“Nunca hemos estado en mejor posición para acabar con la pandemia por coronavirus”, dijo días atrás el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. Pero aclaró que el fin de la pandemia “aún no está ahí”. Se puede ver la línea de llegada, pero advirtió que si el mundo no aprovecha la oportunidad ahora, todavía existe el riesgo de que surjan más variantes del coronavirus y que se produzcan más fallecimientos.
¿Estamos o no en el fin de la pandemia por coronavirus a casi tres años de su aparición en China? Si lo escuchamos a Tedros, todavía no. Si lo escuchamos al presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, parece que sí. El 18 de septiembre último afirmó: “Se acabó la pandemia. Todavía tenemos un problema con el COVID y estamos trabajando mucho en ello. Pero la pandemia ha terminado”, dijo el mandatario en una entrevista con el programa “60 Minutos” de la cadena CBS.
Pese a los dichos de Biden, y con más de un millón de muertos, Estados Unidos es el país del mundo que más decesos ha registrado por la pandemia de COVID-19, iniciada en marzo de 2020, según datos de la Universidad Johns Hopkins. Además, según esta prestigiosa institución académica que lleva el registro de contagios, muertes y personas internadas en grave estado, entre otros datos importantes, el virus está lejos de seguir infectando. Ayer solamente hubo casi medio millón de nuevos contagios registrados en el planeta (463.344), de los cuales Estados Unidos tuvo 31.516, Francia 51.366, Alemania 96.367, Japón 42.172, Rusia 38.739, Italia 37.522, Taiwán 44.834 y Corea del Sur 30.846, por nombrar solo algunos países.
Quienes adhieren a que el virus no se fue y la pandemia continúa es un grupo de científicos que respaldan un estudio científico en la revista Science. Varias cepas nuevas y altamente inmunoevasivas del virus han llamado la atención de los científicos en las últimas semanas; uno o más pueden causar grandes y nuevas olas de COVID-19 este otoño e invierno boreal.
“Podemos decir con certeza que algo viene. Probablemente se avecinan varias cosas”, dice Cornelius Roemer, que estudia la evolución viral en la Universidad de Basilea. La gran pregunta es si también conducirán a muchas hospitalizaciones y muertes. “No es sorprendente que estemos viendo cambios que una vez más ayudan al virus a evadir las respuestas inmunitarias”, agregó la epidemióloga molecular Emma Hodcroft de la Universidad de Berna, quien señala que el SARS-CoV-2 enfrenta “el mismo desafío que cosas como el el resfriado común y la influenza se enfrentan cada año: cómo regresar”.
Los contagios parecen impulsados por las nuevas subvariantes de Ómicron, que se extendió por todo el mundo durante el año pasado y pasó a ser la variante predominante. Varios derivaron de BA.2, una cepa que sucedió a la cepa BA.1 inicial de Ómicron, pero luego fue superada en la mayoría de los lugares por BA.4 y BA.5, que ha dominado en los últimos meses. Ahora, BA.2.75.2, parece estar extendiéndose rápidamente en India, Singapur y varias partes de Europa. Otras nuevas cepas inmunoevasoras han evolucionado a partir de BA.5, incluida BQ.1.1, que se ha detectado en varios países del mundo.
La reconocida patóloga pediátrica argentina Marta Cohen, que trabaja como directora clínica y de los laboratorios de farmacia, diagnóstico y genética del Hospital de Niños de Sheffield en Reino Unido y que afirmó en su cuenta de Instagram: “La pandemia no ha terminado aún. Y van a aparecer nuevas mutaciones que van a generar nuevas variantes. Y esto es lo que pasa ahora”. Cohen se refiere a la nueva subvariante BA.2.75.2 que surgió en junio en la India y ya está presente en decenas de países. “A principios de junio surgió una nueva subvariante que ya es de segunda generación de Ómicron que se llama BA.2.75 que serían 5 veces más contagiosa que las variantes anteriores y tiene 45 mutaciones, muchas de las cuales las comparte con su ancestro BA.5″, afirmó la experta.
A pesar de sus diferentes orígenes, varias de las nuevas cepas se han topado con una combinación similar de mutaciones para ayudar a escalar el muro de la inmunidad, un ejemplo sorprendente de evolución convergente. “Todos tienen cambios en media docena de puntos clave en el genoma viral que influyen en qué tan bien se unen al virus los anticuerpos neutralizantes de la vacunación o de una infección previa”, dice el biólogo evolutivo Jesse Bloom del Fred Hutchinson Cancer Center. “Estamos viendo una alta contagiosidad, pero no enfermedad de riesgo. Vemos que el actual coronavirus produce enfermedades respiratorias leves. Hoy hay muchísimas subvariantes de Ómicron circulando, que producen mutaciones permanentemente. Son cambios proteicos pequeños en la llave spike para ingresar a la célula humana”, explicó a Infobae, el infectólogo Ricardo Teijeiro, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), que descartó la validez del término COVID-22 como enfermedad nueva.
Para Teijeiro tanto la nueva subvariante de Ómicron BA.2.75 como BA.4, BA.5 hacen que se produzcan muchos más contagios, especialmente en pacientes con trastornos inmunológicos, lo que le permite replicarse durante mucho más tiempo en un organismo y así crear una nueva mutación. “El virus requiere de una célula humana para reproducirse. No es como una bacteria que tiene más independencia y hasta cierta carga genética para replicarse. El futuro es lo que estamos viendo ahora, es decir más de lo mismo. Dejará de ser un problema sanitario mundial y se convertirá en una enfermedad más a atender, especialmente con el cuidado y foco en los adultos mayores y personas con factores de riesgo”, finalizó.
Pruebas para las subvariantes
Para medir rápidamente qué tan bien cualquier nueva subvariante puede evadir la inmunidad, los investigadores hacen copias de las proteínas de pico de los virus y las exponen a anticuerpos monoclonales o sueros de personas para medir qué tan bien los anticuerpos pueden bloquear las variantes para que no infecten las células. Usando tales pruebas, investigadores en China y Suecia han descubierto que la proteína espiga de BA.2.75.2 puede evadir de manera efectiva casi todos los anticuerpos monoclonales utilizados para tratar el COVID-19, lo que sugiere que estos tratamientos pueden volverse inútiles.
Ambos grupos también encontraron que BA.2.75.2 parece muy bueno para evadir la inmunidad en humanos. En una preimpresión publicada el 19 de septiembre, el inmunólogo Ben Murrell del Instituto Karolinska y sus colegas informaron que las muestras de suero de 18 donantes de sangre en Estocolmo, donde las tasas de vacunación son altas y las infecciones previas están muy extendidas, fueron menos de una sexta parte de efectivas para neutralizar BA .2.75.2 en comparación con BA.5 .
“Esta es la variante más resistente que jamás hayamos evaluado”, precisó el virólogo de Karolinska, Daniel Sheward. En tanto, el inmunólogo Yunlong Richard Cao de la Universidad de Pekín y sus colegas encontraron resultados similares para BA.2.75.2 después de analizar muestras de sangre de 40 personas que habían sido vacunadas con tres dosis de CoronaVac, una vacuna hecha con virus inactivados, y 100 más que habían sido vacunadas y luego tuvo infecciones intercurrentes con BA.1, BA.2 o BA.5. El equipo descubrió que BQ.1.1 tenía una capacidad igualmente sorprendente para evadir los anticuerpos.
Cao y sus colegas también informaron en otro estudio científico, que las nuevas variantes no parecen haber perdido la capacidad de unirse estrechamente al receptor de las células humanas que el virus usa para infectarlas, lo que significa que las variantes son infecciosas. E informan alguna evidencia de que las infecciones con las variantes desencadenan proporcionalmente más tipos de anticuerpos incorrectos, aquellos que se unen fuertemente al virus pero no reducen su capacidad para infectar células. Todo eso podría presagiar una nueva ola masiva, desliza Cao. “Nunca antes se había visto la escala de la evasión inmune, y el virus sigue evolucionando rápidamente. Es muy malo”, auguró.
Sheward y Murrell están de acuerdo en que deberíamos esperar muchas infecciones en los próximos meses, como sucedió el invierno boreal pasado cuando Ómicron entró en escena. Pero son menos pesimistas que Cao, y señalan que ahora muchas más personas se han recuperado de una infección o han recibido dosis adicionales de vacunas, incluidos refuerzos específicos de Ómicron, cuyo lanzamiento comenzó este mes. “Eso aumentará los niveles generales de anticuerpos y probablemente ampliará el repertorio de anticuerpos. No creo que hayamos vuelto al punto de partida”, indicó Sheward.
“La elección de poner BA.5 en el refuerzo de las nuevas vacunas parece buena. Los refuerzos siempre estarán un paso por detrás, pero la buena noticia es que el refuerzo BA.5 estará uno o dos pasos por detrás de la evolución del virus, en lugar de cinco pasos por detrás”, agregó Bloom. La próxima ola también puede proporcionar mejores pistas sobre qué factores desencadenan o previenen enfermedades graves. Creo que vamos a aprender mucho este invierno”, concluyó Murrell.
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