En los últimos años, la resistencia de varios patógenos a los antibióticos (entre otros fármacos) que ponen en riesgo la vida humana, fue advertida en varias oportunidades por los científicos. Una situación que también fue advertida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cual situó a la resistencia a los antimicrobianos (RAM) entre las 10 principales amenazas de salud pública a las que se enfrenta la humanidad.
Esta nómina se completa con: contaminación y cambio climático, gripe, resistencias antimicrobianas, Atención Primaria, dengue, patologías no transmisibles, entornos frágiles, Ébola, vacunas y VIH. Específicamente, la RAM ocupa la quinta posición de la lista y ocurre cuando microorganismos (bacterias, virus u hongos) sufren cambios y dejan de responder a ciertos medicamentos, dificultando el tratamiento de diversas enfermedades.
El impacto de la resistencia a los antimicrobianos es tan visible que entre 1 y 1.5 millones de fallecimientos le fueron atribuidos en el 2022 a nivel global. Si esta situación continúa aumentando sin control, el mundo podría llegar a contabilizar hasta 10 millones de muertes en el 2050.
En la Semana Mundial de Concientización sobre la resistencia a los antimicrobianos -del 18 al 24 de noviembre de 2023-, el lema internacional es “Prevengamos juntos la resistencia”. De esta manera, la OMS hace un llamado a la colaboración entre sectores bajo el enfoque “Una sola salud”, que reconoce la multidimensionalidad y necesidad de una respuesta intersectorial ante esta problemática global.
La resistencia a los antimicrobianos se configura como un problema real a escala planetaria debido que, al igual que la medicina, las bacterias también evolucionan y esa selección hace que estos microorganismos adquieran resistencia a los nuevos medicamentos a los que originalmente eran vulnerables. Helicobacter pylori, Staphylococcus aureus, Streptococcus pneumoniae, Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae y Salmonella spp son algunos de los microorganismos con mayores niveles de resistencia a diversos tipos de medicamentos y que ponen en riesgo la salud de la población.
El doctor Rafael Valdez, director senior de Asuntos Médicos y Científicos de Antiinfecciosos de Pfizer Latinoamérica, advierte que los medicamentos antimicrobianos son esenciales para resguardar la salud de las personas. Sin embargo, su uso excesivo o inadecuado (por ejemplo, no tomarlos tal cual fueron recetados o ingerir los prescritos a otra persona) pone en peligro su eficacia.
“El hecho de que estén surgiendo y expandiéndose nuevos microorganismos resistentes, tanto en la región como en el mundo, amenaza las capacidades de los sistemas de salud para hacerle frente a infecciones comunes y puede generar enfermedades prolongadas, discapacidad y hasta muerte. Por eso, es importante emplear innovadoras herramientas para mejorar la apropiada utilización de los antiinfecciosos; es decir, evitar a toda costa su mal uso o el abuso de ellos. Además, estamos enfocados y trabajando en desarrollar nuevas terapias, así como en la generación de estrategias que ayuden al tratamiento de infecciones graves y donde haya una resistencia a los medicamentos convencionales”, comentó el especialista.
“El desarrollo de antibióticos, antivíricos y antipalúdicos son algunos de los mayores éxitos de la medicina moderna. Actualmente, la eficacia de estos medicamentos está mermando. La resistencia a los antimicrobianos, esto es, la capacidad de las bacterias, parásitos, virus y hongos para resistir estos medicamentos, amenaza con devolvernos a una época en la que no podíamos tratar fácilmente infecciones como la neumonía, la tuberculosis, la gonorrea y la salmonelosis. La incapacidad para prevenir infecciones podría comprometer seriamente la cirugía y algunos procedimientos como la quimioterapia”, precisó la OMS sobre este tema.
Y agregó: “La resistencia a los antituberculosos es un enorme obstáculo para combatir una enfermedad que provoca que alrededor de 10 millones de personas enfermen y 1,6 millones mueran cada año. En 2017, alrededor de 600.000 casos de tuberculosis eran resistentes a la rifampicina —el medicamento de primera línea más eficaz— y el 82% de estas personas tenían tuberculosis multirresistente”.
“La farmacorresistencia se debe al uso excesivo de antimicrobianos en las personas, pero también en los animales, especialmente en los utilizados para la producción de alimentos, así como en el medio ambiente - continuó el máximo organismo sanitario internacional-. La OMS está trabajando con estos sectores para aplicar un plan de acción mundial con el fin de hacer frente a la resistencia a los antimicrobianos mediante el aumento de la concienciación y los conocimientos, la reducción de las infecciones y el fomento del uso prudente de los antimicrobianos”.
La sección de la OMS en Europa busca frenar la resistencia a los antibióticos y anticipó que puede dejar de ser “una pandemia silenciosa” si se habla más de ello. “Solo es silenciosa mientras nosotros permitamos que lo sea. Tenemos que hacer más ruido”, advirtió Robb Butler, director de la División de Enfermedades Transmisibles, Medio Ambiente y Salud de la (OMS) en Europa, durante la 73.ª reunión del Comité Regional de la OMS para Europa que tuvo lugar hace una semana.
En este encuentro participaron los ministros de Sanidad y los delegados de los 53 Estados miembros de la OMS en Europa, que han respaldado la nueva Hoja de ruta europea sobre la resistencia a los antimicrobianos (RAM). Con ello, buscan ayudar a los países de la Región de Europa de la OMS a identificar, priorizar y aplicar intervenciones de gran impacto para hacer frente a la RAM.
La RAM y la pandemia por covid-19
La pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2 no solamente trajo problemas sanitarios por el mismo virus desconocido que contagió a más de 700 millones de personas y causó la muerte de casi 7 millones, aunque expertos internacionales aclaran que ambas cifras deben multiplicarse por tres.
Al llegar la pandemia por COVID-19 hace 4 años, las estrategias planteadas con anterioridad y los recursos, tanto humanos como financieros, que contribuían con la vigilancia y respuesta ante este problema de salud en la región de las Américas, se desviaron para la atención de la emergencia. Asimismo, la resistencia a los antimicrobianos siguió ganando terreno por el aumento en el uso de antibióticos para tratar a las personas con COVID-19, ante la preocupación por coinfecciones bacterianas y la dificultad de diferenciar entre ambas enfermedades.
Adicionalmente, se dio un incremento en las infecciones causadas por diversos microorganismos multirresistentes, así como una mayor propagación de varias de las superbacterias (cepas de bacterias resistentes a antibióticos), lo que implicó hospitalizaciones más extensas, mayores costos en servicios y fallecimientos.
La carga de la resistencia a los antimicrobianos a nivel del sistema salud y de cada país es considerable. Esta incide en que las enfermedades más difíciles de tratar puedan propagarse, de persona a persona, y que sea necesario usar antibióticos más fuertes o, por el contrario, no se cuenten con las opciones requeridas para su tratamiento. También, se pueden dar afectaciones en la productividad de los pacientes y cuidadores, y hacer más riesgosos ciertos procedimientos médicos (cirugías mayores), así como quimioterapia contra el cáncer.
“A pesar de la larga historia de vigilancia de la resistencia a los antimicrobianos, cuantificar su carga ha sido difícil de alcanzar. Resulta necesario que los países, comunidades, personas y demás actores pongamos nuestro empeño en potenciar esa capacidad de vigilancia para aportar mayores datos y de valor, a manera de facilitar su integración en la toma de decisiones para luchar contra este problema de salud”, continuó Valdez.
Expertos en resistencia a los antimicrobianos coinciden en que es necesario afrontar, pronto, ciertos desafíos, incluyendo concientizar a la población en general sobre esta amenaza mundial y sus riesgos. Asimismo, la importancia de movilizar recursos para su atención, optimizar la relación entre los sectores públicos y privados en búsqueda de colaboraciones multisectoriales y sacarle mayor provecho a la tecnología.
El doctor Valdez concluyó indicando que la sociedad en sí, también, puede poner en práctica diversas acciones para tratar de resarcir los efectos de la resistencia a los antimicrobianos. Por ejemplo, colocarse las vacunas recomendadas, de acuerdo con el esquema de su país, y lavarse las manos constantemente, la cual es una medida económica y eficaz que salva vidas. Además de las acciones relacionadas con la ingesta de antibióticos, otras incluyen cubrirse la nariz y boca al toser, mantenerse sano y si la persona se enferma, quedarse en casa.