Neumonólogos y médicos clínicos que reciben a sus pacientes para sus controles de salud escuchan a diario historias de personas recuperadas hace meses de una infección por SARS-CoV-2 que experimentan síntomas a largo plazo, que afectan su calidad de vida.
El llamado long COVID, COVID prolongado o síndrome post COVID nuclea a un variado número de síntomas y afecciones en órganos que van más allá del sistema respiratorio y que son propias del cuadro inflamatorio sistémico que provoca el coronavirus en el organismo.
El cuadro afecta a uno de cada cinco adultos recuperados de la infección viral, lo que, a dos años y cinco meses de declarada la pandemia por COVID-19, ya lo ubica como un problema de salud pública en sí mismo, más allá del propio coronavirus. Es que aunque las personas hayan sobrevivido a la fase de mayor riesgo para la vida de la enfermedad, aún tienen que lidiar con secuelas que les impiden desde el ejercicio físico hasta lavar la ropa.
El COVID prolongado incluye una amplia gama de síntomas que van desde la confusión mental, fatiga, y tos hasta dificultad para respirar.
Y si bien no todos los problemas respiratorios están relacionados con los pulmones, en muchos casos los pulmones están afectados.
En este punto, en un artículo publicado por los especialistas en medicina pulmonar y cuidados críticos de la Universidad de Virginia, Jeffrey M. Sturek y Alexandra Kadl señalaron que “observar las funciones básicas de los pulmones y cómo pueden verse afectados por la enfermedad puede ayudar a aclarar lo que les espera a algunos pacientes después de una infección por COVID-19″.
Sobre la función pulmonar normal
Para empezar, vale saber que la función principal de los pulmones es llevar aire rico en oxígeno al cuerpo y expulsar el dióxido de carbono. Cuando el aire fluye hacia los pulmones, se acerca mucho a la sangre, donde el oxígeno se difunde hacia el cuerpo y el dióxido de carbono se difunde hacia afuera.
“Hay más de 20 divisiones en las vías respiratorias, desde la tráquea hasta los pequeños globos al final de las vías respiratorias, llamados alvéolos, que están en estrecho contacto con los vasos sanguíneos -explicaron los expertos-. Para cuando una molécula de oxígeno llega al final de las vías respiratorias, hay alrededor de 300 millones de estos pequeños alvéolos en los que podría terminar, con una superficie total de más de 100 metros cuadrados donde se produce el intercambio de gases”.
Y tras señalar que “hacer coincidir las tasas de ventilación y perfusión es fundamental para la función pulmonar básica”, los especialistas destacaron que “el daño en cualquier parte de las vías respiratorias puede provocar dificultad para respirar de varias maneras”.
1- Obstrucción: disminución del flujo de aire
Una forma de enfermedad pulmonar es la obstrucción del flujo de aire dentro y fuera del cuerpo.
Dos causas comunes de deficiencias como estas son la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y el asma. “En estas enfermedades, las vías respiratorias se estrechan debido al daño causado por fumar, como es común en la EPOC, o a la inflamación alérgica, como es común en el asma. En cualquier caso, los pacientes experimentan dificultad para expulsar el aire de sus pulmones”, precisaron.
Los investigadores observaron una obstrucción continua del flujo de aire en algunos pacientes recuperados de COVID-19 .
2- Restricción: volumen pulmonar reducido
Otra forma de enfermedad pulmonar se conoce como restricción o dificultad para expandir los pulmones. La restricción disminuye el volumen de los pulmones y, en consecuencia, la cantidad de aire que pueden tomar.
“La restricción a menudo resulta de la formación de tejido cicatricial, también llamado fibrosis, en los pulmones debido a una lesión -detallaron los neumonólogos-. La fibrosis engrosa las paredes de los alvéolos, lo que dificulta el intercambio de gases con la sangre”.
Este tipo de cicatrización puede ocurrir en enfermedades pulmonares crónicas, como la fibrosis pulmonar idiopática, o como resultado de un daño pulmonar grave en una afección llamada síndrome de dificultad respiratoria aguda o SDRA.
El SDRA puede ser causado por lesiones que se originan en los pulmones, como la neumonía, o por una enfermedad grave en otros órganos, como la pancreatitis.
Según las estadísticas, alrededor del 25% de los pacientes que se recuperan del SDRA desarrollan una enfermedad pulmonar restrictiva.
Los investigadores también descubrieron que los pacientes que se recuperaron de COVID-19, especialmente aquellos que tenían una enfermedad grave, pueden desarrollar más tarde una enfermedad pulmonar restrictiva.
Asimismo, los pacientes con COVID-19 que requieren ventilación mecánica también pueden tener índices de recuperación similares a los que requieren un ventilador para otras afecciones.
3- Alteración de la perfusión: disminución del flujo sanguíneo
Finalmente, incluso cuando el flujo de aire y el volumen pulmonar no se ven afectados, los pulmones no pueden completar su función si se altera el flujo de sangre a los alvéolos, donde ocurre el intercambio de gases.
Se sabe que el COVID-19 está asociado con un mayor riesgo de coágulos de sangre. Y si “los coágulos de sangre viajan a los pulmones, pueden causar una embolia pulmonar potencialmente mortal que restringe el flujo de sangre a los pulmones -explicaron los médicos-. A largo plazo, los coágulos de sangre también pueden causar problemas crónicos con el flujo de sangre a los pulmones, una afección llamada hipertensión pulmonar tromboembólica crónica o HPTEC”.
Existe evidencia de que las infecciones graves por COVID-19 pueden dañar los vasos sanguíneos del pulmón directamente y afectar el flujo sanguíneo durante la recuperación.
El panorama a futuro
Entonces, se sabe que los pulmones pueden funcionar de manera menos óptima con cualquiera de estas disfunciones, y que el COVID-19 puede conducir a todas ellas.
De allí que para los médicos, hacer un seguimiento de cerca de los pacientes que se recuperaron de COVID-19, en particular de aquellos con síntomas persistentes, puede conducir a diagnósticos más rápidos de un COVID prolongado. Y por ende de un mejor tratamiento de los síntomas.
La experiencia de la pandemia da cuenta de que los casos graves de COVID-19 están asociados con tasas más altas de COVID prolongado. Otros factores de riesgo para el desarrollo de síntomas a largo plazo incluyen diabetes tipo 2 preexistente, y ciertos tipos de función inmunológica anormal.
Para los investigadores, el COVID prolongado es una oportunidad para estudiar los mecanismos subyacentes de cómo se desarrollan los diferentes tipos de afecciones relacionadas con los pulmones que resultan de la infección por COVID-19. Así como permite ahondar en cómo y por qué otras infecciones pueden provocar síntomas persistentes y, a veces, debilitantes para la persona y su calidad de vida.
Descubrir estos mecanismos permitiría a los investigadores desarrollar tratamientos específicos para acelerar la recuperación y hacer que más pacientes recuperen su capacidad pulmonar anterior a la pandemia.
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