El enigma de la arena de estrella: una maravilla biológica en Japón

Las playas del sur, como las de Iriomote, Hatoma y Taketomi, ofrecen una experiencia única: cada grano de su arena tiene forma estrellada

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Cada grano de arena en estas playas japonesas tiene la forma de una diminuta estrella, resultado de los exoesqueletos de foraminíferos. (Getty Images)
Cada grano de arena en estas playas japonesas tiene la forma de una diminuta estrella, resultado de los exoesqueletos de foraminíferos. (Getty Images)

Imaginemos que una persona camina por una playa y, al agacharse para recoger un puñado de arena, descubre que cada grano tiene la forma perfecta de una estrella diminuta. Lo que podría parecer un fenómeno surrealista es, en el sur de Japón, una maravilla natural. Esta arena estrellada, formada por los esqueletos de diminutos organismos unicelulares, adorna algunas playas japonesas y teje una historia rica que combina biología, geología y cultura.

Cada grano de arena de estrella es en realidad el exoesqueleto de organismos microscópicos denominados Foraminifera, específicamente de la especie Baculogypsina sphaerulata. Estos protistas, que habitan en los océanos, construyen estructuras calcáreas con formas diversas, entre ellas las reconocibles estrellas que acaban cubriendo las playas. Estos esqueletos no son meros restos inanimados; mientras están vivos, los Foraminifera contienen pequeñas células fotosintéticas, conocidas como diatomeas, que viven dentro de la estructura. Estas diatomeas producen carbohidratos y oxígeno, que beneficia a los Foraminifera mediante la fotosíntesis. La arena de estrella es, por tanto, el remanente de un pequeño ecosistema encapsulado dentro de cada grano.

La arena de estrella adorna algunas playas japonesas y teje una historia rica que combina biología, geología y cultura. (Freepik)
La arena de estrella adorna algunas playas japonesas y teje una historia rica que combina biología, geología y cultura. (Freepik)

Hábitat y distribución geográfica

Las islas de Iriomote, Hatoma y Taketomi, situadas al sur de Japón en la prefectura de Okinawa, son los principales lugares donde se pueden encontrar estos singulares granos de arena.

Con la muerte de estos organismos, sus esqueletos son arrastrados por las corrientes marinas y finalmente depositados en las playas. Durante este proceso, las espinas de los esqueletos tienden a redondearse, pero aún conservan la forma de estrella que los hace tan únicos y apreciados.

En las costas de Hatoma, ubicada al sur de Japón, los visitantes pueden encontrar la singular arena estrellada. (Getty Images)
En las costas de Hatoma, ubicada al sur de Japón, los visitantes pueden encontrar la singular arena estrellada. (Getty Images)

Formación y ciclo de vida de la arena de estrella

Desde su nacimiento, la arena de estrella comienza a construir sus conchas calcáreas, utilizando el carbonato de calcio que absorben del agua marina. Estas conchas pueden tomar diversas formas, siendo la estrellada una de las más fascinantes por su complejidad y perfección natural. A medida que estos organismos flotan en el océano, van acumulando más calcio y desarrollando sus estructuras hasta alcanzar la forma definitiva.

Su ciclo de vida, aunque breve en comparación con otros seres marinos, deja una huella duradera en las costas. Con su muerte, sus esqueletos se asientan en el fondo marino y, con el tiempo, las corrientes los llevan a las playas, donde se mezclan con otros fragmentos de conchas y rocas y crean un paisaje único.

Los organismos Baculogypsina sphaerulata son los responsables detrás de esta singular arena estrellada, que fascina a científicos y turistas por igual. (Getty Images)
Los organismos Baculogypsina sphaerulata son los responsables detrás de esta singular arena estrellada, que fascina a científicos y turistas por igual. (Getty Images)

Leyendas y folclore japonés

Más allá de su explicación científica, la arena de estrella tiene un lugar especial en la mitología japonesa. Según las leyendas locales, estos granos de arena son los restos de las crías de las estrellas del sur y del norte, que habrían vivido en el mar cerca de las islas de Okinawa. Estas estrellas bebés, según la historia, habrían sido asesinadas por un gran serpiente marina, quedando solo sus esqueletos esparcidos por las costas. Esta narrativa, aunque triste, añade un componente mágico a la experiencia de encontrar estas diminutas estrellas en la playa, dando a los visitantes una conexión emocional y cultural con este fenómeno natural.

La isla de Iriomote, situada en la prefectura de Okinawa, es famosa por sus playas con arena estrellada, formada por los exoesqueletos de foraminíferos. (Eric Lafforgue/Art In All Of Us/Corbis via Getty Images)
La isla de Iriomote, situada en la prefectura de Okinawa, es famosa por sus playas con arena estrellada, formada por los exoesqueletos de foraminíferos. (Eric Lafforgue/Art In All Of Us/Corbis via Getty Images)

Importancia científica y restricciones

Desde una perspectiva científica, la arena de estrella ha sido vital para entender la historia geológica de la Tierra. Los restos fosilizados de estos organismos permiten a los científicos estudiar las condiciones climáticas y ambientales de épocas pasadas, proporcionando pistas sobre la evolución de los océanos y el clima. Estos diminutos organismos han existido desde hace unos 540 millones de años, sobreviviendo a cambios globales que han extinguido a muchas otras especies. La arena de estrella es, por tanto, no solo una curiosidad biológica, sino también una herramienta valiosa para la ciencia.

A pesar de su atractivo, las autoridades japonesas prohíben la recolección de arena de estrella de las playas. Esto se debe en parte a la protección del ecosistema local y en parte a la preservación de este recurso único para futuras generaciones. Las playas donde se encuentran estas arenas están bajo vigilancia, evitando que los turistas se lleven un recuerdo, y asegurando que este tesoro natural siga existiendo.

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