Investigadores italianos informaron sobre la confirmación de una cueva de significativo tamaño en la Luna, situada en el Mar de la Tranquilidad y accesible desde el pozo más profundo conocido en el satélite natural. La ubicación de esta cueva está a aproximadamente 400 kilómetros del sitio de aterrizaje del Apolo 11, según el reporte publicado en Nature Astronomy.
El hallazgo se basa en las mediciones de radar realizadas por la sonda Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) de la NASA. Los datos del radar indican que la cueva mide al menos 40 metros de ancho y varios metros de largo, con la posibilidad de que sea aún más extensa. “Las cuevas lunares han sido un misterio durante más de 50 años. Por eso fue emocionante poder demostrar finalmente la existencia de una de ellas”, afirman Leonardo Carrer y Lorenzo Bruzzone de la Universidad de Trento.
Cráteres y tubos de lava
Las investigaciones revelan que la mayoría de los cráteres en la Luna se encuentran en las antiguas llanuras de lava. Se cree que estos cráteres, formados por el colapso de tubos de lava subyacentes, podrían servir como refugios naturales para futuros astronautas. Los datos obtenidos sugieren que la cueva podría proteger a los astronautas de los rayos cósmicos y la radiación solar, además de los impactos de micrometeoritos.
Programa apolo y descubrimientos recientes
Durante el programa Apolo de la NASA, 12 astronautas aterrizaron en la Luna, comenzando por Neil Armstrong y Buzz Aldrin el 20 de julio de 1969. Desde entonces, se han descubierto más de 200 fosas en la Luna y se especula que podrían existir miles de tubos de lava. Estos conductos subterráneos ofrecen la ventaja de ser temperaturas más moderadas en comparación con la superficie de la Luna, donde las temperaturas pueden alcanzar los 127 °C durante el día y descender a -173 °C durante la noche.
El equipo de la Universidad de Trento encontró, mediante simulaciones, que el aumento del brillo del radar en el lado oeste de la fosa más profunda de la Luna apunta a la existencia de una cavidad o conducto que se extiende desde el fondo del pozo. Este descubrimiento refuerza la teoría de que los tubos de lava accesibles podrían proporcionar un ambiente más adecuado para la exploración lunar sostenida. “Claraboyas”, como se denomina a algunas de estas fosas formadas por derrumbes, podrían ser comunes bajo las llanuras lunares.
La importancia científica del estudio es considerable, ya que las rocas y otros materiales dentro de estas cuevas, no alterados por las duras condiciones de la superficie, pueden ofrecer información valiosa sobre la evolución geológica de la Luna y su actividad volcánica. El Parque Nacional del Vesubio, cercano a Nápoles, proporciona indicios sobre la interacción entre los tubos de lava y las estructuras geológicas que, en condiciones análogas en la Luna, podrían servir como bases para futuras misiones.
Nuevas técnicas de procesamiento de señales
Además, los datos obtenidos por la sonda LRO en 2010 se han revisado usando nuevas técnicas avanzadas de procesamiento de señales, lo que ha llevado a este descubrimiento. El conducto descubierto se encuentra a una profundidad de entre 130 y 170 metros, tiene una longitud de entre 30 y 80 metros y una anchura de unos 45 metros, y podría ser accesible con una inclinación máxima de 45 grados.
Los cráteres permanentemente sombreados en el polo sur de la Luna, donde se planea que los astronautas de la NASA alunicen a finales de esta década, podrían contener agua congelada. Esta agua podría ser crucial para proporcionar agua potable y fabricar combustible para cohetes.
Este descubrimiento es vital ante las extremas condiciones lunares, especialmente la radiación cósmica y solar, que en la superficie de la Luna puede ser hasta 150 veces más potente que en la Tierra, junto con el riesgo constante de impactos de meteoritos. Estos hallazgos facilitan el desarrollo de infraestructuras para exploraciones futuras. Las cuevas como la recién confirmada podrían ser la solución para construir refugios que soporten las condiciones extremas del entorno lunar.