El embarazo es un estrés natural para el sistema cardiovascular de la mujer y, dada la enorme capacidad de adaptación del corazón humano, esta situación será transitada sin complicaciones en la mayoría de las gestantes. Si bien el organismo femenino está naturalmente preparado para atravesar esas 40 semanas, pueden aparecer algunas complicaciones que demanden una atención especial. Las más frecuentes durante la gestación y principal causa de muerte son los trastornos hipertensivos que se presentan entre el 6% y el 10% de los embarazos seguidos por la diabetes gestacional que se presenta en alrededor del 4% de los casos.
Además, una enfermedad cardíaca previamente inadvertida, puede manifestarse por el estrés natural del embarazo y poner en riesgo la salud de la madre y el bebé. Por lo tanto, es importante que la gestación sea planificada y que exista una adecuada valoración de la salud de la mujer antes de la concepción para detectar condiciones que podrían complicar el embarazo. Además, adoptar un estilo de vida saludable, con una dieta balanceada, mantenerse activa, con peso adecuado y conocer los valores de tensión arterial, glucemia y colesterol antes del embarazo y durante éste disminuye el riesgo de padecer complicaciones.
Este año, la Sociedad Americana del Corazón, lanzó la campaña “Un corazón sano para un embarazo saludable” para generar conciencia sobre esta realidad. La Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) adhiere a este mensaje y participa activamente a través del Área Corazón y Mujer para llamar a la reflexión acerca de la necesidad de chequear el corazón femenino para evitar complicaciones durante el embarazo. El tema se abordó durante el 48º Congreso Argentino de Cardiología (SAC.22), considerado el encuentro de habla hispana más importante de la especialidad en el mundo, que se está realizando del 20 al 22 de octubre en el Predio Ferial La Rural de Buenos Aires.
“Antes de ir al gimnasio nos solicitan (y está muy bien) un apto físico cardiovascular —reflexionó la doctora Verónica Lía Crosa, médica cardióloga, subdirectora del Área Corazón y Mujer Dra. Liliana Grinfeld de la SAC—. El embarazo implica 40 semanas de ejercicio intenso. Sin embargo, no está internalizado hacer un control cardiovascular. Si bien el embarazo no pone en riesgo la salud cardiovascular, la mayoría de las mujeres, especialmente las mujeres jóvenes, no suelen hacer controles preventivos y la enfermedad cardíaca puede pasar inadvertida hasta que una situación de mayor exigencia física, como gestar un hijo, la pone de manifiesto”.
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“El embarazo le exige al organismo ‘tareas extras’ —añadió la doctora Bibiana Rubilar, médica cardióloga intervencionista que dirige el Área Corazón y Mujer de la Sociedad Argentina de Cardiología—. A medida que aumenta la edad, las mujeres se exponen a más riesgos, pero estos riesgos no son exclusivos de las madres añosas. También hay mujeres jóvenes que durante el embarazo desarrollan diabetes gestacional o hipertensión gestacional. Si una mujer experimenta esas condiciones durante la gestación, siempre debe seguir controlándose de por vida. Creemos que toda mujer debería consultar al menos una vez a un cardiólogo durante su embarazo. Todos los trimestres son importantes, pero el tercero es posiblemente el más significativo para condiciones como los trastornos hipertensivos o la diabetes gestacional”.
Planificar es la clave
El embarazo planificado disminuye la posibilidad de complicaciones, y esa recomendación se enfatiza más cuando una mujer tiene sobrepeso u obesidad, o es diabética, hipertensa o tiene enfermedad cardíaca. “El antecedente de haber tenido complicaciones en embarazos anteriores también aumenta el riesgo de complicaciones en nuevos embarazos”, agregó la doctora Crosa. “Pueden sufrir aborto, preeclampsia, desprendimiento de la placenta, parto prematuro y tener niños de bajo peso. Por eso, la evaluación previa a la concepción adquiere en ellas un valor relevante para planificar el embarazo, disminuir las complicaciones y las muertes maternas y fetales”.
La doctora Rubilar indica que, así como 3 meses antes de buscar el embarazo se recomienda la ingesta de ácido fólico para prevenir defectos en el cierre del tubo neural, que pueden causar severa discapacidad en el bebé, ese lapso previo también puede servir para detectar y tratar posibles infecciones activas como la toxoplasmosis o la enfermedad de Chagas.
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El Chagas se asocia, por un lado, a cardiopatía chagásica y además cuando esa mujer queda embarazada hay riesgo de que transmita el parásito intraútero al bebé. El Chagas neonatal es un problema que en nuestro país se presenta hasta en el 2% de los recién nacidos. Por eso la importancia de detectar si existe infección activa antes del embarazo y tratarla.
Las mujeres que han tenido cardiopatías congénitas y que fueron operadas durante la niñez también pueden presentar más complicaciones gestacionales. “No es un corazón totalmente sano, es un corazón operado, que fue corregido para sobrellevar una vida normal. Estas niñas, convertidas en mujeres, pueden proyectar un embarazo y tener un bebé, pero enfrentan algunos riesgos mayores, y necesitan controles especiales”, recalca la doctora Crosa.
Los trastornos hipertensivos afectan a entre el 6% y el 10% de los embarazos “y se están incrementando, porque su riesgo se eleva a medida que aumenta la edad de la mujer, un fenómeno cada vez más frecuente ya que la mujer posterga su maternidad por cuestiones laborales o proyectos personales. Paradójicamente, también están más expuestas las embarazadas más jóvenes. Tanto el embarazo de niñas y adolescentes como de mujeres mayores tiene más riesgos de complicaciones”, puntualizó la doctora Crosa.
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En tanto, la hipertensión gestacional es la presión elevada durante el embarazo sin otras manifestaciones, ni de laboratorio ni sobre la placenta, la pre-eclampsia es una condición más severa. En este caso, la alteración impacta sobre diferentes órganos de la futura mamá y también sobre el bebé, porque se ve afectada la placenta y el flujo de sangre y nutrientes que la mujer le aporta al feto en desarrollo. Además de la alta presión, la mujer tiene manifestaciones de laboratorio como pérdida de proteínas por orina, alteraciones hepáticas y trastornos hematológicos.
“Las mujeres que desarrollan pre-eclampsia tienen más riesgo de tener un bebé prematuro, de bajo peso y de perder el embarazo por muerte fetal. Hay condiciones que predisponen más a sufrir preeclampsia, como la obesidad o a la hipertensión crónica de la mujer. Otro factor de riesgo es que existan antecedentes de pre-eclampsia en las mujeres de la familia (madres o hermanas). Los embarazos múltiples elevan el riesgo y también el embarazo por tratamiento de fertilidad como la ovodonación. En esos casos el feto tiene una carga genética totalmente ajena a la mujer y existen factores inmunológicos que pueden predisponer a la aparición de pre-eclampsia”, afirmó la doctora Crosa.
En cuanto a la diabetes gestacional, su factor de riesgo principal es el sobrepeso o la obesidad materna. Los niveles de glucemia se controlan a partir de la segunda mitad del embarazo (semana 20) y si están elevados hay que chequear diariamente la glucemia, realizar una dieta estricta y eventualmente recibir insulina si el cuadro no cede con esas medidas. Sin control adecuado, la diabetes gestacional aumenta el riesgo de tener hipertensión, un parto prematuro y un bebé macrosómico (mayor de 4 kg.). La diabetes gestacional, además, aumenta hasta 10 veces el riesgo de sufrir diabetes luego del embarazo y duplica el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular.
Cuando se ha cursado un embarazo de riesgo es fundamental planificar el parto en un centro asistencial que tenga adecuada neonatología para cuidar al bebé y que el equipo médico que acompañó a la mujer durante esos 9 meses esté cerca en ese momento tan importante. “Y si la mujer ha sufrido diabetes gestacional, hipertensión o pre-eclampsia, es imprescindible que continúe sus controles médicos después de haber sido mamá”, concluyó la doctora Rubilar.
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