Cuando Sharon Swartz era una joven científica, se encontraba inmersa en el estudio de los gibones. Sin embargo, algo cambió en su carrera cuando descubrió la intrincada estructura esquelética de las alas de los murciélagos. Su interés por las compensaciones evolutivas necesarias para que los mamíferos pudieran volar la llevó a desviarse de su investigación original sobre primates. Decidió entonces viajar a Australia para estudiar a los grandes murciélagos conocidos como zorros voladores.
Swartz recuerda una noche en particular en la que visitó un campo de golf suburbano, donde los murciélagos se posaban en los árboles. Primero apareció uno, luego unos cuantos más, y finalmente, cientos de criaturas se alzaron al ponerse el sol, formando un “río de murciélagos en el cielo”. La noche siguiente, Swartz, ahora profesora de biología e ingeniería en la Universidad de Brown, y su colega atraparon murciélagos en redes, permitiéndole sostener uno por primera vez. Era un zorro volador con una envergadura impresionante. “Mi corazón se aceleró. Sentí que nunca había visto algo tan hermoso”, expresó Swartz. Esta experiencia marcó un punto de inflexión en su carrera científica.
Los murciélagos han capturado la atención de científicos en todo el mundo debido a sus características únicas y adaptaciones excepcionales. Desde su increíble longevidad hasta su resistencia a enfermedades, estos animales ofrecen un campo de estudio fascinante que podría tener importantes implicaciones para la biología y la medicina humana.
La reacción común hacia los murciélagos suele ser de miedo o repulsión. Sin embargo, para Swartz, el encuentro con los zorros voladores fue una revelación. Su trabajo en el campo australiano no solo cambió su percepción de los murciélagos, sino que también la llevó a una carrera dedicada a desentrañar los misterios de estos animales. Ahora, Swartz es una de las principales defensoras y estudiosa de los murciélagos, explorando su vuelo acrobático, longevidad y resistencia a enfermedades.
Los murciélagos, con su capacidad de vuelo y su biología única, son una de las maravillas evolutivas más intrigantes del reino animal. A diferencia de otros mamíferos, los murciélagos han desarrollado adaptaciones excepcionales que les permiten surcar los cielos, cazando insectos en la oscuridad de la noche o alimentándose de frutas y néctar.
Las alas de los murciélagos son una de las características más distintivas de estos animales. Están formadas por una delgada membrana de piel estirada sobre huesos ligeros, con múltiples articulaciones. Esta estructura permite una flexibilidad y un control del vuelo que no se encuentran en las aves. Mientras que las alas de las aves tienen tres articulaciones principales (hombro, codo y muñeca), las alas de los murciélagos cuentan con casi tantas articulaciones como una mano humana. Además, poseen músculos incrustados en la piel de las alas, lo que les permite cambios rápidos y precisos en la forma de sus alas durante el vuelo.
A pesar de su tamaño pequeño, los murciélagos tienen una longevidad sorprendente. Mientras que otros mamíferos de tamaño similar viven pocos años, los murciélagos pueden vivir décadas. Además, muestran una notable resistencia a muchas enfermedades, incluido el cáncer. Los estudios sugieren que su capacidad para volar está ligada a estas adaptaciones inmunológicas. El vuelo requiere un metabolismo extremadamente alto, lo que genera radicales libres que dañan el ADN. Sin embargo, los murciélagos han desarrollado sistemas de reparación de ADN altamente eficientes que contrarrestan este daño. También muestran una capacidad para controlar su respuesta inmunitaria, evitando las inflamaciones excesivas que pueden ser perjudiciales.
Para los científicos que estudian a los murciélagos, estos animales no solo son sujetos de investigación, sino también seres vivos que despiertan una profunda admiración. DeeAnn Reeder, de la Universidad Bucknell, y sus colegas están investigando cómo los murciélagos manejan patógenos mortales sin enfermarse. Este conocimiento podría ser crucial para entender mejor cómo mejorar la respuesta inmunológica en humanos.
En última instancia, los murciélagos ofrecen un modelo único para estudiar una serie de fenómenos biológicos y ecológicos. Desde su capacidad de vuelo hasta su longevidad y resistencia a enfermedades, estos animales continúan sorprendiendo a los científicos y ofreciendo valiosas lecciones para la biología y la medicina.
Uno de los problemas más graves que enfrentan los murciélagos es la pérdida de hábitat. La deforestación y la urbanización están destruyendo los lugares donde los murciélagos viven y se reproducen. La expansión humana no solo reduce los refugios disponibles, sino que también fragmenta las poblaciones de murciélagos, lo que dificulta la reproducción y la supervivencia de las especies. Los murciélagos que dependen de cuevas, árboles viejos o edificios abandonados se encuentran especialmente en riesgo.
El cambio climático también está afectando a los murciélagos. Los murciélagos frugívoros de gran tamaño, como los zorros voladores de Australia, son especialmente vulnerables a las olas de calor extremas. Estos murciélagos no se posan en cuevas, sino al aire libre, y las temperaturas extremas pueden ser mortales. Tigga Kingston, de la Universidad Tecnológica de Texas, ha documentado eventos donde miles de murciélagos han muerto debido a insolación durante olas de calor.