Más de 662 millones de personas han tenido la infección por el coronavirus desde el inicio de la pandemia. Para muchos, esa enfermedad ha dejado secuelas. Ya se estimó que hay 65 millones de personas en el mundo padecen el COVID Prolongado.
Una revisión de estudios científicos liderada por el investigador estadounidense Eric Topol, del Instituto Scripps de Investigación Traslacional, en La Jolla, California, advirtió que el síndrome del COVID Prolongado podría durar infinitamente en algunos pacientes y generar trastornos que se confunden con síntomas de otras enfermedades.
El grupo de investigación publicó su revisión en la revista Nature Reviews Microbiology. Se concentraron en reunir la información sobre los descubrimientos más importantes y los mecanismos del COVID Prolongado y ofrecieron algunas recomendaciones.
El síndrome del COVID prolongado a veces es llamado “secuelas posagudas del COVID”. Se trata de una afección multisistémica que comprende síntomas a menudo graves que siguen a una infección por el coronavirus.
Se estima que el COVID prolongado afecta entre el 10 y el 30% de los casos de personas que tuvieron el coronavirus y que no hospitalizados. Además, afecta entre el 50 y el 70% de los pacientes con COVID que requirieron internación. También las personas que se han vacunado y se infectan pueden padecer el COVID Prolongado: del 10 al 12% de los casos.
El síndrome puede afectar en cualquier edad, aunque el mayor porcentaje de los diagnósticos se da entre los 36 y los 50 años. La mayoría de los casos de COVID de larga duración se dan en pacientes no hospitalizados con una enfermedad aguda leve, ya que esa población representa la mayoría de los casos globales de COVID-19, señalaron los investigadores.
“Existen muchos retos de investigación”, afirmaron. Existen “muchas preguntas abiertas, en particular en relación con la fisiopatología, los tratamientos eficaces y los factores de riesgo” del COVID Prolongado. Por todo, sostuvieron que el COVID Prolongado podría ser una amenaza mayor de lo que se ha creído hasta ahora.
Investigaciones anteriores habían demostrado que algunas personas infectadas por el virus SARS-CoV-2 desarrollan síntomas más allá del sistema respiratorio. Los pacientes han declarado sentir una profunda fatiga, latidos irregulares del corazón, entumecimiento en las extremidades e incluso problemas en órganos como el hígado o la vejiga. Con el tiempo, a estos pacientes se les ha diagnosticado COVID Prolongado.
Los investigadores examinaron detenidamente las investigaciones realizadas por diversos grupos. Descubrieron que las personas con casos leves de COVID Prolongado probablemente se recuperan en el plazo de un año. Por desgracia, el pronóstico es desalentador para las personas con síntomas más graves. Encontraron pocos indicios de que los síntomas vayan a disminuir.
También descubrieron que, en muchos casos, los síntomas del COVID prolongado son casi indistinguibles de otras afecciones, como el síndrome de fatiga crónica, el síndrome de activación mastocitaria y el síndrome de taquicardia ortostática postural. En particular, señalan, muchos de estos síntomas son compatibles con una disfunción autonómica.
El síndrome de Activación Idiopática Mastocitaria es una afección en la cual el paciente experimenta episodios repetidos de reacciones alérgicas grave, inflamación, presión arterial baja, dificultad para respirar y diarrea. En tanto, el “síndrome de taquicardia ortostática postural” es un trastorno que puede hacer que una persona se sienta mareada o como si se fuera a desmayar.
Los investigadores liderados por Topol alertaron que los síntomas del COVID Prolongado pueden confundirse con los de esos síndromes. Como ejemplo de las dificultades a las que se enfrentan tanto pacientes como médicos, los autores hallaron muchos casos de pacientes con COVID Prolongado que presentaban síntomas idénticos a los del síndrome de taquicardia ortostática postural. Los hallazgos sugieren que estos pacientes podrían convivir con sus síntomas durante el resto de su vida.
También los investigadores revelaron que las mujeres parecen tener más riesgo de desarrollar el COVID prolongado y que se enfrentan a un mayor escepticismo por parte de los médicos.
Entre otras situaciones, los investigadores comentaron que algunos pacientes con la infección no tienen acceso a los testeos para COVID. En otros casos, hay testeos que dan falsos negativos. Esas situaciones se convierten en una importante barrera para la atención del COVID Prolongado ya que muchas clínicas exigen las pruebas PCR con resultado positivo para dar la admisión a los pacientes.
También escribieron que existe la idea errónea generalizada de que todo el mundo produce y retiene anticuerpos contra el coronavirus: “Muchos clínicos e investigadores desconocen la limitada utilidad de las pruebas de anticuerpos para determinar la infección previa”, afirmaron. Muchos clínicos e investigadores utilizan las pruebas de anticuerpos para incluir o excluir a los pacientes con COVID-19 de los grupos de control.
“La desinformación sobre las pruebas PCR y de anticuerpos ha dado lugar a la categorización de pacientes con COVID Prolongado en grupos de control sin COVID-19, lo que ha sesgado los resultados de la investigación. Como los niveles bajos o inexistentes de anticuerpos y la carga viral pueden estar relacionados con la fisiopatología del COVID Prolongado, la inclusión de una cohorte diagnosticada clínicamente reforzará la investigación”, expresaron.
También alertaron que clínicas y centros que atienden a los pacientes con COVID de larga duración siguen centrándose “de forma desproporcionada en la rehabilitación respiratoria, lo que se traduce en datos sesgados de las historias clínicas electrónicas”. Comentaron que hay una menor atención a los pacientes no hospitalizados, que tienden a tener presentaciones neurológicas y otros síntomas que no son respiratorios.
Recomendaron que los pacientes con COVID Prolongado deberían participar en ensayos clínicos para que se hagan diseños adecuados de las investigaciones. También se debería capacitar al personal de la salud para atender a los pacientes con secuelas por la infección por el coronavirus.
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