Varios medicamentos que originalmente fueron diseñados para la diabetes, están siendo diagnosticados para personas con obesidad. Y tal es el grado de recomendación que están teniendo, pese a que no hay estudios clínicos concluyentes y masivos, los mismos están agotados y son cada vez más demandados por los pacientes.
Se trata de Ozempic™ y Wegovy™, cuyo principio activo es la semaglutida, que prometen revolucionar los tratamientos médicos para bajar de peso. Y también se está popularizando Mounjaro™ cuyo principio activo es la tirzepatida, que produce reducciones de los niveles de azúcar en sangre y una mayor pérdida de peso.
La doctora Meera Shah, endocrinóloga de la Clínica Mayo y la doctora Laurie A. Keefer, psicóloga académica de la salud y directora de Investigación Psicoconductual de la División de Gastroenterología en el Monte Sinaí, detallaron cuáles son los efectos secundarios de estos medicamentos.
Distintas celebridades de Hollywood y personalidades destacadas como el empresario Elon Musk, generaron interés por estas drogas y hasta provocaron escasez en farmacias de EEUU y otros países donde fue aprobado. En Argentina, Ozempic™, una de las presentaciones del fármaco, está autorizada por la ANMAT sólo para pacientes con diabetes tipo 2.
La tirzepatida, que se vende con la marca Mounjaro™, y la semaglutida, que se vende con las marcas Ozempic y Wegovy™, se administran una vez a la semana mediante inyecciones. También se conocen como agonistas del receptor GLP-1. Tanto Mounjaro™ como Wegovy™ están aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), para bajar de peso. Pero Ozempic™ no lo es. Estos medicamentos se recetaron originalmente a pacientes con diabetes tipo 2, ya que producen insulina y reducen el azúcar en la sangre. También liberan una hormona que ralentiza la digestión y mantiene la comida en el estómago del paciente por más tiempo. Este proceso suprime el hambre y conduce a la pérdida de peso, pero eso puede afectar el cuerpo, advierten varios expertos.
La semaglutida viene en dos presentaciones: Ozempic™ para el tratamiento de la diabetes (en dosis de 0,25, 0,5 y 1 miligramo) y Wegovy™ (semaglutida 2,4 miligramos) indicado para el sobrepeso y la obesidad en mayores a 18 años. Wegovy™ está indicado para los casos de obesidad en pacientes con un Índice de Masa Corporal (IMC) superior a 30, o a 27 si existen comorbilidades asociadas.
Estos fármacos, además de controlar el nivel de glucosa, inhiben el apetito, lo que favorece la pérdida de peso, aunque siempre en combinación con una dieta adecuada y ejercicio. Los ensayos clínicos también han arrojado resultados muy positivos para la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares asociadas a la diabetes.
La liraglutida y la semaglutida son un análogo del péptido-1 similar al glucagón, que tiene un 97% de similitud con el GLP-1 humano, que es una hormona que el organismo produce y libera en el intestino ante la ingesta de alimentos y actúa sobre los receptores del cerebro que controlan el apetito y la saciedad.
“En personas con sobrepeso y obesidad, la administración de este análogo del GLP-1 que se administra en forma inyectable mediante una lapicera prellenada mimetiza el mecanismo natural que se produce en el cuerpo humano, promoviendo más saciedad y control del apetito, lo que resulta en una menor ingesta de alimentos y la consecuente pérdida de peso”, explicó la doctora Miriam Tonietti, ex presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición.
¿Cuáles son los efectos secundarios más típicos?
Los efectos secundarios más comunes de Ozempic™, según el sitio web de la droga, son náuseas, dolor de estómago, estreñimiento, diarrea y vómitos. Novo Nordisk, el fabricante de Ozempic™ y Wegovy™, explicó que los fármacos “son una clase bien establecida de medicamentos, que han demostrado seguridad a largo plazo en ensayos clínicos. Las reacciones adversas más comunes, como con todos los GLP-1, están relacionados con el sistema gastrointestinal”.
Esto fue refrendado por la doctora Meera Shah, endocrinóloga de la Clínica Mayo, quien aseguró que el efecto secundario más común que observa en los pacientes son las náuseas, seguidas del dolor abdominal, el estreñimiento y la diarrea. “Estos efectos secundarios a veces pueden mejorar con el tiempo pero, al menos el 10% de los pacientes que comienzan con estos medicamentos tienen que dejarlos porque los efectos secundarios no mejoran”, aseguró la experta.
“Las náuseas constantes y el dolor abdominal son una realidad desagradable. El estómago y el cerebro están tan conectados que los problemas intestinales pueden provocar estrés, ansiedad y depresión; es lo que se conoce como la “conexión intestino-cerebro”, agregó.
“El dolor abdominal crónico y los síntomas digestivos impredecibles, como náuseas, diarrea, plenitud o estreñimiento, pueden afectar significativamente su estado de ánimo y sus niveles de energía”, remarcó en tanto la doctora Laurie A. Keefer, psicóloga académica de la salud y directora de Investigación Psicoconductual de la División de Gastroenterología en el Monte Sinaí.
Keefer dijo que estos síntomas pueden hacer que los pacientes se sientan aislados, abrumados y avergonzados. “La ansiedad acerca de cuándo y dónde se presentarán los síntomas también puede conducir a la evitación de actividades sociales, especialmente aquellas en las que la comida es el centro de atención, o cuando es posible que los baños no estén disponibles. Debido a que el cerebro y el intestino están tan conectados, los síntomas emocionales pueden a su vez empeorar los síntomas gastrointestinales creando un círculo vicioso”, recordó.
¿Cuáles son los efectos secundarios más extremos?
Otros efectos secundarios graves de Ozempic™ incluyen tumores de tiroides, pancreatitis, cambios en la visión, hipoglucemia, problemas de vesícula biliar, insuficiencia renal y cáncer. Las complicaciones más graves que ve Shah en sus pacientes son la pancreatitis y los problemas de la vesícula biliar. Y cualquiera de los dos puede conducir a la hospitalización.
Aunque no se menciona en el sitio web de Ozempic™, los médicos han informado que algunos pacientes, con el apetito tan suprimido, experimentan desnutrición. Shah dijo que, por lo general, tiene que aconsejar a los pacientes que tomen suplementos multivitamínicos o proteicos además de los medicamentos porque no obtienen los nutrientes que necesitan de los alimentos.
Varios científicos expertos en trastornos alimentarios han enfatizado que los supresores del hambre de cualquier tipo pueden provocar o empeorar los trastornos alimentarios, los cuales no se curan con la pérdida o el aumento de peso.
Médicos como Shah intentan descifrar si los pacientes que acuden a ella en busca de medicamentos para bajar de peso también sufren de trastornos alimentarios. A veces, los pacientes le dicen que han tenido antecedentes de trastornos alimentarios, en cuyo caso recomienda que hablen con un psicólogo conductual del personal.
¿Qué pasa con los efectos a largo plazo?
No está claro cómo estos medicamentos, cuando se recetan para bajar de peso, afectan al cuerpo después de años de uso. Todavía es muy pronto para saberlo. De hecho, todavía faltan varios estudios clínicos para probar su efectividad real.
Pero los defensores de la pérdida de peso advierten que la obesidad también conlleva riesgos para la salud a largo plazo. Según los CDC, “las personas que tienen sobrepeso u obesidad, en comparación con las que tienen un peso saludable, corren un mayor riesgo de muchas enfermedades y problemas de salud graves”. Esos riesgos incluyen hipertensión, enfermedad coronaria y accidente cerebrovascular.
La obesidad es una de las mayores problemáticas a la que se enfrenta la sociedad en el siglo XXI. Y en la Argentina y en todo el mundo es definida como un aumento en la ingesta de alimentos de alto contenido calórico que son ricos en grasa; y un descenso en la actividad física debido a la naturaleza cada vez más sedentaria de muchas formas de trabajo, los nuevos modos de transporte y la creciente urbanización.
En ese sentido, consultada sobre la posibilidad de sufrir el tan temido “efecto rebote”, la médica especialista en obesidad Ana Cappelletti (MN 76.523) precisó: “La obesidad es una enfermedad crónica y como tal requiere tratamiento a largo plazo; la toma de un fármaco antiobesidad por un corto tiempo es equivalente a pensar en una dieta que empieza y termina”. Y agregó: “Si el paciente tuviera otro tipo de enfermedad crónica, como por ejemplo hipertensión, sería impensable que reciba medicación por un corto plazo y lo mismo ocurre con los fármacos antiobesidad”.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad es una pandemia de tipo no infeccioso, causante, antes del aislamiento, de 2,8 millones de muertes anuales por enfermedades relacionadas. Así como la obesidad es un factor de riesgo para otras enfermedades, la realidad actual y los meses transcurridos en cuarentena agravaron esta pandemia escondida. En nuestro país, los resultados de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud realizadas por el Ministerio de Salud de la Nación, muestran que actualmente más del 41% de los niños, niñas y adolescentes en la Argentina tienen problemas de sobrepreso u obesidad.
Además, Argentina es uno de los 20 países en el mundo que, según las proyecciones de Unicef, en el año 2030 podría superar los 2 millones de niños, niñas y adolescentes con elevados índices de masa corporal.
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