La biotecnología ha sido una de las áreas más innovadoras y controvertidas de la ciencia en las últimas décadas. Desde la creación de organismos genéticamente modificados (OGM) hasta la clonación de animales, los avances biotecnológicos han planteado cuestiones éticas, sociales y ambientales que han dividido a la opinión pública y a los reguladores.
Sin embargo, la tecnología de edición genética llamada CRISPR (Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Interespaciadas, por sus siglas en inglés) podría cambiar el panorama y ofrecer soluciones más rápidas, baratas y precisas para algunos de los mayores desafíos del mundo, especialmente en el ámbito de la alimentación.
Esta tecnología permite modificar el ADN de cualquier organismo con una facilidad y una eficiencia sin precedentes.
Se basa en una enzima llamada Cas9, que actúa como unas tijeras moleculares capaces de cortar y pegar fragmentos de ADN con una alta precisión. Al introducir cambios específicos en el genoma, CRISPR puede alterar las características de las plantas, los animales y los humanos, desde el color de los ojos hasta la resistencia a las enfermedades.
Este método ofrece una esperanza para mejorar la producción agrícola y ganadera, y para hacer frente al hambre y al cambio climático al crear alimentos más sostenibles, nutritivos y resistentes, ya que solo modifica los genes existentes dentro del mismo organismo, lo que reduce el riesgo de efectos secundarios imprevistos o de transferencia horizontal de genes entre especies. Además, es más rápido y económico que las tecnologías tradicionales de mejora genética, lo que permite obtener resultados en meses en lugar de años.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), unos 2.300 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria o hambre en el mundo, lo que supone casi el 30% de la población mundial.
Se prevé que la demanda de alimentos aumente un 60% para 2050, debido al crecimiento demográfico y al cambio en los hábitos alimenticios. Al mismo tiempo, la agricultura se enfrenta a múltiples amenazas, como la pérdida de tierras cultivables, el uso excesivo de pesticidas y fertilizantes, la escasez de agua y las plagas y enfermedades que afectan a los cultivos y al ganado.
Ya hay varios ejemplos de alimentos editados con CRISPR que están listos para llegar al mercado o que ya lo han hecho.
Uno de ellos es una mostaza verde dulce creada por la empresa estadounidense Pairwise, que eliminó un gen responsable del sabor amargo de esta verdura de hoja oscura.
Tras la aprobación de comercialización por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), Pairwise alcanzó un destacado avance científico en el ámbito genético del ganado, gracias a la empresa de biotecnología Recombinetics, con sede en Eagan, Minnesota.
Mediante un proceso de edición genética, esta compañía logró diseñar un rasgo de pelaje “resbaladizo” en vacas, que les otorga una mayor resistencia al calor durante los días de verano. Esta innovación es especialmente relevante en países en desarrollo, donde las muertes de ganado relacionadas con el calor generan pérdidas anuales de aproximadamente USD400 millones.
Otro ejemplo donde se empleó este método es en un tomate desarrollado por la empresa japonesa Sanatech Seed, que aumentó el contenido de GABA, un neurotransmisor que regula la actividad de las neuronas en el cerebro. Su función principal es inhibir o reducir la excitación neuronal, lo que ayuda a controlar el estrés, la ansiedad, el miedo y el sueño.
Este vegetal desarrollado con CRISPR también tiene una vida útil más larga y se puede cultivar en condiciones de sequía. Se trata del primer alimento editado genéticamente que se comercializa en el mundo, y se vende desde 2020 en una tienda online especializada en Japón.
El mercado global de CRISPR para la edición genética se proyecta que alcance unos 19 mil millones de dólares para el año 2031, según el portal Statista, especializado en datos y estudios de mercado en el mundo.
Estados Unidos es uno de los países líderes en el desarrollo y la aplicación de CRISPR, con más de 800 solicitudes de patentes relacionadas con esta tecnología hasta el año 2019. Algunos ejemplos de productos agrícolas y alimentarios editados con CRISPR que se han desarrollado o comercializado en Estados Unidos incluyen: champiñones resistentes al oscurecimiento, soja con mayor contenido de ácido oleico, maíz tolerante a la sequía y cerdos resistentes a enfermedades virales.
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