Las erupciones volcánicas submarinas que ocurrieron hace aproximadamente 93 millones de años tuvieron un impacto significativo en la evolución de los tiburones modernos, según un reciente estudio publicado en la revista Current Biology. Estas erupciones provocaron un aumento drástico en los niveles de dióxido de carbono, lo que originó un cambio climático que elevó notablemente las temperaturas oceánicas.
Ese cambio en el hábitat marino fue determinante para la evolución de los tiburones. Los científicos han descubierto que estas condiciones hicieron que los tiburones desarrollaran sus aletas pectorales. Un equipo de investigación midió más de 500 tiburones y especies de tiburones fosilizados, lo que concluyó que las formas de sus aletas se estrecharon y alargaron para adaptarse al océano abierto, no solo al fondo marino. “Las aletas pectorales son una estructura crítica, comparable a nuestros brazos”, explicó Phillip Sternes, estudiante de doctorado de la Universidad de California en Riverside y primer autor del artículo.
Durante el período Cretácico, las temperaturas superficiales de los océanos eran mucho más altas que las actuales. Mientras que las temperaturas del mar de hoy promedian alrededor de 20 grados Celsius, en ese entonces alcanzaban un promedio de 28,3 grados Celsius. Ese gran calor, que no se produjo de la noche a la mañana, impulsó modificaciones en los tiburones que antes habitaban principalmente en el fondo del mar, así se consolidaron como depredadores más eficientes en aguas abiertas.
El proceso evolutivo que convirtió a estos tiburones en los veloces y feroces depredadores que conocemos hoy se entiende mejor al observar sus aletas pectorales, comparables a las alas de los aviones comerciales. “Sus aletas son comparables a las alas de los aviones comerciales, largas y estrechas, para minimizar la cantidad de energía necesaria para el movimiento”, indicó Sternes.
Actualmente, la mayoría de las especies de tiburones siguen viviendo en el fondo del océano, en lo que los científicos denominan la zona bentónica. Estas especies bentónicas son, por lo general, depredadores delgados y planos, de tamaño mediano, muy distintos de los veloces tiburones de aguas abiertas que inspiran la cultura popular. Solo alrededor del 13% de los tiburones modernos son estos rápidos depredadores.
Los investigadores creen que los antiguos tiburones enfrentaban problemas respiratorios debido a los niveles bajos de oxígeno en el fondo marino durante el período Cretácico. Esto llevó a algunos a adaptarse a las aguas abiertas, menos densas en oxígeno. “Durante el período Cretácico, las temperaturas de la superficie del mar eran mucho más cálidas que hoy”, afirmó Lars Schmitz, coautor del estudio y profesor de Claremont McKenna College. “Tuvimos temperaturas superficiales de mar abierto bastante cálidas durante toda la era, y luego un pico distintivo que tuvo lugar durante un período de uno o dos millones de años”.
El calentamiento global de aquella época no solo impulsó la evolución de los tiburones, sino que también causó la extinción de otras especies marinas que no pudieron adaptarse a las nuevas condiciones. No obstante, prever cómo los tiburones y otras formas de vida marina responderán a las actuales tendencias de calentamiento global resulta complicado. Se ha observado que tiburones tropicales como el tiburón tigre y el tiburón toro se están desplazando hacia el norte. “La temperatura está aumentando tan rápido ahora que no hay nada en el registro geológico que yo sepa que podamos usar para una comparación verdadera”, afirmó Sternes.
Las respuestas de la vida marina a los cambios climáticos actuales son inciertas y complejas, lo que representa una preocupación constante para biólogos y conservacionistas. El estudio subraya esta complejidad y resalta la importancia de continuar investigando cómo las especies marinas pueden adaptarse a los rápidos cambios del clima.