Desde el inicio de la pandemia por coronavirus, la comunidad médica observó a distintos factores de riesgo como más peligrosos para quienes enfermaban de COVID-19. Y la diabetes era uno de ellos, que generaba un gran impacto negativo en la evolución de un paciente. Con el correr de estos casi tres años de convivencia con el SARS-CoV-2, decenas de estudios científicos han salido a la luz para evidenciar la peligrosa relación bilateral entre ambas patologías.
Las personas con diabetes que se contagian el coronavirus tienen más chances de padecer la enfermedad en su forma más grave. La infección podía empeorar más rápido tanto en pacientes con diabetes tipo 1 como la diabetes tipo 2. Está claro que en aquellos que ya tienen esta enfermedad de base, el COVID-19 puede empeorar el padecimiento y causar graves complicaciones. Pero hay otros vínculos posibles que se han investigado: el coronavirus — al igual que otros virus — puede atacar las células productoras de insulina en el páncreas — un proceso que puede desatar la diabetes, al menos temporal, en personas susceptibles.
La insulina es la hormona que ayuda a que la glucosa penetre en las células para suministrarles energía al cuerpo humano. Cuando se desarrolla la diabetes tipo 1, el páncreas no produce insulina. Y sin la insulina, hay un exceso de glucosa que permanece en la sangre, que puede provocar alteraciones en el corazón, los riñones y los ojos, entre otros.
“La diabetes tipo 1 se produce por una afección del páncreas que impide producir insulina. Al faltar esta hormona, la glucosa sube rápidamente y hay que tratar al paciente con múltiples dosis diarias de insulina o con bombas de infusión. Esta afección no se puede prevenir ya que es una enfermedad autoinmune que se produce por predisposición genética. Una vez que el paciente es diagnosticado con diabetes, debe ser entrenado y educado para saber cómo alimentarse, cómo hacer actividad física, cómo tomar los medicamentos y en aquellos que lo necesitan cómo colocar y usar insulina. Además, deben aprender a medir la glucosa de acuerdo a como el médico se lo pida”, explicó a Infobae el doctor León Litwak, director del taller de posgrado de diabetes del Instituto Universitario Hospital Italiano de Buenos Aires.
Los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Case Western Reserve, en los Estados Unidos llevaron a cabo un estudio específico sobre la potencial asociación entre COVID-19 y diabetes en las infancias. Analizaron las historias clínicas electrónicas de más de un millón de pacientes de 18 años o menos entre marzo de 2020 y diciembre de 2021 en Estados Unidos y otros 13 países. Encontraron que los niños y adolescentes que tuvieron el COVID-19 eran más propensos a desarrollar diabetes tipo 1 en los seis meses posteriores al testeo positivo para la infección. El estudio se publicó en la revista JAMA Network Open.
La población del estudio se dividió además en dos grupos: los pacientes de hasta 9 años y los de 10 a 18 años. Tras un cuidadoso emparejamiento estadístico para tener en cuenta la edad, los datos demográficos y los antecedentes familiares de diabetes, había 285.628 en cada grupo para un total de 571.256 pacientes.
Entre los más de 571.000 pacientes pediátricos, los investigadores descubrieron que a los seis meses de la infección por el coronavirus, 123 pacientes (0,043%) habían recibido un nuevo diagnóstico de diabetes tipo 1, en comparación con 72 pacientes (0,025%) que recibieron un nuevo diagnóstico tras una infección respiratoria no relacionada con el coronavirus, lo que representa un aumento del 72% en los nuevos diagnósticos.
Al mes, a los tres y a los seis meses de la infección, el riesgo de diagnóstico de diabetes fue sustancialmente mayor para los infectados por el coronavirus en comparación con los que tenían infecciones respiratorias no relacionadas con el virus. Se obtuvieron resultados similares en los pacientes de los grupos de edad de entre bebés y 9 años y de entre 10 y 18 años.
Incremento de diabetes tipo 2
La infección en su forma grave, o incluso leve, deja múltiples secuelas en los enfermos. Ahora, una nueva investigación publicada en la revista especializada Diabetología, de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD), sugirió una asociación entre los casos leves de COVID-19 y el posterior diagnóstico de diabetes tipo 2.
El análisis de registros de salud de 1.171 prácticas de medicina general e interna en toda Alemania realizado por los especialistas Wolfgang Rathmann y Oliver Kuss del Centro de Diabetes en la Universidad Heinrich Heine en Dusseldorf, Alemania, y Karel Kostev, perteneciente a IQVIA en Frankfurt, Alemania, líder mundial en el uso de datos, encontró que los adultos que se recuperan de COVID-19 en su mayoría leve tiene un riesgo significativamente mayor de desarrollar diabetes tipo 2 que un grupo de control emparejado que tenía otros tipos de infecciones respiratorias, que también son causadas con frecuencia por virus.
Según los investigadores, estos resultados indican que se debe recomendar la detección de diabetes en individuos después de la recuperación de formas leves de COVID-19. Este posible vínculo entre la COVID-19 y la diabetes también se está investigando en varios estudios en curso, incluido el registro CoviDiab y otros estudios relacionados con el llamado “COVID prolongado”.
“La pandemia Covid-19, desde su inicio, ha representado para los pacientes con diagnóstico de diabetes, sus familiares y todo el personal sanitario dedicado a su atención, un verdadero desafío. El trabajo multidisciplinario y la implementación de la telemedicina fueron herramientas fundamentales que permitieron dar continuidad a la atención de nuestros pacientes”, sostuvo la doctora María Cecilia Preiti, Codirectora de la Maestría en Diabetes Mellitus de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral y Jefa del Servicio de Diabetología del Hospital Universitario Austral.
Causas de esta relación peligrosa
Estudios anteriores han señalado que la inflamación causada por el SARS-CoV-2 puede dañar las células beta productoras de insulina, provocando su muerte o cambiando su funcionamiento, lo que resulta en una hiperglucemia aguda (nivel alto de glucosa en la sangre).
También se cree que una posible causa es que los tejidos se vuelvan menos reactivos a la insulina debido a la inflamación en el cuerpo. Los estilos de vida sedentarios provocados por los aislamientos al inicio de la pandemia también podrían estar jugando un papel disparador. Esto puede explicar por qué se han notificado casos de hiperglucemia y resistencia a la insulina de nueva aparición en pacientes con COVID-19 sin antecedentes de diabetes.
Sin embargo, no está claro si estos cambios metabólicos son temporales o si las personas con COVID-19 pueden tener un mayor riesgo de desarrollar diabetes crónica. Además, faltan estudios que investiguen la incidencia de diabetes después de la recuperación, en casos leves. La conclusión del trabajo indica que el riesgo relativo de desarrollar diabetes tipo 2 en el grupo de COVID fue un 28 % mayor que en el grupo de con infección aguda del tracto respiratorio superior.
“El riesgo de niveles anormalmente altos de azúcar en la sangre en personas con COVID-19 probablemente sea continuo, dependiendo de factores de riesgo como lesiones en las células beta, una respuesta inflamatoria exagerada y cambios en el aumento de peso y la disminución de la actividad física relacionados con la pandemia”, completó el coautor Oliver Kuss.
Como recomendación general, la Organización Panamericana de la Salud, señala que durante el manejo clínico de las personas con diabetes y COVID-19, la vigilancia intensiva de la glucemia y el manejo agresivo de la hiperglucemia son cruciales. La hiperglucemia es un factor de riesgo para que se desarrolle un cuadro de COVID-19 grave. Estos pacientes tendrán una hiperglucemia importante debido a la infección, la inflamación y el estrés de la infección. Sin embargo, hay que mantenerse alerta, ya que también pueden producirse eventos hipoglucémicos, que se han observado especialmente al usar la hidroxicloroquina
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