Después de tener la infección por el coronavirus, entre el 10 y el 20% de las personas padecen diferentes secuelas que se engloban como COVID Prolongado o Condición Post COVID-19. Se han identificado más de 200 síntomas relacionados con ese síndrome, y se están investigando en diferentes países cuáles son las terapias efectivas y seguras según la situación de cada paciente.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) acaba de publicar la primera revisión sistemática viviente de estudios clínicos sobre potenciales tratamientos para COVID Prolongado.
Ayudará a que las autoridades sanitarias y los profesionales de la salud puedan contar con una herramienta para decidir qué indicar como tratamiento y qué evitar en base a la evidencia científica disponible hasta el mes pasado.
En la actualidad se considera que una persona tiene el desorden cuando tiene síntomas como fatiga, falta de aire, falta de gusto y/o olfato, dificultad para concentrase, tos, ansiedad, depresión, dolor del pecho, dificultad para dormir, entre otros, después de tres meses de la infección inicial por el virus. Esos síntomas duran al menos dos meses y no pueden ser explicados por un diagnóstico alternativo
El síndrome -que también se conoce como “Covid persistente”- pueden afectar a cualquier persona que haya estado expuesta al coronavirus, independientemente de su edad o de la gravedad de la infección aguda.
Aunque se observa más en las mujeres, en las personas que en general tenían malas condiciones de salud o de salud mental antes de contraer la infección, y en personas que tienen asma, obesidad, fuman tabaco o que vapean.
Muchos de sus síntomas son debilitantes para los pacientes y tienen un fuerte impacto negativo en la salud mental y la calidad de vida.
Los investigadores de la OPS buscaron los estudios clínicos controlados y aleatorizados que se habían registrado en la plataforma de la Organización Mundial de la Salud. Identificaron que se hicieron estudios para evaluar 25 opciones terapéuticas para COVID Prolongado.
Esos estudios son experimentos en los que se comparan dos o más intervenciones. Generalmente se incluye una intervención de control o ninguna intervención, mediante la asignación aleatoria a los participantes.
Uno de los coautores de la revisión, Ariel Izcovich, médico clínico y consultor de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), dijo a Infobae: “Al día de hoy no se sabe si algo funciona con alta certeza para COVID Prolongado. Como se trata de un conjunto de condiciones variadas, su manejo también puede ser distinto entre los pacientes. No se espera tener un tratamiento que funcione de igual forma tanto para la falta de aire como para los síntomas cognitivos”.
“Tras nuestra revisión, las intervenciones que parecen prometedoras para los síntomas de falta de aire y la fatiga son los ejercicios y la rehabilitación, pero la certeza en la evidencia es baja”, afirmó.
Otras intervenciones, incluyendo diversos fármacos, mostraron potenciales beneficios, pero la certeza sobre sus beneficios y su seguridad aún son bajas. También -señaló Izcovich- son “intervenciones más caras, difíciles de implementar o podrían tener eventos adversos”.
Cuando se habla de “certeza” o “incertidumbre con respecto a los ensayos clínicos, los expertos tienen en cuenta diferentes niveles relacionados con los beneficios o la seguridad de cada potencial terapia.
En el caso de los estudios para COVID Prolongado, “hay que recalcar que hay incertidumbre porque la evidencia es escasa o mala todavía. Dentro de la incertidumbre, las intervenciones que podrían funcionar son aquellas relacionadas a los ejercicios y rehabilitación”, enfatizó el experto.
Pero más allá de que aún exista incertidumbre sobre las mayoría de las terapias que se han propuesto, existen otros resultados esperanzadores, que sorprendieron a los expertos.
“En los estudios que revisamos, se observa que con el paso del tiempo la mayoría de los pacientes con COVID Persistente se recupera, tanto los que reciben o no una intervención”, comentó Izcovich. “Esos resultados son alentadores, aunque vale aclarar que la revisión no se hizo para abordar ese aspecto. En la revisión solo nos enfocamos en los efectos de las intervenciones que se han evaluado en ensayos clínicos”, afirmó.
Por ejemplo, se observó las personas que tenían fatiga durante los meses posteriores al COVID tuvieron una mejoría del 45% sin recibir tratamiento durante un tiempo de seguimiento que no superó los 3 meses. También el 33% mejoró su capacidad funcional y el 34% recuperó calidad de vida. “Es probable que a más largo plazo la mayoría de las personas con COVID Prolongado mejoren más aun sin recibir nada”, expresó.
Consultado por Infobae, Juan Franco, investigador argentino en el Instituto de Medicina General de la Universidad Heinrich Heine de Düsseldorf en Alemania y redactor jefe de la revista BMJ Evidence-Based Medicine, opinó que “el informe de la OPS es uno de los más completos que hay sobre los tratamientos para COVID Prolongado”.
Un solo ensayo clínico con 200 pacientes mostró que la combinación de un producto de enzimas y probióticos podría mejorar la fatiga en pacientes con Covid prolongado. “Pero tenía fallas metodológicas porque no era un estudio doble ciego apropiado. Por eso, la certeza sobre este tratamiento es baja”, aclaró Franco.
Destacó la rehabilitación y el entrenamiento físico personalizado. “Cuando esas intervenciones consideran la situación particular de cada persona, como por ejemplo si puede hacer ejercicio o no, son muy seguros -remarcó Franco-. Sin embargo, hay que tener precaución con otros tratamientos para los cuales no hay estudios, como el caso medicamentos, que nunca han sido probados en otras personas. Porque pueden causar efectos indeseables o empeorar el estado actual de la persona con COVID Prolongado”.
“Lo más importante es que hasta el momento no hay evidencia robusta sobre intervenciones efectivas para el síndrome del COVID Prolongado”, dijo a Infobae Laura Antonietti, médica cardióloga, docente universitaria e investigadora clínica y en implementación de la Universidad Arturo Jauretche y del Hospital El Cruce, que está llevando adelante un estudio sobre el trastorno con apoyo de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación en la Argentina.
Si el síntoma es invalidante o afecta la calidad de vida, “se debería consultar al médico o médica de cabecera o al especialista para descartar otras causas”, aconsejó la doctora Antonietti.
Un desafío del COVID Prolongado es que se trata de un síndrome muy heterogéneo en sus manifestaciones. “Por eso, también es difícil recomendar una única conducta o estrategia para todas las personas afectadas”, explicó la experta.
Si no se identifican otras causas, y se diagnostica el COVID prolongado, “se deberían reforzar hábitos saludables, como la alimentación adecuada, el descanso suficiente, la actividad física en la medida que los síntomas lo permitan y las estrategias como realizar actividades sociales para reducir el aislamiento y mejorar la calidad de vida”.
El COVID prolongado es más frecuente y marcado en mujeres y en personas con mayor carga emocional y estrés. “Por eso -concluyó Antonietti-, se recomienda abordar el problema de manera integral”.
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