor final del estudio, dijo según Phys Org: “Descubrimos que la contaminación lumínica altera el comportamiento natural de los peces, y esta alteración puede tener consecuencias para la aptitud y el rendimiento”.
“Lo mejor que podemos hacer es minimizar el uso de fuentes de luz de longitud de onda azul en los lugares donde los animales intentan dormir”, cerró Duan en declaraciones al mismo medio.