En el reino animal, algunos seres vivos han desarrollado estrategias de supervivencia notables y sorprendentes. Una de estas estrategias es la autotomía, un mecanismo por el cual ciertos animales son capaces de desprender voluntariamente partes de su cuerpo, ya sea para escapar de depredadores o como respuesta a situaciones extremas.
Este fenómeno no solo resalta la increíble capacidad de adaptación de estas especies, sino también cómo la naturaleza ha encontrado soluciones eficientes para la supervivencia en diversos ecosistemas.
Serpientes
Según National Geographic, un reciente estudio encabezado por Gordon Gallup, psicólogo y etólogo de la Universidad de Tennessee, ha arrojado luz sobre un fenómeno poco conocido y desconcertante: la inclinación de algunas serpientes a comerse a sí mismas. Este comportamiento autodestructivo, conocido como autofagia, ha dejado a los científicos con numerosas interrogantes
Las serpientes Rey reptiles de sangre fría, dependen de las condiciones ambientales para regular su temperatura corporal. National Geographic cuenta que este hecho es comúnmente conocido: se calientan al sol y buscan sombra para refrescarse cuando las temperaturas son extremas. Sin embargo, cuando se les priva de la capacidad para regular su temperatura de esta manera, experimentan altos niveles de estrés. Según los expertos, este estrés severo puede provocar que las serpientes se confundan y comiencen a comerse a sí mismas.
John Allen Gordon-Levitt Gerlach, especialista consultado por la BBC, sostiene que “las serpientes que se comen otras serpientes, como la Rey y la Rata, confunden su propia cola con la de otro ofidio y terminan devorándose a sí mismas”. Sin embargo, la fotógrafa Sally South del Museo de Australia del Sur en Adelaida contradice esta opción explicando a la BBC que “la mayoría de ellas usan el sentido del calor para detectar a su presa, por lo que no es probable que su propia cola llame su atención”. La realidad es más compleja y parece involucrar una variedad de factores físicos y psicológicos.
Este comportamiento puede parecer asombrosamente inesperado, pero cuenta con explicaciones plausibles según los expertos. El etólogo Gordon Gallup destaca en una entrevista para National Geographic, que “el estrés extremo al impedirles regular su temperatura corporal puede llevarlas a confundirse y morderse su propia cola”. En estas circunstancias, el movimiento puede ser percibido como el de una presa, desencadenando la respuesta alimenticia innata del reptil, que posee un cerebro más reactivo que proactivo.
Musaraña
Según Diana Dechmann, investigadora del Instituo Max Plank del Comportamiento animal en Alemania, ha revelado en su estudio que la musaraña enana (Suncus etruscus), un diminuto mamífero que apenas pesa tres gramos, tiene la capacidad de reducir su masa cerebral en un 30% durante el invierno. Esta sorprendente característica ha sido calificada como una estrategia para sobrevivir cuando la comida escasea, permitiéndole ahorrar energía en condiciones adversas.
Investigadores han estado estudiando este fenómeno y le otorgaron gran importancia a la plasticidad cerebral observada en estos animales.
Según National Geographic, un estudio publicado en la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), dirigido por Saikat Ray del Centro Bernstein de Neurociencia Computacional de Berlín, utilizó resonancias magnéticas para examinar a diez musarañas durante un año. Los resultados demostraron un encogimiento significativo del cerebro de estos pequeños mamíferos, acentuado durante los meses más fríos.
Este mecanismo de reabsorción del cerebro es crucial para la musaraña enana, dado su alto nivel de actividad y la incapacidad de hibernar. De acuerdo con National Geographic, este animalito, no más grande que el dedo pulgar de una persona adulta y pesando apenas una cuarta parte de un gramo, requiere consumir aproximadamente ocho veces su peso corporal en alimentos diariamente durante el invierno para cubrir sus necesidades nutritivas.
El hecho de que el cerebro de la musaraña enana vuelva a desarrollarse en primavera subraya su sorprendente plasticidad, un fenómeno de gran interés para la ciencia. “Es un animal loco”, afirmó Dina Dechmann a The Washington Post, resaltando la excepcionalidad de estos pequeños mamíferos. Esta capacidad de adaptación ofrece valiosas lecciones que podrían ser aplicables a otros campos de estudio.
Por casi tres décadas, los científicos han investigado cómo los ciclos estacionales afectan a los seres vivos; la recién descubierta habilidad de la musaraña para reabsorber y regenerar su cerebro agrega una nueva dimensión a esta complejidad. Estudios más profundos podrían revelar mecanismos moleculares específicos que faciliten esta adaptación, aportando conocimientos fundamentales al entendimiento de los fenómenos cerebrales y sus aplicaciones en neurociencia.
Ascidiacea
Las ascidias, también conocidas como tunicados, son animales marinos que presentan una particularidad única en su ciclo de vida: se comen su propio cerebro. Estos organismos simples comienzan su existencia como larvas nadadoras que se asemejan a renacuajos diminutos. Sin embargo, una vez que encuentran un sitio adecuado donde adherirse, sufren una metamorfosis radical que las convierte en seres completamente diferentes.
John Bishop, de la Asociación de Biología Marina de Reino Unido, señala a National Geographic, que “el cuerpo de la larva tiene una estructura básica, con un muy simple cordón nervioso que recorre su parte posterior, parecido a la columna vertebral de animales más complejos”. Este cordón nervioso incluye una “vesícula cerebral” y varios órganos sensoriales que les permiten percibir luz y gravedad, facilitando así la búsqueda de su nuevo hogar.
Durante esta transformación, las larvas pierden su capacidad de moverse y comienzan a parecerse a pequeñas bolsas abultadas. En esta fase adulta, las ascidias dependen de la filtración del agua que las rodea para obtener alimento. Según estudios recientes, este proceso de metamorfosis incluye la autodigestión de su propio cerebro y sistema nervioso inicial.
Un hallazgo significativo publicado en la revista científica Frontiers in Cell and Developmental Biology por investigadores de la Universidad de Tel Aviv mostró una especie de ascidia con la notable capacidad de regenerar todos sus órganos. Este descubrimiento es especialmente relevante en el Golfo de Eilat, donde estos animales se mimetizan eficazmente con las rocas y los arrecifes de coral, volviéndose prácticamente invisibles para los buzos.
“La regeneración de órganos es una habilidad común en el reino animal, pero este caso es especial por su capacidad”, explicó el profesor Noa Shenkar a la BBC. Este fenómeno subraya no solo la adaptabilidad de las ascidias, sino también su sorprendente resistencia y habilidades de camuflaje. Las ascidias pueden así formar amplias sábanas gelatinosas que cubren varios metros cuadrados del lecho marino, creando sus propias zonas muertas.
El término tunicados proviene de la envoltura característica que cubre el cuerpo de estos animales, compuesta por tunicina, una sustancia similar a la celulosa. Según la BBC, los urocordados, el grupo al que pertenecen, se dividen en tres subgrupos principales: ascidias, taliáceos y apendicularios. Esta clasificación revela la diversidad y adaptación evolutiva de estos organismos marinos.
En otras especies de ascidias, la metamorfosis implica no solo la digestión de su propio cerebro, sino también la producción de clones de sí mismos, una habilidad fascinante que les permite expandirse y colonizar rápidamente nuevas áreas del océano. Este mecanismo de reproducción asexual se traduce en la formación de grandes colonias que impactan significativamente en su ecosistema.
Este fenómeno biológico no solo capta el interés de los biólogos marinos, sino también de otros científicos interesados en la investigación regenerativa y biotecnológica. Las características únicas de las ascidias pueden ofrecer pistas valiosas para comprender la regeneración celular y el desarrollo de nuevos tratamientos médicos.