El consumo de tabaco en cigarrillos y pipas causa infartos, ataques cardiovasculares, neumonía y cáncer, entre otras enfermedades. Aunque el nivel de ese tipo de consumo está bajando en el mundo, desde 2003 se han publicitado a los cigarrillos electrónicos como una alternativa para dejar de fumar y han captado no solo a los adultos sino también a niñas, niños y adolescentes.
Un nuevo estudio publicado por la revista especializada Tobacco Control y realizado con un seguimiento a adolescentes de los Estados Unidos y del Reino Unido presentó pruebas que demuestran lo opuesto a las afirmaciones publicitarias. Cuando vapean, los adolescentes aumentan el riesgo de convertirse en fumadores empedernidos cuando sean mayores.
Además, otra investigación publicada en la revista Plos One encontró que el uso de cigarrillos electrónicos se había reducido durante la primera etapa de la pandemia por el coronavirus. Pero el consumo ha vuelto a los niveles anteriores a la pandemia entre los adolescentes y los adultos jóvenes.
El uso de cigarrillos electrónicos fue 27% mayor en el segundo año de la pandemia (entre abril de 2021 y abril de 2022), en comparación con los meses de marzo a julio de 2020, cuando había más restricciones de accesibilidad, de acuerdo al trabajo del equipo de Elizabeth Hair, de Truth Initiative Schroeder Institute y la Facultad de Salud Pública John Hopkins Bloomberg. Los mayores de 21 años son más propensos a utilizar cigarrillos electrónicos que los jóvenes de la misma edad encuestados antes de la pandemia.
Los cigarrillos electrónicos empezaron a venderse en 2003. Para el año 2011, ya había unos 7 millones de adultos consumidores de cigarrillos electrónicos en todo el mundo. Durante los últimos años, hay un debate generado a raíz de la publicidad sobre si el inicio en el uso de esos productos conduce a consumir o a reducir el uso de los cigarrillos tradicionales.
Varios estudios longitudinales han demostrado que el consumo de cigarrillos electrónicos sí aumenta las probabilidades de iniciarse en el consumo de tabaco y convertirse en fumador habitual. El equipo de científicos liderado por Jeremy Staff, de la Universidad del Estado de Pensilvania, en EE.UU. consideró que se necesitaba conocer cómo esos dispositivos pueden afectar a los adolescentes que se iniciaron en el consumo de tabaco a una edad temprana.
Los adolescentes que fuman antes de los 15 años son especialmente vulnerables a desarrollar dependencia de la nicotina, y los investigadores querían averiguar si el uso simultáneo de cigarrillos electrónicos podría influir en los futuros patrones de tabaquismo de este grupo, y de qué manera.
Se basaron en los datos de 1.893 fumadores adolescentes de dos grandes estudios de cohortes representativos a escala nacional en el Reino Unido y los Estados Unidos. Los participantes fueron encuestados periódicamente sobre el uso del vapeo y la frecuencia con la que fumaban cigarrillos convencionales hasta los 17 años.
Entre los adolescentes que empezaron consumir cigarrillos convencionales de manera temprana en el Reino Unido, el 57% afirmó que también utilizaba vapeadores. La cifra equivalente para los primeros fumadores adolescentes de Estados Unidos fue del 58%.
Al final de la adolescencia, los que habían fumado tabaco al mismo tiempo que vapeaban eran más propensos a seguir fumando alrededor de los 18 años.
Entre los participantes del Reino Unido, el 61% de los consumidores seguían fumando al final de la adolescencia, frente al 50% de los no fumadores. Las cifras equivalentes para los participantes de los Estados Unidos fueron 42% y 24%.
Las probabilidades de seguir fumando al final de la adolescencia entre los consumidores duales eran un 45% superior a las de los no fumadores de los Estados Unidos y un 119% superiores a las de los no fumadores del Reino Unido, según el trabajo que publicaron los investigadores en la revista Tobacco Control.
Además, al final de la adolescencia, el consumo frecuente de tabaco —definido como más de 6 cigarrillos a la semana o al menos 27 al mes— era casi el doble de frecuente entre los fumadores en Reino Unido que habían empezado temprano (37%) que entre los no fumadores (23%).
También en los estadounidense se detectó que el consumo frecuente se triplicaba entre los que vapeaban en los primeros años de la adolescencia (20%) en comparación con lo que usaban los productos (7%).
En general, las probabilidades de fumar con frecuencia al final de la adolescencia eran el doble entre los consumidores duales entre los que no habían fumado al principio de la adolescencia en el Reino Unido.
Del mismo modo, las probabilidades de fumar con frecuencia frente a no fumar eran 5 veces mayores entre los consumidores duales entre los que no habían fumado en su adolescencia temprana en los Estados Unidos.
“El nuevo estudio es muy valioso. Aporta más pruebas de que los cigarrillos electrónicos hacen que los adolescentes que empiezan a usarlos a una edad temprana tienen patrones posteriores de consumo continuado y más frecuente de tabaco años más tarde”, comentó en diálogo por videollamada con Infobae Danny McGoldrick, vicepresidente de investigación de la organización Tobacco Free Kids de los Estados Unidos, quien no participó en el estudio.
Por el contrario, no hubo pruebas de que el uso de los cigarrillos electrónicos afectara a los jóvenes para no ser fumadores de tabaco. Es decir, los cigarrillos electrónicos no implican una transición hacia el abandono del tabaco entre los jóvenes actuales, subrayó McGoldrick.
“Los resultados del nuevo estudio corroboran que el cigarrillo electrónico es una puerta de entrada para fumar tabaco”, dijo a Infobae Brunilda Casetta, médica y coordinadora del programa para dejar de fumar del CEMIC en Buenos Aires.
“Algunas personas tienen la fantasía de que el consumo de cigarrillos electrónicos les permitirá mantenerse libre de fumar tabaco. Sin embargo, la neurobiología de la adicción a la nicotina remarca el hecho de que la vía inhalatoria es el acceso privilegiado de la sustancia adictiva por su casi instantánea llegada desde el pulmón al cerebro”, señaló Casetta.
El nuevo estudio de los investigadores de Pensilvania —agregó— confirmó que ser fumador a los 18 años se asocia significativamente con haber sido consumidor de cigarrillo electrónico en la adolescencia en comparación con quienes no lo usan.
En tanto, desde la organización FIC Argentina, dedicada a promover politicas públicas de salud para disminuir los factores de riesgo de las enfermedades crónica no transmisibles, la médica Marita Pizarro, codirectora ejecutiva de la institución, precisó que el uso de los cigarrillos electrónicos contribuyen a que la epidemia de tabaquismo persista en el mundo. Exponen a los niños, niñas y adolescentes a un riesgo tres veces mayor de comenzar a consumir tabaco tradicional y ser fumadores cuando son jóvenes y adultos.
“Hay un mensaje engañoso que difunde la industria al decir que el cigarrillo electrónico como los productos de tabaco calentado forman parte de una estrategia de reducción de daño. Existe evidencia que demuestra que no hay nivel seguro de consumo de productos de tabaco o exposición al humo de tabaco que garantice que las personas que los usan no enfermen y mueran de forma prematura”, advirtió Pizarro.
Para proteger a la niñez y a la adolescencia contra la publicidad engañosa, se necesitan nuevas medidas relacionadas con la formulación de políticas de salud pública. “En la Argentina, por ejemplo, la autoridad regulatoria de medicamentos y tecnologías médicas prohibió la comercialización, distribucion y promocion del cigarrillo electrónico, pero falta fiscalización de esa norma”, expresó.
Desde FIC y otras organizaciones que defienden el derecho humano a la salud, consideran que la Argentina debería ratificar cuanto antes el tratado de salud pública, que se conoce como Convenio Marco para el Control del Tabaco, que fue firmado en 2003, y debería modificar la ley nacional de control de tabaco, que fue sancionada por el Congreso en 2011.
“La ley nacional debe seguir los mejores estándares internacionales actuales y abarcar a todos los productos de tabaco —dijo Pizarro—. También debería avanzar en una forma completa de prohibición de la promoción, publicidad, patrocinio y la exhibición de todos los productos, incluyendo los cigarrillos electrónicos y los productos de tabaco calentado”.
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