En la actualidad, 55 millones de personas en el mundo tienen alguna forma de demencia, y más del 60% vive en países de ingresos bajos y medios. Como la proporción de personas mayores está aumentando en casi todos los países, se estima que los casos de demencias, especialmente de la enfermedad de Alzheimer, podrían aumentar a 78 millones en 2030.
La edad, los antecedentes familiares y la herencia pueden ser factores de riesgo para desarrollar esta enfermedad. Sin embargo, hay nuevos estudios que sugieren que las medidas de prevención pueden influir en la reducción del riesgo del trastorno, según señaló la organización Alzheimer International, con sede en Chicago, Estados Unidos.
“Casi todos los casos de enfermedad de Alzheimer ocurren como resultado de interacciones complejas entre los genes y otros factores de riesgo. La edad, los antecedentes familiares y la herencia son factores de riesgo que no podemos cambiar. Ahora, las investigaciones comienzan a revelar claves acerca de otros factores de riesgo sobre los que podemos influir a través del estilo de vida general, las opciones de bienestar y el manejo efectivo de otras afecciones”, afirmaron los expertos de la organización.
La enfermedad de Alzheimer afecta la memoria, el pensamiento, la orientación, la comprensión, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio. El deterioro de la función cognitiva suele ir acompañado, y a veces precedido, por el deterioro del control emocional, del comportamiento social o de la motivación.
Consultado por Infobae, Conrado Estol, especialista argentino en neurología, salud y bienestar y fundador de la Clínica Breyna en Buenos Aires, gran parte de los factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer son modificables. “Evitar o dejar el consumo de cigarrillo con tabaco en cualquiera de sus formas y controlar sedentarismo, la obesidad, el colesterol elevado, la diabetes y la hipertensión son algunas de las acciones que se orientan a la prevención del trastorno neurodegenerativo. También hay que reducir al mínimo o evitar el consumo de alcohol”, afirmó el especialista.
El experto señaló que el taponamiento progresivo de las arterias del cuerpo humano, que se conoce como aterosclerosis, es una causa del deterioro de las funciones cognitivas.
El cerebro se alimenta a través de las redes de vasos sanguíneos más importantes del cuerpo. Y el corazón es responsable de bombear sangre a través de estos vasos sanguíneos hasta el cerebro.
En el Reino Unido se realizó un estudio sobre la asociación del estilo de vida y el riesgo genético con la incidencia de demencia. Participaron 200.000 adultos mayores de 60 años que no tenían una alteración cognitiva.
Se comprobó que un estilo de vida saludable disminuye el riesgo de demencia independientemente de la presencia de un alto riesgo genético para tener la enfermedad. El estudio fue publicado en la revista JAMA.
“Estos hallazgos son muy importantes porque cuestionan el nihilismo de quienes creen que al tener un componente genético no pueden hacer nada para evitar la demencia de Alzheimer”, sostuvo el médico Estol.
La evidencia generada a partir de ese estudio demostró que, “aunque la genética no se puede cambiar, llevar un estilo de vida saludable y una nutrición protectora cerebral, llamada MIND –que es similar a la dieta Mediterránea-, disminuye el riesgo de demencia y/o alteraciones cognitivas en personas sanas y jóvenes”, afirmó el doctor Estol.
También se sabe que tener acceso a un nivel alto de educación, una interacción social intensa a lo largo de la vida, y el interés por desarrollar actividades diversas además de la profesional (como música, juegos de mesa y otros hobbies) aumentan la llamada “reserva cognitiva”. Esto ayuda a retrasar años la aparición de demencia comparado con personas con menor educación, actividad social e ausencia de intereses diversos.
La organización Alzheimer International recomendó también prestar atención a la prevención de traumatismo en la cabeza. “Podría existir un vínculo fuerte entre las lesiones graves en la cabeza y el riesgo futuro de padecer Alzheimer, especialmente cuando el traumatismo se repite o incluye pérdida de conocimiento. Para proteger su cerebro, use el cinturón de seguridad, use casco cuando practica deportes y haga de su hogar un espacio a prueba de caídas”, afirmaron.
“La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia entre las personas mayores. Es un trastorno cerebral que puede afectar la capacidad de una persona de llevar a cabo sus actividades diarias. Pero ahora sabemos que las personas y sus familias pueden hacer mucho para reducir el riesgo de desarrollar Alzheimer desde la infancia así como también para desacelerar su avance si se diagnostica a tiempo”, dijo a Infobae el doctor Ricardo Allegri, investigador del Conicet y jefe de Neurología Cognitiva, Neuropsicología y Neuropsiquiatría de Fleni en Buenos Aires.
No dormir lo suficiente por trastornos como el insomnio o las apneas del sueño puede provocar problemas de memoria y pensamiento. Algunos estudios relacionan los antecedentes de depresión con un mayor riesgo de deterioro cognitivo. Por lo cual se recomienda consultar por tratamiento médico si una persona tiene síntomas de depresión, ansiedad u otros problemas de salud mental. Además, se debe intentar controlar el estrés, señaló la organización con sede en los Estados Unidos.
“Cuando un individuo, cognitivamente normal, me pregunta cómo conservar su cerebro saludable y eficaz, le recomiendo no fumar y controlar su presión arterial, su colesterol y su glucemia”, dijo por su parte a Infobae el neurólogo Raúl Arizaga, ex líder del grupo de investigación de la Federación Mundial de Demencias.
“También se debería hacer una caminata de cuarenta minutos cinco veces por semana. “Mantenerse laboral e intelectualmente activo y con la mayor socialización posible, evitar el aislamiento y la rumiación de pensamientos negativos son otras medidas de prevención de Alzheimer”, sumó Arizaga.
Para Fernando Taragano, profesor, doctor en salud mental, médico neuropsiquiatra y director de la Residencia y Clínica Neuro-geriátrica Nuestra Señora de las Nieves en Argentina, “entre las diferentes recomendaciones que se pueden dar para prevención de Alzheimer, me parecen importantes la actividad física, el entrenamiento mental y la interacción social con otras personas”.
Con respecto a la actividad física, Taragano comentó en diálogo con Infobae que moverse ayuda a la circulación de la sangre en el cerebro y también para la mejora del ánimo, entre otros beneficios. “El entrenamiento mental también es útil para agilizar el cerebro que se traducen en nuevas conexiones entre las neuronas”, agregó.
“El COVID-19 afectó las interacciones sociales. Por lo cual hoy es clave que las personas tengan en cuenta que la vida social también es importante para la prevención de demencias”, resaltó el doctor Taragano.
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