Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo: se cobran 17,9 millones de vidas cada año. Más de cuatro de cada 5 muertes por enfermedad cardiovascular se deben a infartos de miocardio y ataques cerebrovasculares, y un tercio se producen prematuramente en personas que aún no cumplieron 70 años
Científicos de Australia están desarrollando un camino para pacientes que tuvieron infartos, con la inyección de proteínas que regenerarían la zona dañada. Las secuelas de un infarto dañan el músculo cardíaco, que, con el tiempo, se convierte en una cicatriz.
El tejido de la cicatriz puede causar complicaciones en el bombeo y transporte de la sangre, ya que no tiene la elasticidad y flexibilidad de un músculo cardíaco sano y no puede volver a su estado original.
El grupo de investigadores de la Universidad de Sidney, en Australia, está desarrollando un método que consiste en una inyección de proteínas para revertir la pérdida de elasticidad del tejido cardíaco dañado tras un infarto. Por el momento se probó en animales y funcionó bien.
Lo que hicieron es usar una proteína que se conoce como “tropoelastina”. Al inyectarla en la zona donde se encuentra la cicatriz del infarto, se busca que la proteína pueda “hacer retroceder el reloj” del daño muscular. Es decir, intentan que las cicatrices sean “más elásticas” y ayuden a mejorar la capacidad de contracción del corazón.
El estudio se publicó en la revista especializada Circulation Research. Fue la primera vez que los científicos investigaron el potencial de la tropoelastina en el tratamiento de las cardiopatías.
“Esta investigación pone de manifiesto el potencial de la tropoelastina en la reparación cardiaca y sugiere que nuevos trabajos mostrarán posibilidades apasionantes de su papel en futuros tratamientos y terapias”, afirmó el doctor Robert Hume, investigador principal, que llevó a cabo la investigación en el Instituto Westmead de Investigación Médica, en Sidney.
Hicieron estudios preclínicos: inyectaron tropoelastina purificada en la pared del corazón de ratas días después de inducirles un infarto. Además a través de la tecnología por ultrasonido, la aguja se fue orientando hasta la pared del corazón. Es un método menos invasivo.
Veintiocho días después, el músculo cardiaco que al principio estaba dañado y cicatrizado recuperó su elasticidad y volvió a tener una función muscular similar a la de antes del infarto.
“La tropoelastina puede reparar el corazón porque es una réplica exacta de la proteína elástica natural del organismo”, comentó el coautor, el profesor Anthony Weiss, del Centro Charles Perkins y la Facultad de Ciencias, a través de un comunicado.
En la revista, los científicos escribieron: “Demostramos por primera vez que la tropoelastina humana purificada puede reparar significativamente el corazón infartado en un modelo de infarto de miocardio en roedores y que los fibroblastos cardíacos humanos sintetizan elastina. Como los fibroblastos cardíacos humanos son los principales responsables de la síntesis de cicatrices tras un infarto, nuestros hallazgos sugieren interesantes opciones futuras de aplicación clínica”.
Consultado por Infobae, el jefe de la unidad coronaria del Instituto Cardiovascular (ICBA) de Argentina, Juan Pablo Costabel, consideró que el estudio con la inyección de proteínas para las cicatrices posteriores al infarto resulta ser “original y atractivo”.
Tras leer el artículo publicado, el doctor Costabel explicó que “con la inyección que hicieron los científicos en Australia se intentaría regenerar a las proteínas que el organismo perdió por el infarto. Como hipótesis y tras probarlo en animales, el método es atractivo, pero hay que tener en cuenta que falta que se hagan ensayos clínicos con voluntarios humanos”.
En el pasado -recordó Costabel- hubo intervenciones que funcionaron bien en animales, pero no en los seres humanos. Por lo cual, no se debería generar aún una gran expectativa sobre esta nueva intervención con proteínas hasta que no demuestre realmente eficacia y seguridad”.
Durante las décadas recientes se había intentado hacer algo similar con células madre, pero aún no se tienen pruebas de eficacia y seguridad.
Hubo también inyecciones miocárdicas directas en modelos de animales pequeños a través de una cirugía que es compleja, lenta e invasiva. Hay evidencia de que la tropoelastina mejora la cicatrización de heridas de la piel en modelos de animales pequeños y grandes.
El trabajo de los investigadores en Australia demostró entonces que se puede hacer inyecciones de las proteínas directas en el tórax cerrado guiadas por ecografía y resulta un nuevo protocolo más rápido, seguro y menos invasivo para ensayos terapéuticos en ratas.
La tropoelastina se podría utilizar en el futuro para tratar la insuficiencia cardíaca, que se puede generar en los pacientes después del infarto.
“Durante las últimas décadas se ha logrado bajar la mortalidad por infartos. Pero los pacientes pueden desarrollar una insuficiencia cardíaca porque el corazón no puede bombear bien la sangre”, señaló Costabel. “Después de tener un infarto, se activa el colágeno que pasa a formar la cicatriz. Ocupa el espacio de las células miocárdicas dañadas por el infarto. Eso hace que el corazón tenga menos elasticidad. Por lo cual, el método que están desarrollando los científicos permitiría devolverle elasticidad al inyectarle las proteínas. Si se evalúa en voluntarios y resulta ser eficaz y seguro, podría llegar a ser una opción de tratamiento: Pero aún falta demostrarlo”, dijo el doctor Costabel.
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